Monday, November 30, 2009

Más palabras?

La economía mundial enfrenta un serio reto en los próximos meses. Habrán sido suficientes los trillones de dólares en préstamos sin coste o a muy bajo precio -el famoso "Quantitative Easing -QE-" y los cientos de miles de millones en estímulos fiscales en las diversas economías?; ya lo veremos. Personalmente creo que, en general, los primeros sólo han ayudado a los bancos a continuar manipulando los valores de sus activos con los excesos de liquidez otorgados por las diversas bancas centrales y, consecuentemente, los de sus "beneficios" contables, más no reales. En cuanto a los estímilos fiscales, se ha hecho poco y, probablemente, muy tarde. No ha ayudado en nada, además, que los bancos no están prestando dinero en la cuantía en que lo deberían estar haciendo. Están tapando los "huecos" que saben tienen en sus estados financieros y de los cuales no han querido hablar, no obstante que el FMI habla de pérdidas superiores a los 1.3 trillones de dólares aún sin declarar.

Es muy probable que la incipiente y lánguida recuperación en el crecimiento del PIB en Estados Unidos, Alemania y Francia en el tercer trimestre de 2009, sólo sea el obvio y esperado resultado del "respirador artificial" suministrado a las economías por los gobiernos a través de sus paquetes de estímulo fiscal y no, como creen muchos, el comienzo de la salida de la profunda crisis actual. El fin del programa de "cash for clunkers" a finales de agosto de 2009, con subsidios otorgados por el gobierno hasta por valor de 4.500 dólares por individuo para comprar vehículos nuevos y así rescatar a las firmas producgtoras de su peor situación en la historia, claramente demostró -al caer las ventas en septiembre de manera muy precipitada- que la economía, y especialmente el consumidor, no se pueden mantener sin el mencionado "respirador artificial". El panorama no es positivo en los EE.UU en lo que tiene que ver con el consumidor y sus verdaderas intenciuones se gasto presente o futuro y, como consecuencia, la inversión empresarial productiva tampoco reacciona.

Por el otro lado, Japón ha entrado en una senda deflacionista en las últimas semanas -la cual conoce muy bien y le recuerda el fantasma de sus dos décadas perdidas-, y por ello está pensando en volver a iniciar sus programas de "QE" para la economía. En efecto, no es tampoco nada bueno el panorama en la segunda economía del mundo.

En medio de toda esta grave situación, el gobierno de Zapatero en España acaba de anunciar que ya tiene la formula para arreglar todo; una nueva ley y un nuevo programa económico para sacar al país del caos en el que se encuentra y desarrollar su economía de manera sostenible y estable. Dice, en efecto, que tiene la Panacea.

Increíble que tengamos aún gobiernos en el mundo que crean que a través de la promulgación de nuevas leyes improvisadas a las carreras se pueda encontrar la panacea a graves y profundos males estructurales que, además, llevan décadas gestándose. No Sr. Zapatero!; lo que el país y su economía requieren con urgencia es dedicar los próximos 30 años -al menos- a solucionar el atraso en educación, investigación, competitividad internacional y productividad con relación a Europa y el resto del mundo industrializado y en vigoroso proceso de desarrollo como es, éste último, el caso de China e India. En suma, hay que hacer avanzar al país sobre bases serias y sólidas y no simplemente sobre negocios pasajeros y volátiles como los de la construcción y otros similares, en los cuales unos pocos participantes contados con los dedos de una mano terminan llevándoselo todo y la gran mayoría salen profundamente perjudicados -recuérdese el 20 por ciento de desempleo actual en España, uno de los niveles más altos del mundo-.

Leeremos a conciencia el nuevo proyecto de panacea -perdón de ley-, y hablaremos en detalle sobre él en su momento oportuno. Pero, a primera vista, me suena a sólo a más y más palabras para encontrar un final feliz al cuento de "pan y circo" de los políticos irresponsables sin causas serias.

