Se ha escrito sin pausa en la prensa española e internacional sobre la grave situación económica actual, sus increíbles orígenes, sus dañinas consecuencias inmediatas y con relación a algunas de sus más sorprendentes secuelas. Hoy ya nadie discute que la crisis representa la más penosa situación, en especial en materia de desempleo y penuria social para millones de familias, desde lo acontecido en la Gran Depresión del siglo pasado.
La mayoría de los economistas, centros de investigación, bancos centrales y organismos internacionales se equivocaron todos en materia muy grave: no vieron venir la crisis, y una vez iniciada, tampoco comprendieron su verdadera dimensión. Todos, casi al unísono, se empeñaron en hablar durante muchos meses de que se trataba sólo de una desaceleración cíclica del ritmo de actividad. Los pocos que opinaban lo contrario, fueron tildados –por lo menos- de catastrofistas.
Los políticos de turno intentaron en una u otra ocasión negar, disminuir o desdibujar la compleja realidad, probablemente a sabiendas de que la gran mayoría de la población estaba ya sufriendo, y sufriría aún más, las consecuencias de actos de irresponsabilidad sin precedentes por parte ellos mismos y de otros contados actores económicos y sociales, encabezados por unos cuantos banqueros, constructores y diversos agentes especuladores.
Pero la cruda realidad, más de 24 meses después de haberse iniciado formalmente la Gran Recesión y de millones de millones de dólares gastados en rescate de bancos y paquetes de estímulo fiscal, sigue mostrando los daños –en muchos casos irreparables-causados. En efecto, en febrero de 2010 en EE.UU se destruyeron 36.000 puestos de trabajo y en España más de 80.000. Reconocidos académicos advierten que millones de los trabajos destruidos nunca se podrán recuperar. El presidente de la firma OHL, una de las más prestigiosas empresas constructoras en España, afirmó que 1.000.000 de empleos locales perdidos en la construcción no volverán a crearse. Muy grave para una economía que adolece de competitividad y productividad a nivel internacional.
Pero, con alta probabilidad, cosas aún más graves podrían ocurrir. En el caso griego, por ejemplo, el nuevo gobierno elegido en octubre anterior ha tenido que enfrentar en los últimos meses la más cruda afrenta financiera en los mercados internacionales al haber constatado que las cifras económicas oficiales habían venido siendo manipuladas y falseadas; en particular, el déficit fiscal del país –se comprobó- es de cerca del 13% del PIB y no inferior al 4% como se hacía creer sólo hace algunos meses. La UE sólo permite que sus miembros registren –como máximo- 3% de déficit.
Como consecuencia de lo anterior, Grecia ha tenido serias dificultades para refinanciar vencimientos próximos de su cuantiosa deuda externa –superior en un 130% al PIB- y, no obstante haber recibido el apoyo político claro de Alemania y Francia, parece estar condenada a pagar un interés con una enorme prima por encima de los niveles de la deuda de otros países de la zona Euro. Esta situación le está acarreando a Grecia aún mayores problemas de financiación, los cuales podrían llevarla a una situación insostenible; muy probablemente el país se verá en la necesidad de ser rescatado de manera formal de su propia crisis, tal y como hemos visto ha ocurrido con muchos bancos en el pasado reciente. La UE y el FMI tendrían que salir a su rescate.
Aún así, para muchos analistas independientes la situación es aún más grave. El profesor Martin Feldstein, de la universidad de Harvard, declaró el pasado 12 de febrero que el Euro no estaba funcionando. Días más tarde, el financista George Soros aseveró que la moneda común se podría desintegrar a no ser que la UE se transformara en una verdadera “Unión Política”.
Otros observadores independientes y de indiscutible prestigio académico van aún más lejos. El profesor de Princeton Paul Krugman, por ejemplo, dijo en su reciente columna del New York Times “Anatomy of a Euromess” ( 9 de febrero de 2010) que “…si bien es cierto que Grecia está contra la pared…el tamaño de su economía es muy pequeño…” para causar una grave e irremediable crisis en el Euro. Desde el punto de vista económico, continuó escribiendo el Dr. Krugman “…el corazón de la crisis está en España, cuya economía es mucho más grande…”.
Y, evidentemente, si -como lo creemos- los supuestos utilizados por el Gobierno del Sr. Zapatero y su ministra de Economía la Sra. Salgado no están correctos, cuando justifican el mejoramiento de la actividad económica en España en el curso de los próximos trimestres, la realidad terminará siendo que el mayor reto para Europa y para el Euro podría ser la grave encrucijada fiscal y financiera en la cual se podría encontrar España en los próximos semestres. Sin duda, ella podría ser la verdadera tragedia griega. Para evitarla, debería pedírsele a la sociedad entera, especialmente a los más ricos –y en particular a las grandes empresas que usufrutuaron los años de las “vacas gordas”- una contribución tributaria única y especial. A manera de reinversión modesta -para ellos- de enormes utilidades acumuladas en los años anteriores. Sería un noble gesto -además de indispensable, creemos- para el futuro despejado y la estabilidad vital del país hoy en entredicho. Con soluciones como los “paños de aguas tibias” que se discuten al más alto nivel por estos días en el seno de los partidos políticos no se iría a puerto seguro.
Tuesday, March 9, 2010
Sunday, February 14, 2010
Spain...Spain...more Pain to come?
I read today in The New York Times that Goldman Sachs helped Greece to borrow billions quietly in a deal "...hidden from plubic view because it was treated as a currency trade rather than a loan..."; and it goes saying "...that deal...helped Athens to meet Europe´s deficit rules while continuing to spend beyond its means".
For quite some time now, many independent observers around the world have entertained doubts about the accuracy of the economic statistical data that have been provided by the government of Spain; many analysts have rightly pointed out that the recent fall in Spain´s GDP (-3.8%)during this Great Depression in this country, at least as seen from the horrific unemployment figures, does not quite correspond to the plunge that one might had expected. In simpler words, given the existing high Unemployment rates, the huge fall in both Productive Investment and Consumption and the significant plunge in its Construction and Tourism sectors, the Spanish economy could have been expected to fall even more than, for instance, the usually strong German Economy whose GDP actually fell (-6%) throughout the same period.
Based on the recent information published about Goldman Sachs as mentioned above (see The New York Times "Wall St. Helped Greece to Mask Debt Fueling Europe´s Crisis", February 14, 2010), we can now rest assure that it is just a matter of time for all of us to be able to fully understand why is it that many were not able to quite get why the Spanish Economic Data did not quite appear to fit any model.
Indeed, it is going to be even more painful for Spaniards -in permanent state of denial- to find out that their country, and not just Greece, also made itself readily available to make use of Goldman Sachs´ or someone else´s derivatives to mask their own real debt levels and, of course, the very weak condition of the health of their seriously ill economy.
There is certainly more Pain to come to Spain. And someone is going to have to pay the Political price for such a misguided behaviour. Perhaps we are witnessing the last days of the Zapatero Government and those of the misplaced Spanish Economic Model that only brought fortunes to quite a lot of polititians and fewer bankers and builders.
For quite some time now, many independent observers around the world have entertained doubts about the accuracy of the economic statistical data that have been provided by the government of Spain; many analysts have rightly pointed out that the recent fall in Spain´s GDP (-3.8%)during this Great Depression in this country, at least as seen from the horrific unemployment figures, does not quite correspond to the plunge that one might had expected. In simpler words, given the existing high Unemployment rates, the huge fall in both Productive Investment and Consumption and the significant plunge in its Construction and Tourism sectors, the Spanish economy could have been expected to fall even more than, for instance, the usually strong German Economy whose GDP actually fell (-6%) throughout the same period.