Saturday, November 21, 2009

La Comisión de la Verdad

Dejaré descansar hoy a mis lectores de cifras y estadísticas sobre la evolución de la economía, el desempleo, el consumo ó la producción. Quien desee revisar en detalle datos y magnitudes sobre nuestros problemas económicos actuales está muy cordialmente invitado a leer mis artículos anteriores en este mismo blog.

Intentaré más bien, tratar de entender las razones por las cuales la sociedad, en general, no se ha manifestado sobre la inaplazable necesidad de establecer una instancia mediante la cual se pueda aclarar la verdad con relación a la grave realidad económica y social actual, aún desdibujada y opaca, de tal manera que los ciudadanos de la calle podamos conocer y comprender qué es lo que realmente ha venido ocurriendo en los últimos años con nuestra economía. Y me temo que la situación es bastante similar en diversas latitudes.

En los últimos días, por ejemplo, el señor Geithner -Secretario del Tesoro de los EE.UU- no pudo admitir, ni con mínima honestidad ni pudor -elementales características éstas de una persona ponderada en su cargo- la responsabilidad que le atañe a la autoridad económica en ese país por la magnitud actual del descalabro económico y financiero, que debemos recordar es el peor de la historia de los Estados Unidos desde la Gran Depresión de los años 30s el siglo pasado. Al ser interrogado una y otra vez en el seno del Congreso de su país, sobre si iba a renunciar por su falta de acciones efectivas ante la frustrante y compleja realidad que se vive actualmente en esa economía, no dudó en continuar con su conocida tónica de repetir -hasta el cansancio- que la economía se venía mejorando día a día, tal y como lo venían reflejando, según él, los principales indicadores. Es evidente que el Secretario de Hacienda norteamericano parece no percatarse aún de las pésimas cifras del creciente y gravísimo nivel de desempleo que se vive en su país. Muy probablemente, el Sr. Geithner sólo observa -entre otros datos- el nivel de utilidades que continua generando de manera masiva la firma de inversiones Goldman Sachs -su antiguo empleador-, quien fuera receptor de manera directa e indirecta de billones de dólares en préstamos y rescates bancarios otorgados tanto por el Sr. Geithner como por su antecesor al frente de dicho ministerio, el Sr. Paulson, éste último también ex-empleado de la misma firma de inversión (ver más sobre este tema en los diversos artículos escritos de manera reciente por el señor Matt Taibbi en la revista Rolling Stone).

Es evidente que en los Estados Unidos, no obstante que el debate público está ahora casi totalmente centrado en la reforma de su injusto sector de la salud, al menos se han podido escuchar algunas tenues voces de descontento sobre la irresponsabilidad de banqueros, constructores y reguladores en las acciones u omisiones que llevaron a la economía norteamericana a su grave crisis actual. De manera lamentable, éste no es el caso -como debería serlo- en otros países que ni siquiera han iniciado un modesto debate sobre las verdaderas causas y los verdaderos responsables de la crisis.

Al escuchar en directo el debate aludido en el congreso norteamericano, transmitido por alguna cadena de televisión internacional, no pude evitar recordar el espectáculo que se viene viviendo en otras naciones, especialmente en España, en donde de manera similar al caso del Sr. Geithner, tanto el Sr. Zapatero -Presidente del Gobierno español- como la señora Salgado -su ministra de economía-, cada dos ó tres semanas vuelven a insistir en que estamos al otro lado de la crisis. En efecto, el Sr. Zapatero ha vuelto a mencionar hace pocos días que "...saldremos de esta crisis un trimestre antes o un trimestre después...". Muy inteligente comentario, además de respetuosa frase con los ciudadanos, Sr. presidente. Claro, siempre habrá un trimestre en que aquello deba ocurrir, aunque sea más tarde que temprano!

Cómo se nota también, al igual que en el caso con el Sr. Geithner en los EE.UU, que en España ninguno de los dos portavoces mencionados forma parte de los ejercitos de desempleados, hoy victimas de esta cruel realidad causada por unos pocos.