Based on the recent information published about Goldman Sachs as mentioned above (see The New York Times "Wall St. Helped Greece to Mask Debt Fueling Europe´s Crisis", February 14, 2010), we can now rest assure that it is just a matter of time for all of us to be able to fully understand why is it that many were not able to quite get why the Spanish Economic Data did not quite appear to fit any model.
Indeed, it is going to be even more painful for Spaniards -in permanent state of denial- to find out that their country, and not just Greece, also made itself readily available to make use of Goldman Sachs´ or someone else´s derivatives to mask their own real debt levels and, of course, the very weak condition of the health of their seriously ill economy.
There is certainly more Pain to come to Spain. And someone is going to have to pay the Political price for such a misguided behaviour. Perhaps we are witnessing the last days of the Zapatero Government and those of the misplaced Spanish Economic Model that only brought fortunes to quite a lot of polititians and fewer bankers and builders.
Monday, November 30, 2009
Más palabras?
La economía mundial enfrenta un serio reto en los próximos meses. Habrán sido suficientes los trillones de dólares en préstamos sin coste o a muy bajo precio -el famoso "Quantitative Easing -QE-" y los cientos de miles de millones en estímulos fiscales en las diversas economías?; ya lo veremos. Personalmente creo que, en general, los primeros sólo han ayudado a los bancos a continuar manipulando los valores de sus activos con los excesos de liquidez otorgados por las diversas bancas centrales y, consecuentemente, los de sus "beneficios" contables, más no reales. En cuanto a los estímilos fiscales, se ha hecho poco y, probablemente, muy tarde. No ha ayudado en nada, además, que los bancos no están prestando dinero en la cuantía en que lo deberían estar haciendo. Están tapando los "huecos" que saben tienen en sus estados financieros y de los cuales no han querido hablar, no obstante que el FMI habla de pérdidas superiores a los 1.3 trillones de dólares aún sin declarar.
Es muy probable que la incipiente y lánguida recuperación en el crecimiento del PIB en Estados Unidos, Alemania y Francia en el tercer trimestre de 2009, sólo sea el obvio y esperado resultado del "respirador artificial" suministrado a las economías por los gobiernos a través de sus paquetes de estímulo fiscal y no, como creen muchos, el comienzo de la salida de la profunda crisis actual. El fin del programa de "cash for clunkers" a finales de agosto de 2009, con subsidios otorgados por el gobierno hasta por valor de 4.500 dólares por individuo para comprar vehículos nuevos y así rescatar a las firmas producgtoras de su peor situación en la historia, claramente demostró -al caer las ventas en septiembre de manera muy precipitada- que la economía, y especialmente el consumidor, no se pueden mantener sin el mencionado "respirador artificial". El panorama no es positivo en los EE.UU en lo que tiene que ver con el consumidor y sus verdaderas intenciuones se gasto presente o futuro y, como consecuencia, la inversión empresarial productiva tampoco reacciona.
Por el otro lado, Japón ha entrado en una senda deflacionista en las últimas semanas -la cual conoce muy bien y le recuerda el fantasma de sus dos décadas perdidas-, y por ello está pensando en volver a iniciar sus programas de "QE" para la economía. En efecto, no es tampoco nada bueno el panorama en la segunda economía del mundo.
En medio de toda esta grave situación, el gobierno de Zapatero en España acaba de anunciar que ya tiene la formula para arreglar todo; una nueva ley y un nuevo programa económico para sacar al país del caos en el que se encuentra y desarrollar su economía de manera sostenible y estable. Dice, en efecto, que tiene la Panacea.
Increíble que tengamos aún gobiernos en el mundo que crean que a través de la promulgación de nuevas leyes improvisadas a las carreras se pueda encontrar la panacea a graves y profundos males estructurales que, además, llevan décadas gestándose. No Sr. Zapatero!; lo que el país y su economía requieren con urgencia es dedicar los próximos 30 años -al menos- a solucionar el atraso en educación, investigación, competitividad internacional y productividad con relación a Europa y el resto del mundo industrializado y en vigoroso proceso de desarrollo como es, éste último, el caso de China e India. En suma, hay que hacer avanzar al país sobre bases serias y sólidas y no simplemente sobre negocios pasajeros y volátiles como los de la construcción y otros similares, en los cuales unos pocos participantes contados con los dedos de una mano terminan llevándoselo todo y la gran mayoría salen profundamente perjudicados -recuérdese el 20 por ciento de desempleo actual en España, uno de los niveles más altos del mundo-.
Leeremos a conciencia el nuevo proyecto de panacea -perdón de ley-, y hablaremos en detalle sobre él en su momento oportuno. Pero, a primera vista, me suena a sólo a más y más palabras para encontrar un final feliz al cuento de "pan y circo" de los políticos irresponsables sin causas serias.
Es muy probable que la incipiente y lánguida recuperación en el crecimiento del PIB en Estados Unidos, Alemania y Francia en el tercer trimestre de 2009, sólo sea el obvio y esperado resultado del "respirador artificial" suministrado a las economías por los gobiernos a través de sus paquetes de estímulo fiscal y no, como creen muchos, el comienzo de la salida de la profunda crisis actual. El fin del programa de "cash for clunkers" a finales de agosto de 2009, con subsidios otorgados por el gobierno hasta por valor de 4.500 dólares por individuo para comprar vehículos nuevos y así rescatar a las firmas producgtoras de su peor situación en la historia, claramente demostró -al caer las ventas en septiembre de manera muy precipitada- que la economía, y especialmente el consumidor, no se pueden mantener sin el mencionado "respirador artificial". El panorama no es positivo en los EE.UU en lo que tiene que ver con el consumidor y sus verdaderas intenciuones se gasto presente o futuro y, como consecuencia, la inversión empresarial productiva tampoco reacciona.
Por el otro lado, Japón ha entrado en una senda deflacionista en las últimas semanas -la cual conoce muy bien y le recuerda el fantasma de sus dos décadas perdidas-, y por ello está pensando en volver a iniciar sus programas de "QE" para la economía. En efecto, no es tampoco nada bueno el panorama en la segunda economía del mundo.
En medio de toda esta grave situación, el gobierno de Zapatero en España acaba de anunciar que ya tiene la formula para arreglar todo; una nueva ley y un nuevo programa económico para sacar al país del caos en el que se encuentra y desarrollar su economía de manera sostenible y estable. Dice, en efecto, que tiene la Panacea.
Increíble que tengamos aún gobiernos en el mundo que crean que a través de la promulgación de nuevas leyes improvisadas a las carreras se pueda encontrar la panacea a graves y profundos males estructurales que, además, llevan décadas gestándose. No Sr. Zapatero!; lo que el país y su economía requieren con urgencia es dedicar los próximos 30 años -al menos- a solucionar el atraso en educación, investigación, competitividad internacional y productividad con relación a Europa y el resto del mundo industrializado y en vigoroso proceso de desarrollo como es, éste último, el caso de China e India. En suma, hay que hacer avanzar al país sobre bases serias y sólidas y no simplemente sobre negocios pasajeros y volátiles como los de la construcción y otros similares, en los cuales unos pocos participantes contados con los dedos de una mano terminan llevándoselo todo y la gran mayoría salen profundamente perjudicados -recuérdese el 20 por ciento de desempleo actual en España, uno de los niveles más altos del mundo-.
Leeremos a conciencia el nuevo proyecto de panacea -perdón de ley-, y hablaremos en detalle sobre él en su momento oportuno. Pero, a primera vista, me suena a sólo a más y más palabras para encontrar un final feliz al cuento de "pan y circo" de los políticos irresponsables sin causas serias.