Y no debemos olvidar que la Gran Recesión actual, y sus brutales consecuencias de paro y hambre para millones en España como en otros países, fue causada directamente por el abuso y la irresponsabilidad -y según los procesos penales en curso, por la deshonestidad y corrupción- de un puñado de políticos quienes, en su momento, se embolsillaron gruesas utilidades ilícitas a lo largo del período de gestación de la absurda "burbuja inmobiliaria" generada y promovida también por algunos constructores, especuladores y banqueros bien conocidos. La ciudad de Madrid -en su zona norte-, por ejemplo, con sus cuatro edificios nuevos construídos -como símbolo imborrable de esta época de burbujas inmobiliarias sin precedentes-, nunca podrá olvidar esta penosa tragedia económica y social que se refleja en haber alcanzado ya en España una altísima y humillante tasa del 20 por ciento de desempleo, ciertamente la peor de toda Europa y una de las más altas del mundo.

Y, aunque parezca increible, hasta el momento no existe ningún debate público y democrático serio -abierto y transparente- que permita abrigar la esperanza de que -algún día- los responsables de este descalabro histórico vayan a tener que pagar por sus graves daños causados a la economía y a la sociedad entera.

Habida cuenta de lo anterior, y con base en las cifras recién publicadas de confianza del consumidor -en vísperas de la importante época navideña de ventas que se acerca para miles y miles de empresas-, y aquellas para el consumo y la inversión productiva que han empezado a deteriorarse nuevamente -luego de algunos meses de leve mejoría, gracias a los diversos pero precarios programas de estímulo fiscal ejecutados-, será inevitable registrar un deterioro futuro aún mayor en las cifras de paro de los próximos meses. No es improbable, por ejemplo, que en el 2010 estemos hablando de un desempleo en España cercano al 25 por ciento -equivalente a más de 5 millones de personas sin trabajo-.

Así las circunstancias, no es ni razonable ni prudente -para un futuro saludable y justo para la sociedad- que se siga ignorando la necesidad de adelantar un gran debate público -tal y como se ha venido haciendo hasta ahora-, como sino hubiera ocurrido nada. Una democracia madura -y probablemente España no lo es aún- debería ventilar sus problemas con vigor y tranparencia constructivos, como única alternativa para preparar remedios y políticas efectivos. Los costes de toda esta lamentable crisis -no sólo en términos estrictamente económicos en recursos financieros perdidos y no generados, sino especialmente en materia social, representados en secuelas perdurables e inimaginables de frustración para millones de jovenes y pobreza para amplias capas de la población- son de enorme magnitud, además de muy profundos y duraderos.

Por todo ello, se impone la necesidad de hacer un cuidadoso examen público sobre el papel que jugaron los responsables directos, los actores -pasivos y activos- y los beneficiarios de todo este penoso desplome. Lo anterior es necesario a fin de que la sociedad pueda conocer la verdad de los hechos y, por supuesto, para que dichas circunstancias -penosas e inadmisibles- no se vuelvan a repetir. No debemos olvidar, repito, que nos encontramos frente a la peor tragedia económica y social del país en la historia reciente.

Habida cuenta de lo anterior, creo que es inevitable y necesario convocar -como en otros casos históricos relevantes ocurridos en otras sociedades más maduras y democráticas- el establecimiento de una COMISIÓN DE LA VERDAD, mediante la realización de un llamado público generalizado, independiente y transparente -pues estoy convencido de que los políticos y otros actores similares, debido a sus grandes intereses en ocultar todo este tema, no estarían nunca interesados en llevar a cabo esta convocatoria en el ámbito del Parlamento-. Todas las organizaciones independientes y privadas, sinceramente interesadas en el futuro y en la transparencia democrática para España, deberían unir esfuerzos para trabajar de manera conjunta en esta causa primordial. Así lo deberían también hacer otros países no menos implicados en casos similares de corrupción e irresponsabilidad extremas. Se lo debemos a nuestros hijos.