Saturday, November 21, 2009
La Comisión de la Verdad
Dejaré descansar hoy a mis lectores de cifras y estadísticas sobre la evolución de la economía, el desempleo, el consumo ó la producción. Quien desee revisar en detalle datos y magnitudes sobre nuestros problemas económicos actuales está muy cordialmente invitado a leer mis artículos anteriores en este mismo blog.
Intentaré más bien, tratar de entender las razones por las cuales la sociedad, en general, no se ha manifestado sobre la inaplazable necesidad de establecer una instancia mediante la cual se pueda aclarar la verdad con relación a la grave realidad económica y social actual, aún desdibujada y opaca, de tal manera que los ciudadanos de la calle podamos conocer y comprender qué es lo que realmente ha venido ocurriendo en los últimos años con nuestra economía. Y me temo que la situación es bastante similar en diversas latitudes.
En los últimos días, por ejemplo, el señor Geithner -Secretario del Tesoro de los EE.UU- no pudo admitir, ni con mínima honestidad ni pudor -elementales características éstas de una persona ponderada en su cargo- la responsabilidad que le atañe a la autoridad económica en ese país por la magnitud actual del descalabro económico y financiero, que debemos recordar es el peor de la historia de los Estados Unidos desde la Gran Depresión de los años 30s el siglo pasado. Al ser interrogado una y otra vez en el seno del Congreso de su país, sobre si iba a renunciar por su falta de acciones efectivas ante la frustrante y compleja realidad que se vive actualmente en esa economía, no dudó en continuar con su conocida tónica de repetir -hasta el cansancio- que la economía se venía mejorando día a día, tal y como lo venían reflejando, según él, los principales indicadores. Es evidente que el Secretario de Hacienda norteamericano parece no percatarse aún de las pésimas cifras del creciente y gravísimo nivel de desempleo que se vive en su país. Muy probablemente, el Sr. Geithner sólo observa -entre otros datos- el nivel de utilidades que continua generando de manera masiva la firma de inversiones Goldman Sachs -su antiguo empleador-, quien fuera receptor de manera directa e indirecta de billones de dólares en préstamos y rescates bancarios otorgados tanto por el Sr. Geithner como por su antecesor al frente de dicho ministerio, el Sr. Paulson, éste último también ex-empleado de la misma firma de inversión (ver más sobre este tema en los diversos artículos escritos de manera reciente por el señor Matt Taibbi en la revista Rolling Stone).
Es evidente que en los Estados Unidos, no obstante que el debate público está ahora casi totalmente centrado en la reforma de su injusto sector de la salud, al menos se han podido escuchar algunas tenues voces de descontento sobre la irresponsabilidad de banqueros, constructores y reguladores en las acciones u omisiones que llevaron a la economía norteamericana a su grave crisis actual. De manera lamentable, éste no es el caso -como debería serlo- en otros países que ni siquiera han iniciado un modesto debate sobre las verdaderas causas y los verdaderos responsables de la crisis.
Al escuchar en directo el debate aludido en el congreso norteamericano, transmitido por alguna cadena de televisión internacional, no pude evitar recordar el espectáculo que se viene viviendo en otras naciones, especialmente en España, en donde de manera similar al caso del Sr. Geithner, tanto el Sr. Zapatero -Presidente del Gobierno español- como la señora Salgado -su ministra de economía-, cada dos ó tres semanas vuelven a insistir en que estamos al otro lado de la crisis. En efecto, el Sr. Zapatero ha vuelto a mencionar hace pocos días que "...saldremos de esta crisis un trimestre antes o un trimestre después...". Muy inteligente comentario, además de respetuosa frase con los ciudadanos, Sr. presidente. Claro, siempre habrá un trimestre en que aquello deba ocurrir, aunque sea más tarde que temprano!
Cómo se nota también, al igual que en el caso con el Sr. Geithner en los EE.UU, que en España ninguno de los dos portavoces mencionados forma parte de los ejercitos de desempleados, hoy victimas de esta cruel realidad causada por unos pocos.
Y no debemos olvidar que la Gran Recesión actual, y sus brutales consecuencias de paro y hambre para millones en España como en otros países, fue causada directamente por el abuso y la irresponsabilidad -y según los procesos penales en curso, por la deshonestidad y corrupción- de un puñado de políticos quienes, en su momento, se embolsillaron gruesas utilidades ilícitas a lo largo del período de gestación de la absurda "burbuja inmobiliaria" generada y promovida también por algunos constructores, especuladores y banqueros bien conocidos. La ciudad de Madrid -en su zona norte-, por ejemplo, con sus cuatro edificios nuevos construídos -como símbolo imborrable de esta época de burbujas inmobiliarias sin precedentes-, nunca podrá olvidar esta penosa tragedia económica y social que se refleja en haber alcanzado ya en España una altísima y humillante tasa del 20 por ciento de desempleo, ciertamente la peor de toda Europa y una de las más altas del mundo.
Y, aunque parezca increible, hasta el momento no existe ningún debate público y democrático serio -abierto y transparente- que permita abrigar la esperanza de que -algún día- los responsables de este descalabro histórico vayan a tener que pagar por sus graves daños causados a la economía y a la sociedad entera.
Habida cuenta de lo anterior, y con base en las cifras recién publicadas de confianza del consumidor -en vísperas de la importante época navideña de ventas que se acerca para miles y miles de empresas-, y aquellas para el consumo y la inversión productiva que han empezado a deteriorarse nuevamente -luego de algunos meses de leve mejoría, gracias a los diversos pero precarios programas de estímulo fiscal ejecutados-, será inevitable registrar un deterioro futuro aún mayor en las cifras de paro de los próximos meses. No es improbable, por ejemplo, que en el 2010 estemos hablando de un desempleo en España cercano al 25 por ciento -equivalente a más de 5 millones de personas sin trabajo-.
Así las circunstancias, no es ni razonable ni prudente -para un futuro saludable y justo para la sociedad- que se siga ignorando la necesidad de adelantar un gran debate público -tal y como se ha venido haciendo hasta ahora-, como sino hubiera ocurrido nada. Una democracia madura -y probablemente España no lo es aún- debería ventilar sus problemas con vigor y tranparencia constructivos, como única alternativa para preparar remedios y políticas efectivos. Los costes de toda esta lamentable crisis -no sólo en términos estrictamente económicos en recursos financieros perdidos y no generados, sino especialmente en materia social, representados en secuelas perdurables e inimaginables de frustración para millones de jovenes y pobreza para amplias capas de la población- son de enorme magnitud, además de muy profundos y duraderos.
Por todo ello, se impone la necesidad de hacer un cuidadoso examen público sobre el papel que jugaron los responsables directos, los actores -pasivos y activos- y los beneficiarios de todo este penoso desplome. Lo anterior es necesario a fin de que la sociedad pueda conocer la verdad de los hechos y, por supuesto, para que dichas circunstancias -penosas e inadmisibles- no se vuelvan a repetir. No debemos olvidar, repito, que nos encontramos frente a la peor tragedia económica y social del país en la historia reciente.
Habida cuenta de lo anterior, creo que es inevitable y necesario convocar -como en otros casos históricos relevantes ocurridos en otras sociedades más maduras y democráticas- el establecimiento de una COMISIÓN DE LA VERDAD, mediante la realización de un llamado público generalizado, independiente y transparente -pues estoy convencido de que los políticos y otros actores similares, debido a sus grandes intereses en ocultar todo este tema, no estarían nunca interesados en llevar a cabo esta convocatoria en el ámbito del Parlamento-. Todas las organizaciones independientes y privadas, sinceramente interesadas en el futuro y en la transparencia democrática para España, deberían unir esfuerzos para trabajar de manera conjunta en esta causa primordial. Así lo deberían también hacer otros países no menos implicados en casos similares de corrupción e irresponsabilidad extremas. Se lo debemos a nuestros hijos.
Intentaré más bien, tratar de entender las razones por las cuales la sociedad, en general, no se ha manifestado sobre la inaplazable necesidad de establecer una instancia mediante la cual se pueda aclarar la verdad con relación a la grave realidad económica y social actual, aún desdibujada y opaca, de tal manera que los ciudadanos de la calle podamos conocer y comprender qué es lo que realmente ha venido ocurriendo en los últimos años con nuestra economía. Y me temo que la situación es bastante similar en diversas latitudes.
En los últimos días, por ejemplo, el señor Geithner -Secretario del Tesoro de los EE.UU- no pudo admitir, ni con mínima honestidad ni pudor -elementales características éstas de una persona ponderada en su cargo- la responsabilidad que le atañe a la autoridad económica en ese país por la magnitud actual del descalabro económico y financiero, que debemos recordar es el peor de la historia de los Estados Unidos desde la Gran Depresión de los años 30s el siglo pasado. Al ser interrogado una y otra vez en el seno del Congreso de su país, sobre si iba a renunciar por su falta de acciones efectivas ante la frustrante y compleja realidad que se vive actualmente en esa economía, no dudó en continuar con su conocida tónica de repetir -hasta el cansancio- que la economía se venía mejorando día a día, tal y como lo venían reflejando, según él, los principales indicadores. Es evidente que el Secretario de Hacienda norteamericano parece no percatarse aún de las pésimas cifras del creciente y gravísimo nivel de desempleo que se vive en su país. Muy probablemente, el Sr. Geithner sólo observa -entre otros datos- el nivel de utilidades que continua generando de manera masiva la firma de inversiones Goldman Sachs -su antiguo empleador-, quien fuera receptor de manera directa e indirecta de billones de dólares en préstamos y rescates bancarios otorgados tanto por el Sr. Geithner como por su antecesor al frente de dicho ministerio, el Sr. Paulson, éste último también ex-empleado de la misma firma de inversión (ver más sobre este tema en los diversos artículos escritos de manera reciente por el señor Matt Taibbi en la revista Rolling Stone).
Es evidente que en los Estados Unidos, no obstante que el debate público está ahora casi totalmente centrado en la reforma de su injusto sector de la salud, al menos se han podido escuchar algunas tenues voces de descontento sobre la irresponsabilidad de banqueros, constructores y reguladores en las acciones u omisiones que llevaron a la economía norteamericana a su grave crisis actual. De manera lamentable, éste no es el caso -como debería serlo- en otros países que ni siquiera han iniciado un modesto debate sobre las verdaderas causas y los verdaderos responsables de la crisis.
Al escuchar en directo el debate aludido en el congreso norteamericano, transmitido por alguna cadena de televisión internacional, no pude evitar recordar el espectáculo que se viene viviendo en otras naciones, especialmente en España, en donde de manera similar al caso del Sr. Geithner, tanto el Sr. Zapatero -Presidente del Gobierno español- como la señora Salgado -su ministra de economía-, cada dos ó tres semanas vuelven a insistir en que estamos al otro lado de la crisis. En efecto, el Sr. Zapatero ha vuelto a mencionar hace pocos días que "...saldremos de esta crisis un trimestre antes o un trimestre después...". Muy inteligente comentario, además de respetuosa frase con los ciudadanos, Sr. presidente. Claro, siempre habrá un trimestre en que aquello deba ocurrir, aunque sea más tarde que temprano!
Cómo se nota también, al igual que en el caso con el Sr. Geithner en los EE.UU, que en España ninguno de los dos portavoces mencionados forma parte de los ejercitos de desempleados, hoy victimas de esta cruel realidad causada por unos pocos.
Y no debemos olvidar que la Gran Recesión actual, y sus brutales consecuencias de paro y hambre para millones en España como en otros países, fue causada directamente por el abuso y la irresponsabilidad -y según los procesos penales en curso, por la deshonestidad y corrupción- de un puñado de políticos quienes, en su momento, se embolsillaron gruesas utilidades ilícitas a lo largo del período de gestación de la absurda "burbuja inmobiliaria" generada y promovida también por algunos constructores, especuladores y banqueros bien conocidos. La ciudad de Madrid -en su zona norte-, por ejemplo, con sus cuatro edificios nuevos construídos -como símbolo imborrable de esta época de burbujas inmobiliarias sin precedentes-, nunca podrá olvidar esta penosa tragedia económica y social que se refleja en haber alcanzado ya en España una altísima y humillante tasa del 20 por ciento de desempleo, ciertamente la peor de toda Europa y una de las más altas del mundo.
Y, aunque parezca increible, hasta el momento no existe ningún debate público y democrático serio -abierto y transparente- que permita abrigar la esperanza de que -algún día- los responsables de este descalabro histórico vayan a tener que pagar por sus graves daños causados a la economía y a la sociedad entera.
Habida cuenta de lo anterior, y con base en las cifras recién publicadas de confianza del consumidor -en vísperas de la importante época navideña de ventas que se acerca para miles y miles de empresas-, y aquellas para el consumo y la inversión productiva que han empezado a deteriorarse nuevamente -luego de algunos meses de leve mejoría, gracias a los diversos pero precarios programas de estímulo fiscal ejecutados-, será inevitable registrar un deterioro futuro aún mayor en las cifras de paro de los próximos meses. No es improbable, por ejemplo, que en el 2010 estemos hablando de un desempleo en España cercano al 25 por ciento -equivalente a más de 5 millones de personas sin trabajo-.
Así las circunstancias, no es ni razonable ni prudente -para un futuro saludable y justo para la sociedad- que se siga ignorando la necesidad de adelantar un gran debate público -tal y como se ha venido haciendo hasta ahora-, como sino hubiera ocurrido nada. Una democracia madura -y probablemente España no lo es aún- debería ventilar sus problemas con vigor y tranparencia constructivos, como única alternativa para preparar remedios y políticas efectivos. Los costes de toda esta lamentable crisis -no sólo en términos estrictamente económicos en recursos financieros perdidos y no generados, sino especialmente en materia social, representados en secuelas perdurables e inimaginables de frustración para millones de jovenes y pobreza para amplias capas de la población- son de enorme magnitud, además de muy profundos y duraderos.
Por todo ello, se impone la necesidad de hacer un cuidadoso examen público sobre el papel que jugaron los responsables directos, los actores -pasivos y activos- y los beneficiarios de todo este penoso desplome. Lo anterior es necesario a fin de que la sociedad pueda conocer la verdad de los hechos y, por supuesto, para que dichas circunstancias -penosas e inadmisibles- no se vuelvan a repetir. No debemos olvidar, repito, que nos encontramos frente a la peor tragedia económica y social del país en la historia reciente.
Habida cuenta de lo anterior, creo que es inevitable y necesario convocar -como en otros casos históricos relevantes ocurridos en otras sociedades más maduras y democráticas- el establecimiento de una COMISIÓN DE LA VERDAD, mediante la realización de un llamado público generalizado, independiente y transparente -pues estoy convencido de que los políticos y otros actores similares, debido a sus grandes intereses en ocultar todo este tema, no estarían nunca interesados en llevar a cabo esta convocatoria en el ámbito del Parlamento-. Todas las organizaciones independientes y privadas, sinceramente interesadas en el futuro y en la transparencia democrática para España, deberían unir esfuerzos para trabajar de manera conjunta en esta causa primordial. Así lo deberían también hacer otros países no menos implicados en casos similares de corrupción e irresponsabilidad extremas. Se lo debemos a nuestros hijos.