Saturday, November 14, 2009

No desconecten el Respirador Artificial, por favor!

Se han conocido en las últimas horas las cifras sobre la evolución del PIB en Europa. En los últimos doce meses, a octubre de 2009, la caída del PIB es del 4,1 por ciento para la zona euro, y del 4,3 para la Europa de los 27. Alemania, de lejos la principal potencia de la región muestra cifras muy negativas (-4,8%); y El Reino Unido y España, profundamente inmersos en la crisis por sus propias causas, los abusos extremos y la irresponsabilidad de los dirigentes y usuarios que los llevaron a la debacle en la banca y en la industria de la construcción, respectivamente, siguen acusando problemas severos que se reflejan en las respectivas caídas de su PIB en los últimos doce meses, -5,2% y -4%.

La evolución de las estadísticas en los dos últimos trimestres muestran una endeble mejoría en Alemania y Francia, cuyos PIB han crecido modestamente 0,7% y 0,3%, respectivamente a finales de octubre de 2009, siguiendo la tendencia positiva pero muy pobre del trimestre inmediatamente anterior.

En El Reino Unido y España, las cifras hasta octubre siguen siendo negativas con relación al trimestre anterior, -0,4% y -0,3%, respectivamente, mostrando la realidad distinta y peculiar en estos países.

Muchos políticos y comentaristas han aprovechado la publicación de las anteriores cifras para comentar, sin perder un sólo minuto, que la recuperación ya ha llegado en el ámbito de las grandes potencias europeas, o que está por llegar en los países más pequeños como es el caso de Italia y de España.

Me temo que voy a tener que apaciguar la euforia desmedida. La economía mundial está aún en entredicho. Las enormes ayudas y cuantiosos rescates a bancos y a otros actores económicos, se han agotado -a un costo fiscal enorme y muy peligroso para la estabilidad futura de las economías y su propia recuperación-; en la zona Euro, por ejemplo, el déficit fiscal es aún manejable -2% del PIB-, pero en España, se está saliendo de control -se acerca peligrosamente al 10% del PIB-. Estos nuevos excesos tendrán, sin ninguna duda, graves consecuencias futuras en cuanto a la estabilidad monetaria y cambiaria se refiere, y en relación, especialmente, con la limitación obligada de la futura inversión social pública.

Y como lo sugería el profesor Jeffrey Sachs en su reciente artículo en el Financial Times del 10 de noviembre de 2009, los gobiernos -refiriéndose de manera específica al de Obama- han metido a los países en enormes déficits fiscales en medio de la presente crisis, sin haber tenido en cuenta que la tarea más prioritaria ha debido ser la de rescatar el crecimiento de la actividad productiva en las economías mediante programas de estímulo fiscal orientados a sectores estructurales prioritarios para la sociedad y el futuro de la misma, tales como la educación, la salud, la investigación y la construcción de infraestructura productiva en transportes, comunicaciones y energías renovables y de baja contaminación, etc.; dicho estímulo fiscal, estima el profesor Sachs, hubiera contribuído tanto a proteger como a generar empleos estables y duraderos, al paso que hubiera también extendido de manera enorme la rentabilidad social de dichas inversiones.

Pero, veamos a continuación, algunas otras de las razones que me llevan a ser un poco más prudente que muchos con el pronóstico de la actividad económica futura.