Saturday, November 14, 2009
No desconecten el Respirador Artificial, por favor!
Se han conocido en las últimas horas las cifras sobre la evolución del PIB en Europa. En los últimos doce meses, a octubre de 2009, la caída del PIB es del 4,1 por ciento para la zona euro, y del 4,3 para la Europa de los 27. Alemania, de lejos la principal potencia de la región muestra cifras muy negativas (-4,8%); y El Reino Unido y España, profundamente inmersos en la crisis por sus propias causas, los abusos extremos y la irresponsabilidad de los dirigentes y usuarios que los llevaron a la debacle en la banca y en la industria de la construcción, respectivamente, siguen acusando problemas severos que se reflejan en las respectivas caídas de su PIB en los últimos doce meses, -5,2% y -4%.
La evolución de las estadísticas en los dos últimos trimestres muestran una endeble mejoría en Alemania y Francia, cuyos PIB han crecido modestamente 0,7% y 0,3%, respectivamente a finales de octubre de 2009, siguiendo la tendencia positiva pero muy pobre del trimestre inmediatamente anterior.
En El Reino Unido y España, las cifras hasta octubre siguen siendo negativas con relación al trimestre anterior, -0,4% y -0,3%, respectivamente, mostrando la realidad distinta y peculiar en estos países.
Muchos políticos y comentaristas han aprovechado la publicación de las anteriores cifras para comentar, sin perder un sólo minuto, que la recuperación ya ha llegado en el ámbito de las grandes potencias europeas, o que está por llegar en los países más pequeños como es el caso de Italia y de España.
Me temo que voy a tener que apaciguar la euforia desmedida. La economía mundial está aún en entredicho. Las enormes ayudas y cuantiosos rescates a bancos y a otros actores económicos, se han agotado -a un costo fiscal enorme y muy peligroso para la estabilidad futura de las economías y su propia recuperación-; en la zona Euro, por ejemplo, el déficit fiscal es aún manejable -2% del PIB-, pero en España, se está saliendo de control -se acerca peligrosamente al 10% del PIB-. Estos nuevos excesos tendrán, sin ninguna duda, graves consecuencias futuras en cuanto a la estabilidad monetaria y cambiaria se refiere, y en relación, especialmente, con la limitación obligada de la futura inversión social pública.
Y como lo sugería el profesor Jeffrey Sachs en su reciente artículo en el Financial Times del 10 de noviembre de 2009, los gobiernos -refiriéndose de manera específica al de Obama- han metido a los países en enormes déficits fiscales en medio de la presente crisis, sin haber tenido en cuenta que la tarea más prioritaria ha debido ser la de rescatar el crecimiento de la actividad productiva en las economías mediante programas de estímulo fiscal orientados a sectores estructurales prioritarios para la sociedad y el futuro de la misma, tales como la educación, la salud, la investigación y la construcción de infraestructura productiva en transportes, comunicaciones y energías renovables y de baja contaminación, etc.; dicho estímulo fiscal, estima el profesor Sachs, hubiera contribuído tanto a proteger como a generar empleos estables y duraderos, al paso que hubiera también extendido de manera enorme la rentabilidad social de dichas inversiones.
Pero, veamos a continuación, algunas otras de las razones que me llevan a ser un poco más prudente que muchos con el pronóstico de la actividad económica futura.
El índice ZEW de confianza económica en Alemania -por ejemplo-, país que sabemos es el gran motor de la economía europea, ha vuelto a caer en noviembre de 2009 a 51,1 de 56,0 que registraba en el mes de octubre. No por casualidad, el índice del sentimiento del consumidor -Reuters y Universidad de Michigan- en los EE.UU volvió también a caer en noviembre de 2009, al mínimo de tres meses, registrando la cifra de 66 frente a la de 70,6 alcanzada en octubre anterior. Desafortunadamente, estos índices nos podrían estar presagiando una pésima temporada de ventas en las festividades navideñas -crucial para la mayoría de distribuidores al consumidor final-, confirmando así la reestructuración que se viene dando en la utilización del ingreso disponible por parte de los hogares, al estar prefiriendo el ahorro al consumo: es decir, prefiriendo la prudencia frente a la tradicional irresponsable frivolidad a costa de niveles mayores de gravoso endeudamiento. Ésta es probablemente una de las grandes enseñanzas de la actual crisis: el consumidor podría estar cambiando sus patrones de consumo de forma radical y permanente. Mala señal ésta para las empresas acostumbradas al consumo fácil y desmedido de sus productos, sin ofrecer realmente valor y utilidad objetiva a sus consumidores.
De otra parte, en Italia y España, especialmente, siguen cayendo la inversión y el consumo. La producción Industrial, por ejemplo, disminuyó en ambos países en septiembre de 2009, último mes para el que se tienen cifras, en -5,3% y -1,4%, respectivamente, cuando el promedio de crecimiento en la zona Euro fué del 0,3% en el mismo período. Las ventas al por menor, por su parte, volvieron a caer en septiembre en España en el 1%, al mismo tiempo que en la Europa de los 27 sólamente disminujyeron en un 0,4%.
Es inexplicable, entonces, sino se tiene en cuenta la especulación que todo lo distorsiona, la euforia reinante en el mercado bursátil y la excesiva alegría, quien lo podría imaginar, en el índice bursátil más modesto de Europa -el Ibex 35, que está representado en un más del 60% por sólo cuatro ó cinco empresas españolas- y que, en medio de la actual crisis pronunciada del país y sus lúgubres perspectivas a corto y mediano plazos, ha subido este año en más del 60 por ciento desde los bajos de marzo de 2009.
En las próximas semanas conoceremos los resultados reales de las ventas navideñas en los principales países -las cuales me temo van a ser más modestas de lo esperado por muchos-. Lamentablemente, tendremos que volver a poner los "piés en el suelo", especialmente en el ámbito de los mercados bursátiles y de los despachos ministeriales de muchos países, especialmente en España. Como consecuencia de lo anterior, conoceremos nuevas cifras de desempleo creciente, tanto en Europa como en los EE.UU. y otros países.
Ante este panorama, los gobiernos no deberían desestimar la gravedad de esta Gran Recesión y sus imborrables consecuencias. Sin duda, si desconectamos el respirador artificial de la economía mundial en los próximos meses -como ya lo están insinuando varios políticos prominentes, que debería hacerse pronto-, veremos materializar una nueva caída en la actividad económica mundial, tal y como lo prevée que ocurriría en estas circunstancias, la teoría de la reactivación económica frente a problemas severos de demanda agregada.
Quizas esta penosa situación sea la única razón por la cual la sociedad, al final de todo este doloroso episodio económico y social que ha materializado esta Gran Recesión, se dedicará de manera más seria, febril y sostenida al mejoramiento de los fundamentos claves para un futuro verdaderamente saludable y estable para la sociedad. Y ello sólo se logrará mediante una gran inversión en educación y salud -principalmente-, enfrentando así de una vez por todas las verdaderas causas del penoso cáncer de la pobreza estructural en tantos países hoy en día, incluyendo -claro está- a las principales potencias del mundo.
La evolución de las estadísticas en los dos últimos trimestres muestran una endeble mejoría en Alemania y Francia, cuyos PIB han crecido modestamente 0,7% y 0,3%, respectivamente a finales de octubre de 2009, siguiendo la tendencia positiva pero muy pobre del trimestre inmediatamente anterior.
En El Reino Unido y España, las cifras hasta octubre siguen siendo negativas con relación al trimestre anterior, -0,4% y -0,3%, respectivamente, mostrando la realidad distinta y peculiar en estos países.
Muchos políticos y comentaristas han aprovechado la publicación de las anteriores cifras para comentar, sin perder un sólo minuto, que la recuperación ya ha llegado en el ámbito de las grandes potencias europeas, o que está por llegar en los países más pequeños como es el caso de Italia y de España.
Me temo que voy a tener que apaciguar la euforia desmedida. La economía mundial está aún en entredicho. Las enormes ayudas y cuantiosos rescates a bancos y a otros actores económicos, se han agotado -a un costo fiscal enorme y muy peligroso para la estabilidad futura de las economías y su propia recuperación-; en la zona Euro, por ejemplo, el déficit fiscal es aún manejable -2% del PIB-, pero en España, se está saliendo de control -se acerca peligrosamente al 10% del PIB-. Estos nuevos excesos tendrán, sin ninguna duda, graves consecuencias futuras en cuanto a la estabilidad monetaria y cambiaria se refiere, y en relación, especialmente, con la limitación obligada de la futura inversión social pública.
Y como lo sugería el profesor Jeffrey Sachs en su reciente artículo en el Financial Times del 10 de noviembre de 2009, los gobiernos -refiriéndose de manera específica al de Obama- han metido a los países en enormes déficits fiscales en medio de la presente crisis, sin haber tenido en cuenta que la tarea más prioritaria ha debido ser la de rescatar el crecimiento de la actividad productiva en las economías mediante programas de estímulo fiscal orientados a sectores estructurales prioritarios para la sociedad y el futuro de la misma, tales como la educación, la salud, la investigación y la construcción de infraestructura productiva en transportes, comunicaciones y energías renovables y de baja contaminación, etc.; dicho estímulo fiscal, estima el profesor Sachs, hubiera contribuído tanto a proteger como a generar empleos estables y duraderos, al paso que hubiera también extendido de manera enorme la rentabilidad social de dichas inversiones.
Pero, veamos a continuación, algunas otras de las razones que me llevan a ser un poco más prudente que muchos con el pronóstico de la actividad económica futura.
El índice ZEW de confianza económica en Alemania -por ejemplo-, país que sabemos es el gran motor de la economía europea, ha vuelto a caer en noviembre de 2009 a 51,1 de 56,0 que registraba en el mes de octubre. No por casualidad, el índice del sentimiento del consumidor -Reuters y Universidad de Michigan- en los EE.UU volvió también a caer en noviembre de 2009, al mínimo de tres meses, registrando la cifra de 66 frente a la de 70,6 alcanzada en octubre anterior. Desafortunadamente, estos índices nos podrían estar presagiando una pésima temporada de ventas en las festividades navideñas -crucial para la mayoría de distribuidores al consumidor final-, confirmando así la reestructuración que se viene dando en la utilización del ingreso disponible por parte de los hogares, al estar prefiriendo el ahorro al consumo: es decir, prefiriendo la prudencia frente a la tradicional irresponsable frivolidad a costa de niveles mayores de gravoso endeudamiento. Ésta es probablemente una de las grandes enseñanzas de la actual crisis: el consumidor podría estar cambiando sus patrones de consumo de forma radical y permanente. Mala señal ésta para las empresas acostumbradas al consumo fácil y desmedido de sus productos, sin ofrecer realmente valor y utilidad objetiva a sus consumidores.
De otra parte, en Italia y España, especialmente, siguen cayendo la inversión y el consumo. La producción Industrial, por ejemplo, disminuyó en ambos países en septiembre de 2009, último mes para el que se tienen cifras, en -5,3% y -1,4%, respectivamente, cuando el promedio de crecimiento en la zona Euro fué del 0,3% en el mismo período. Las ventas al por menor, por su parte, volvieron a caer en septiembre en España en el 1%, al mismo tiempo que en la Europa de los 27 sólamente disminujyeron en un 0,4%.
Es inexplicable, entonces, sino se tiene en cuenta la especulación que todo lo distorsiona, la euforia reinante en el mercado bursátil y la excesiva alegría, quien lo podría imaginar, en el índice bursátil más modesto de Europa -el Ibex 35, que está representado en un más del 60% por sólo cuatro ó cinco empresas españolas- y que, en medio de la actual crisis pronunciada del país y sus lúgubres perspectivas a corto y mediano plazos, ha subido este año en más del 60 por ciento desde los bajos de marzo de 2009.
En las próximas semanas conoceremos los resultados reales de las ventas navideñas en los principales países -las cuales me temo van a ser más modestas de lo esperado por muchos-. Lamentablemente, tendremos que volver a poner los "piés en el suelo", especialmente en el ámbito de los mercados bursátiles y de los despachos ministeriales de muchos países, especialmente en España. Como consecuencia de lo anterior, conoceremos nuevas cifras de desempleo creciente, tanto en Europa como en los EE.UU. y otros países.
Ante este panorama, los gobiernos no deberían desestimar la gravedad de esta Gran Recesión y sus imborrables consecuencias. Sin duda, si desconectamos el respirador artificial de la economía mundial en los próximos meses -como ya lo están insinuando varios políticos prominentes, que debería hacerse pronto-, veremos materializar una nueva caída en la actividad económica mundial, tal y como lo prevée que ocurriría en estas circunstancias, la teoría de la reactivación económica frente a problemas severos de demanda agregada.
Quizas esta penosa situación sea la única razón por la cual la sociedad, al final de todo este doloroso episodio económico y social que ha materializado esta Gran Recesión, se dedicará de manera más seria, febril y sostenida al mejoramiento de los fundamentos claves para un futuro verdaderamente saludable y estable para la sociedad. Y ello sólo se logrará mediante una gran inversión en educación y salud -principalmente-, enfrentando así de una vez por todas las verdaderas causas del penoso cáncer de la pobreza estructural en tantos países hoy en día, incluyendo -claro está- a las principales potencias del mundo.
Sunday, November 1, 2009
El consumo y la inversión productiva no reaccionan
El problema es severo. Como lo podemos observar en el gráfico anterior, que ha sido tomado del Instituto Nacional de Estadística español, el gasto en consumo y la inversión continuan deteriorándose de manera significativa luego de varios años de crecimiento sostenido. Debemos recordar que las dos variables mencionadas -consumo e inversión- constituyen el grueso del Producto Interno Bruto -PIB- de toda economía. Lo anterior explica que, como es de esperarse, el PIB español haya decrecido en el 4,1 por ciento al finalizar el tercer trimestre de 2009 con relación al mismo período de 2008.
Naturalmente, lo contrario viene ocurriendo con la tasa de ahorro de las familias. Como sabemos, el ingreso disponible familiar que no se utiliza para el consumo se convierte de manera automática en ahorro. A finales del tercer trimestre de 2009 la tasa de ahorro de las familias españolas era equivalente al 17,5 por ciento de su ingreso disponible, y era marcadamente superior a la tasa de ahorro que era del 10,5 por ciento a comienzos de la actual crisis -primer trimestre de 2008-.
Por lo anterior, no obstante que el aumento del ahorro es un hecho positivo en el más largo plazo para toda economía -pues el ahorro es la base de la inversión productiva a mediano y largo plazos-, en el corto plazo y en medio de la actual contracción de la economía española, el veloz aumento de la tasa de ahorro se reflejará en un mayor deterioro futuro del consumo y, por ende, de la demanda agregada y del PIB.