El índice ZEW de confianza económica en Alemania -por ejemplo-, país que sabemos es el gran motor de la economía europea, ha vuelto a caer en noviembre de 2009 a 51,1 de 56,0 que registraba en el mes de octubre. No por casualidad, el índice del sentimiento del consumidor -Reuters y Universidad de Michigan- en los EE.UU volvió también a caer en noviembre de 2009, al mínimo de tres meses, registrando la cifra de 66 frente a la de 70,6 alcanzada en octubre anterior. Desafortunadamente, estos índices nos podrían estar presagiando una pésima temporada de ventas en las festividades navideñas -crucial para la mayoría de distribuidores al consumidor final-, confirmando así la reestructuración que se viene dando en la utilización del ingreso disponible por parte de los hogares, al estar prefiriendo el ahorro al consumo: es decir, prefiriendo la prudencia frente a la tradicional irresponsable frivolidad a costa de niveles mayores de gravoso endeudamiento. Ésta es probablemente una de las grandes enseñanzas de la actual crisis: el consumidor podría estar cambiando sus patrones de consumo de forma radical y permanente. Mala señal ésta para las empresas acostumbradas al consumo fácil y desmedido de sus productos, sin ofrecer realmente valor y utilidad objetiva a sus consumidores.

De otra parte, en Italia y España, especialmente, siguen cayendo la inversión y el consumo. La producción Industrial, por ejemplo, disminuyó en ambos países en septiembre de 2009, último mes para el que se tienen cifras, en -5,3% y -1,4%, respectivamente, cuando el promedio de crecimiento en la zona Euro fué del 0,3% en el mismo período. Las ventas al por menor, por su parte, volvieron a caer en septiembre en España en el 1%, al mismo tiempo que en la Europa de los 27 sólamente disminujyeron en un 0,4%.

Es inexplicable, entonces, sino se tiene en cuenta la especulación que todo lo distorsiona, la euforia reinante en el mercado bursátil y la excesiva alegría, quien lo podría imaginar, en el índice bursátil más modesto de Europa -el Ibex 35, que está representado en un más del 60% por sólo cuatro ó cinco empresas españolas- y que, en medio de la actual crisis pronunciada del país y sus lúgubres perspectivas a corto y mediano plazos, ha subido este año en más del 60 por ciento desde los bajos de marzo de 2009.

En las próximas semanas conoceremos los resultados reales de las ventas navideñas en los principales países -las cuales me temo van a ser más modestas de lo esperado por muchos-. Lamentablemente, tendremos que volver a poner los "piés en el suelo", especialmente en el ámbito de los mercados bursátiles y de los despachos ministeriales de muchos países, especialmente en España. Como consecuencia de lo anterior, conoceremos nuevas cifras de desempleo creciente, tanto en Europa como en los EE.UU. y otros países.

Ante este panorama, los gobiernos no deberían desestimar la gravedad de esta Gran Recesión y sus imborrables consecuencias. Sin duda, si desconectamos el respirador artificial de la economía mundial en los próximos meses -como ya lo están insinuando varios políticos prominentes, que debería hacerse pronto-, veremos materializar una nueva caída en la actividad económica mundial, tal y como lo prevée que ocurriría en estas circunstancias, la teoría de la reactivación económica frente a problemas severos de demanda agregada.

Quizas esta penosa situación sea la única razón por la cual la sociedad, al final de todo este doloroso episodio económico y social que ha materializado esta Gran Recesión, se dedicará de manera más seria, febril y sostenida al mejoramiento de los fundamentos claves para un futuro verdaderamente saludable y estable para la sociedad. Y ello sólo se logrará mediante una gran inversión en educación y salud -principalmente-, enfrentando así de una vez por todas las verdaderas causas del penoso cáncer de la pobreza estructural en tantos países hoy en día, incluyendo -claro está- a las principales potencias del mundo.

Sunday, November 1, 2009

El consumo y la inversión productiva no reaccionan



El problema es severo. Como lo podemos observar en el gráfico anterior, que ha sido tomado del Instituto Nacional de Estadística español, el gasto en consumo y la inversión continuan deteriorándose de manera significativa luego de varios años de crecimiento sostenido. Debemos recordar que las dos variables mencionadas -consumo e inversión- constituyen el grueso del Producto Interno Bruto -PIB- de toda economía. Lo anterior explica que, como es de esperarse, el PIB español haya decrecido en el 4,1 por ciento al finalizar el tercer trimestre de 2009 con relación al mismo período de 2008.