Al mismo tiempo que lo anterior viene ocurriendo, el índice de confianza -tanto de consumidores como de inversores- se viene deteriorando también en la economía española. Es natural que ante dicho panorama tanto los unos como los otros se sientan pesimistas y, como consecuencia, tengan la tendencia a limitar aún más en el futuro sus gastos de consumo y de inversión. Este es el efecto "bola de nieve" que hay que detener e invertir si es que se desea volver al camino del crecimiento económico sostenible. El problema es que lograr este objetivo es sumamente díficil en el caso que nos ocupa, especialmente cuando se ha destruído la confianza de los principales actores económicos. Para tener una idea de la magnitud del problema que se afronta en España, sólo basta constatar que la economía del Japón ha perdido las dos últimas décadas como consecuencia de no haber podido manejar con solvencia y efectividad problemas -muy similares a los existentes en España- en sus sectores de la construcción y de la banca. Se permitieron enormes abusos y no se reguló con efectividad la actividad económica, especialmente aquella dominada por sectores monopólicos ó claramente ineficientes.
Por lo anterior, es imperativo que el gobierno español trabaje sin ahorrar esfuerzo alguno para recuperar la confianza en su economía. No se trata solamente de otorgar subsidios pasajeros para la compra de vehículos como se viene haciendo en la actualidad -a un enorme costo fiscal y social-, esperando con ello que las cifras del consumo parezcan mejores en el corto plazo. No es conveniente que se trate de engañar de esta manera a la sociedad. Lo que se requiere, es un esfuerzo doloroso, profundo y continuado para restructurar una economía que no es ni competitiva internacionalmente -limitando así su fuente de crecimiento externo-, ni eficiente ni productiva internamente -perpetuando de esta manera sus altísimos niveles de desempleo- los cuales, entre otras cosas, se encontraban a niveles socialmente inaceptables a finales de octubre de 2009. Recuérdese, por ejemplo, que la tasa de desempleo para los menores de 25 años en España es ya superior al 40 por ciento, al paso que aquella para hombres y mujeres -en promedio- se encuentra alrededor del 19 por ciento, representando no sólo la peor tasa de paro en Europa sino una de las más altas en todo el mundo.
En síntesis, la economía española no se puede dar el lujo de permitir un continuado deterioro en sus signos vitales: el empleo, el consumo y la inversión productiva. Se equivocan quienes piensan que la actividad económica se recuperará en el país al paso de la recuperación en Europa o en otros continentes. Ello no será así pues los problemas que se afrontan son en gran medida de "cosecha interna". La solución a esta crisis está, entre otras acciones, en una inversión masiva y de largo plazo en formación de recursos humanos productivos; en investigación y desarrollo; y en mejoramiento notable de la competitividad internacional. Lo demás constituye sólo malgasto de escasos recursos valiosos, en ayuda de políticos con visión de muy corto plazo.
Saturday, October 24, 2009
Crecimiento económico después de la Gran Recesión
Desde tiempos de Adam Smith sabemos que el crecimiento económico puede resultar, de una parte, de la expansión del mercado interno que se origina en la interacción de varios factores tales como el crecimiento de la inversión, la investigación, la innovación, el desarrollo tecnológico, el aumento de la productividad o el crecimiento del empleo y, consecuentemente, de los mejores niveles de vida de los consumidores; ó, de otra parte, puede originarse también en la expansión de los mercados externos ya sea mediante el mecanismo tradicional del aumento sostenido de las exportaciones, ó bien a través de las crecientes actividades productivas de las empresas transnacionales.
En síntesis, hay sólo tres alternativas posibles para lograr un crecimiento económico sostenible: ó los países desarrollan amplios mercados internos para poder explotar economías de escala, abaratar costos de producción y aumentar, consecuentemente, la inversión productiva; ó los países desarrollan una gran competitividad externa que se constituye en complemento importante al tamaño limitado de sus mercados internos; ó los países combinan de manera estratégica el potencial resultante de ambos mercados, el interno y el externo.
El anterior marco teórico cobra inusitada relevancia en esta Gran Recesión y su aplicación en el análisis de la situación económica actual en algunos países permite entrever ciertas consecuencias y llegar a algunas conclusiones de gran importancia. Veamos.
En Asia, China -en primera instancia- saldrá como el gran vencedor de la debacle actual. De una parte, sus exportaciones continúan expandiéndose, no obstante la dramática caída de la demanda mundial, como consecuencia de la constante devaluación de su moneda la cual, entre otras cosas, ha seguido devaluándose -pegada al dólar de los EE.UU- en proporción histórica en los últimos siete meses; De otra parte, el monstruoso tamaño potencial del mercado interno de la economía china ha servido, también, de extraordinario apoyo para que el estímulo fiscal de su gobierno -cercano a los 600.000 millones de dolares- haya repercutido tanto de manera inmediata como esperada en la recuperación de su economía y su vigorosa expansión registrada -de alrededor del 9 por ciento en 2009-.
En América, como consecuencia directa e inevitable de esta Gran Recesión, los Estados Unidos están viendo que el consumidor está modificando sus tradicionales patrones de consumo -no olvidemos, consumo que equivale al 73 por ciento de su PIB- en favor del incremento del ahorro, anticipando así su continuado deslizamiento hacia la pérdida definitiva de su hegemonía mundial como la única gran potencia mundial. En este caso, la reducción gradual de su mercado interno es definitiva y el mercado externo -ante la enorme creciente competitividad de sus rivales tales como China e India- apenas le sirve para no hundirse más profundamente. En efecto, tanto analistas como historiadores coinciden en señalar que la China será ya, sin duda, la primera potencia económica mundial en el curso se los próximos quince años.
En Europa, Alemania -la gran potencia tecnológica y exportadora del mundo- parece ser una de las economías que podrá salir de la crisis sin heridas profundas y definitivas, consolidando de esta manera su preponderancia continental. No obstante que la reciente y brutal revaluación del Euro trabaja totalmente en su contra -hasta el momento- y consecuentemente sus exportaciones se encuentran muy debilitadas -han caído 23 por ciento entre enero y julio de 2009 con relación a los mismos meses de 2008-, su posibilidad en seguir manejando de manera equilibrada sus ventajas competitivas tanto en los mercados internos europeos -el suyo propio, el de Francia y el del Reino Unido, por ejemplo-, como en los externos -China, India y Canadá, para citar sólo algunos- le dará probablemente suficientes fuerzas para recuperarse de manera lenta y gradual. Lo anterior ofrece a Alemania, claramente, la posibilidad de seguir apoyándose -como tradicionalmente lo ha hecho en los últimos 50 años- tanto en los mercados internos europeos como en los externos en el resto del mundo.
El caso de España merece atención especial. En efecto, no obstante que este país se vislumbraba -hasta hace un par o tres de años- como el gran ejemplo de crecimiento y desarrollo para los demás países emergentes, tanto de Europa del Este como de América Latina, la situación se ha tornado negativa además de muy peligrosa desde el punto de vista económico y social. Veamos.
De una parte, su creciente e inaceptable nivel de endeudamiento tanto de las familias como de las empresas -en el caso de las personas, por ejemplo, superior al 130 por ciento de su ingreso disponible-; y de otra, el alarmante nivel de desempleo -superior al 20 por ciento en 2010, más del doble del promedio de la tasa de desempleo europea y equivalente a más de 5 millones de personas sin trabajo- impedirán su recuperación sostenible en varios años por venir; ello será así por la consecuente reducción real del tamaño de su mercado interno, en magnitud similar a la de la pérdida de la demanda agregada que en el pasado se originaba en esos millones de consumidores hoy sin trabajo, endeudados y sin ingresos.
Como si lo anterior fuera poco, el precario nivel de competitividad internacional de la economía española tampoco le servirá de apalancamiento, como por el contrario ocurre -por ejemplo- con la economía alemana, para sortear con mejor suerte las graves consecuencias de esta Gran Recesión. Téngase en cuenta que la economía española ha padecido siempre de un déficit estructural grave en su balanza comercial entre exportaciones e importaciones, precisamente como consecuencia de su precario nivel de competitividad internacional. Recuérdese, además, que entre enero y julio de este año sus exportaciones han caído en un 19 por ciento con relación al mismo período de 2008, viéndose acelerado este efecto negativo por la revaluación del Euro frente a la divisa norteamericana.