Naturalmente, lo contrario viene ocurriendo con la tasa de ahorro de las familias. Como sabemos, el ingreso disponible familiar que no se utiliza para el consumo se convierte de manera automática en ahorro. A finales del tercer trimestre de 2009 la tasa de ahorro de las familias españolas era equivalente al 17,5 por ciento de su ingreso disponible, y era marcadamente superior a la tasa de ahorro que era del 10,5 por ciento a comienzos de la actual crisis -primer trimestre de 2008-.

Por lo anterior, no obstante que el aumento del ahorro es un hecho positivo en el más largo plazo para toda economía -pues el ahorro es la base de la inversión productiva a mediano y largo plazos-, en el corto plazo y en medio de la actual contracción de la economía española, el veloz aumento de la tasa de ahorro se reflejará en un mayor deterioro futuro del consumo y, por ende, de la demanda agregada y del PIB.

Al mismo tiempo que lo anterior viene ocurriendo, el índice de confianza -tanto de consumidores como de inversores- se viene deteriorando también en la economía española. Es natural que ante dicho panorama tanto los unos como los otros se sientan pesimistas y, como consecuencia, tengan la tendencia a limitar aún más en el futuro sus gastos de consumo y de inversión. Este es el efecto "bola de nieve" que hay que detener e invertir si es que se desea volver al camino del crecimiento económico sostenible. El problema es que lograr este objetivo es sumamente díficil en el caso que nos ocupa, especialmente cuando se ha destruído la confianza de los principales actores económicos. Para tener una idea de la magnitud del problema que se afronta en España, sólo basta constatar que la economía del Japón ha perdido las dos últimas décadas como consecuencia de no haber podido manejar con solvencia y efectividad problemas -muy similares a los existentes en España- en sus sectores de la construcción y de la banca. Se permitieron enormes abusos y no se reguló con efectividad la actividad económica, especialmente aquella dominada por sectores monopólicos ó claramente ineficientes.

Por lo anterior, es imperativo que el gobierno español trabaje sin ahorrar esfuerzo alguno para recuperar la confianza en su economía. No se trata solamente de otorgar subsidios pasajeros para la compra de vehículos como se viene haciendo en la actualidad -a un enorme costo fiscal y social-, esperando con ello que las cifras del consumo parezcan mejores en el corto plazo. No es conveniente que se trate de engañar de esta manera a la sociedad. Lo que se requiere, es un esfuerzo doloroso, profundo y continuado para restructurar una economía que no es ni competitiva internacionalmente -limitando así su fuente de crecimiento externo-, ni eficiente ni productiva internamente -perpetuando de esta manera sus altísimos niveles de desempleo- los cuales, entre otras cosas, se encontraban a niveles socialmente inaceptables a finales de octubre de 2009. Recuérdese, por ejemplo, que la tasa de desempleo para los menores de 25 años en España es ya superior al 40 por ciento, al paso que aquella para hombres y mujeres -en promedio- se encuentra alrededor del 19 por ciento, representando no sólo la peor tasa de paro en Europa sino una de las más altas en todo el mundo.

En síntesis, la economía española no se puede dar el lujo de permitir un continuado deterioro en sus signos vitales: el empleo, el consumo y la inversión productiva. Se equivocan quienes piensan que la actividad económica se recuperará en el país al paso de la recuperación en Europa o en otros continentes. Ello no será así pues los problemas que se afrontan son en gran medida de "cosecha interna". La solución a esta crisis está, entre otras acciones, en una inversión masiva y de largo plazo en formación de recursos humanos productivos; en investigación y desarrollo; y en mejoramiento notable de la competitividad internacional. Lo demás constituye sólo malgasto de escasos recursos valiosos, en ayuda de políticos con visión de muy corto plazo.