Parece estar claro que en España no ayudarán en su recuperación económica sostenible ni el potencial del tamaño de su mercado interno -que como hemos visto se está reduciendo notablemente-, como tampoco el potencial originado en los mercados externos -en los cuales, es evidente, España representa poco-.
En síntesis, como en todas las crisis, habrá ganadores y perdedores en esta ocasión. Nos acongoja pensar que España será uno de los grandes perdedores y, posiblemente, el país más afectado dentro del concierto de países industrializados. Lo importante ahora es evitar consecuencias aún más graves, especialmente en el terreno social, como resultado del desbordado nivel de desempleo que se ha alcanzado en este país. Por ello, el gobierno español no debería ahorrar esfuerzo alguno para reactivar la economía, lo más pronto posible, a través de gasto fiscal deficitario, aún a costo de tener que terminar - ó al menos suspender temporalmente- su participación en los acuerdos europeos en materias cambiarias, monetarias y fiscales con el fin de que la economía pueda volver a contar con el manejo independiente -hoy imposibles de ser utilizados- de la tasa de cambio para impulsar sus exportaciones; del tipo de interés para incentivar la inversión productiva; y del gasto del gobierno para regenerar la demanda agregada interna. No parece haber otra salida realista.
En síntesis, hay sólo tres alternativas posibles para lograr un crecimiento económico sostenible: ó los países desarrollan amplios mercados internos para poder explotar economías de escala, abaratar costos de producción y aumentar, consecuentemente, la inversión productiva; ó los países desarrollan una gran competitividad externa que se constituye en complemento importante al tamaño limitado de sus mercados internos; ó los países combinan de manera estratégica el potencial resultante de ambos mercados, el interno y el externo.
El anterior marco teórico cobra inusitada relevancia en esta Gran Recesión y su aplicación en el análisis de la situación económica actual en algunos países permite entrever ciertas consecuencias y llegar a algunas conclusiones de gran importancia. Veamos.
En Asia, China -en primera instancia- saldrá como el gran vencedor de la debacle actual. De una parte, sus exportaciones continúan expandiéndose, no obstante la dramática caída de la demanda mundial, como consecuencia de la constante devaluación de su moneda la cual, entre otras cosas, ha seguido devaluándose -pegada al dólar de los EE.UU- en proporción histórica en los últimos siete meses; De otra parte, el monstruoso tamaño potencial del mercado interno de la economía china ha servido, también, de extraordinario apoyo para que el estímulo fiscal de su gobierno -cercano a los 600.000 millones de dolares- haya repercutido tanto de manera inmediata como esperada en la recuperación de su economía y su vigorosa expansión registrada -de alrededor del 9 por ciento en 2009-.
En América, como consecuencia directa e inevitable de esta Gran Recesión, los Estados Unidos están viendo que el consumidor está modificando sus tradicionales patrones de consumo -no olvidemos, consumo que equivale al 73 por ciento de su PIB- en favor del incremento del ahorro, anticipando así su continuado deslizamiento hacia la pérdida definitiva de su hegemonía mundial como la única gran potencia mundial. En este caso, la reducción gradual de su mercado interno es definitiva y el mercado externo -ante la enorme creciente competitividad de sus rivales tales como China e India- apenas le sirve para no hundirse más profundamente. En efecto, tanto analistas como historiadores coinciden en señalar que la China será ya, sin duda, la primera potencia económica mundial en el curso se los próximos quince años.
En Europa, Alemania -la gran potencia tecnológica y exportadora del mundo- parece ser una de las economías que podrá salir de la crisis sin heridas profundas y definitivas, consolidando de esta manera su preponderancia continental. No obstante que la reciente y brutal revaluación del Euro trabaja totalmente en su contra -hasta el momento- y consecuentemente sus exportaciones se encuentran muy debilitadas -han caído 23 por ciento entre enero y julio de 2009 con relación a los mismos meses de 2008-, su posibilidad en seguir manejando de manera equilibrada sus ventajas competitivas tanto en los mercados internos europeos -el suyo propio, el de Francia y el del Reino Unido, por ejemplo-, como en los externos -China, India y Canadá, para citar sólo algunos- le dará probablemente suficientes fuerzas para recuperarse de manera lenta y gradual. Lo anterior ofrece a Alemania, claramente, la posibilidad de seguir apoyándose -como tradicionalmente lo ha hecho en los últimos 50 años- tanto en los mercados internos europeos como en los externos en el resto del mundo.
El caso de España merece atención especial. En efecto, no obstante que este país se vislumbraba -hasta hace un par o tres de años- como el gran ejemplo de crecimiento y desarrollo para los demás países emergentes, tanto de Europa del Este como de América Latina, la situación se ha tornado negativa además de muy peligrosa desde el punto de vista económico y social. Veamos.
De una parte, su creciente e inaceptable nivel de endeudamiento tanto de las familias como de las empresas -en el caso de las personas, por ejemplo, superior al 130 por ciento de su ingreso disponible-; y de otra, el alarmante nivel de desempleo -superior al 20 por ciento en 2010, más del doble del promedio de la tasa de desempleo europea y equivalente a más de 5 millones de personas sin trabajo- impedirán su recuperación sostenible en varios años por venir; ello será así por la consecuente reducción real del tamaño de su mercado interno, en magnitud similar a la de la pérdida de la demanda agregada que en el pasado se originaba en esos millones de consumidores hoy sin trabajo, endeudados y sin ingresos.
Como si lo anterior fuera poco, el precario nivel de competitividad internacional de la economía española tampoco le servirá de apalancamiento, como por el contrario ocurre -por ejemplo- con la economía alemana, para sortear con mejor suerte las graves consecuencias de esta Gran Recesión. Téngase en cuenta que la economía española ha padecido siempre de un déficit estructural grave en su balanza comercial entre exportaciones e importaciones, precisamente como consecuencia de su precario nivel de competitividad internacional. Recuérdese, además, que entre enero y julio de este año sus exportaciones han caído en un 19 por ciento con relación al mismo período de 2008, viéndose acelerado este efecto negativo por la revaluación del Euro frente a la divisa norteamericana.
Parece estar claro que en España no ayudarán en su recuperación económica sostenible ni el potencial del tamaño de su mercado interno -que como hemos visto se está reduciendo notablemente-, como tampoco el potencial originado en los mercados externos -en los cuales, es evidente, España representa poco-.
En síntesis, como en todas las crisis, habrá ganadores y perdedores en esta ocasión. Nos acongoja pensar que España será uno de los grandes perdedores y, posiblemente, el país más afectado dentro del concierto de países industrializados. Lo importante ahora es evitar consecuencias aún más graves, especialmente en el terreno social, como resultado del desbordado nivel de desempleo que se ha alcanzado en este país. Por ello, el gobierno español no debería ahorrar esfuerzo alguno para reactivar la economía, lo más pronto posible, a través de gasto fiscal deficitario, aún a costo de tener que terminar - ó al menos suspender temporalmente- su participación en los acuerdos europeos en materias cambiarias, monetarias y fiscales con el fin de que la economía pueda volver a contar con el manejo independiente -hoy imposibles de ser utilizados- de la tasa de cambio para impulsar sus exportaciones; del tipo de interés para incentivar la inversión productiva; y del gasto del gobierno para regenerar la demanda agregada interna. No parece haber otra salida realista.
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