Saturday, July 4, 2009

Gran Depresión II?

En noviembre de 2008 escribí un artículo para Dossier Empresarial en Madrid, España (ver www.dossierempresarial.com, en las columnas de Opinión) sobre la imperante necesidad de tratar de evitar la posible ocurrencia de otra Gran Depresión como la de los años 1930s.

Ahora que acaban de publicarse las pésimas cifras de desempleo en los EE.UU y en la UE, registrando un persistente empeoramiento de la situación, no obstante los trillones de dólares que se han invertido en el rescate de los más grandes bancos del mundo y en el enorme estímulo fiscal implementado por los gobiernos de los países más relevantes, me parece útil volver sobre lo que se dijo entonces. En esos días escribía lo siguiente:

"La crisis financiera actual es, probablemente, la más grave desde la Gran Depresión de los años treinta. Alan Greenspan, quien fuera presidente de la Reserva Federal, no ha dudado en calificarla como un evento que sólo se presenta cada 100 años. El profesor Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York que hace más de dos años pronosticó la actual situación, vaticina que esta crisis se convertirá en una profunda y larga recesión combinada con deflación. El FMI, la OCDE, el Banco Mundial y la Comisión Europea -que venían corrigiendo a la baja en los últimos trimestres sus previsiones de crecimiento económico- han confirmado en los últimos días que el mundo industrializado estará en recesión al terminar el 2008 y en 2009. Todos coinciden en que España e Irlanda serán los países afectados de manera más severa como consecuencia de sus graves desajustes internos originados en la industria de la construcción. JPMorgan estima una contracción del PIB en el cuarto trimestre de 2008 del 4% en los EE.UU., del 3% en el Reino Unido y del 2% en la zona Euro. Para 2009, sus economistas proyectan una pérdida adicional del 0,5% en el PIB de los países avanzados. Las cifras que están dándose a conocer y la velocidad en su deterioro, auguran un problema aún mayor en los meses venideros. Por ejemplo, el Banco de Inglaterra estima en su último Reporte de Estabilidad Financiera que las pérdidas originadas en los instrumentos de deuda vulnerables a la actual crisis llegarían a 2.800 billones de dólares, equivalentes al doble de la suma prevista por el FMI tan sólo hace un par de meses. No quisiéramos imaginar la iliquidez y la insolvencia que una cifra de tal magnitud podría generar en el sistema financiero y el aparato productivo mundial. Las pérdidas ya conocidas han ocasionado una aguda aceleración en el deterioro de la economía real en el mundo.

Así mismo, preocupa sobremanera que las cifras de desempleo se estén deteriorando de forma acelerada y tan temprano en esta crisis. En los EE.UU. se acaba de anunciar que la economía perdió 240.000 empleos en el mes de octubre de 2008. En España viene ocurriendo un fenómeno similar pero aún más acentuado, si se tiene en cuenta el tamaño mucho más pequeño de su economía frente a la de los EE.UU. (más de diez veces menor). Cabe recordar que, como es tradicional en estos ciclos, los empresarios evitan cortar empleos a comienzos de una recesión, al tener excesiva confianza en una pronta recuperación.

De otra parte, el serio deterioro registrado en las corrientes de comercio internacional y en el gasto del consumidor en los principales países del mundo –industrializados y emergentes- y su mayor recorte previsto en esta época navideña, vaticinan nuevos y pronunciados ajustes negativos en las previsiones de crecimiento económico. Ante todo ello, vuelve a aflorar el debate académico de tantos años: ¿debe intervenir la autoridad económica ante la inminencia de una depresión o de una recesión severa?

De una parte, la escuela clásica económica –Hayek y seguidores- partidaria del libre mercado y de la no intervención del gobierno en la corrección del ciclo económico, considera que la depresión es necesaria y que, a través de ella, se 'liquidan' de manera natural las ineficiencias y desajustes provocados por excesos en la expansión de la oferta monetaria -el crédito bancario, por ejemplo, para adquirir activos tales como viviendas, acciones, etc.-. Los economistas clásicos consideran que la intervención del Gobierno ante la ocurrencia de una recesión sólo lleva a agravar y a extender la crisis aún más de lo necesario y recuerdan que la duración de la etapa de 'liquidación' tardará tanto más cuanto más haya tardado la etapa de excesos en el ciclo previo de expansión.

De otra parte, la escuela económica keynesiana –Keynes y seguidores- ofrece una visión totalmente contraria y, en consecuencia, considera esencial e inaplazable la intervención del Gobierno –a través del gasto fiscal deficitario- ante la aparición de la recesión, especialmente si se busca contrarrestar los devastadores efectos ocasionados por el creciente paro y el colapso del consumo y la inversión privada. Ante este dilema, los diversos países del mundo empiezan a posicionarse. Por un lado, el nuevo presidente de los EE.U.U. y el Primer Ministro británico son partidarios de la reactivación económica keynesiana. Por el otro, Alemania –en especial- y Francia manifiestan sus temores ante una posible ruptura de la disciplina fiscal. Charles Kindleberger, en su libro sobre la Gran Depresión, recordaba de qué manera el mundo tenía siempre dificultades insuperables para diseñar, coordinar e implementar políticas frente a problemas comunes, especialmente cuando de reuniones internacionales se trataba. Veremos que ocurrirá este fin de semana en la reunión del G20 en Washington. Es muy probable que surja claridad sobre cómo se habrá de manejar la actual crisis y, sobre todo, si podrá manejarse de manera coordinada y con efectividad para evitar una nueva Gran Depresión."

Pues bien, han transcurrido siete meses desde que se escribió este artículo y, de manera lamentable, todo parece indicar que los gobiernos de las grandes potencias han sido incapaces de coordinar de manera contundente y efectiva la reactivación de la economía mundial. Las cifras de desempleo comentadas arriba, así lo avalan.

Y lo que es más preocupante aún, radica en las conclusiones recientes a las que han llegado algunos destacados estudiosos del panorama económico mundial, tales como el profesor Krugman de la universidad de Princeton y el director económico del Financial Times, el Sr. Martin Wolf -entre muchos otros-; de una parte, el Sr. Wolf, en su artículo publicado en el FT el 16 de junio pasado demuestra que los primeros 18meses de la actual crisis han seguido la evolución de las principales variables macroeconómicas -producción industrial, comercio exterior, oferta monetaria y balances fiscales- de manera muy cercana, pero con mayor severidad, a aquella registrada en igual período a partir del comienzo de la Gran Depresión en 1929. Por su parte, el profesor Krugman en su último artículo del New York Times, publicado ayer -"That´30 Show"-, anticipa la inminente necesidad de implementar un nuevo plan de estímulo fiscal, si es que se desea evitar el agravamiento de la actual debacle, y recomienda al presidente Obama y a su equipo económico no tardar en hacerlo, no obstante las dificultades políticas inherentes.

Habida cuenta de lo anterior, creo que hoy es más probable que hace un año, que nos encontremos entrando en el "callejón sin salida" de la Gran Depresión II.Sin duda, los economistas aprenderemos extraordinarias lecciones de política económica buena y mala en los meses que vienen. Lamentablemente, la sociedad con su enorme y creciente desempleo sufrirá sin medida.

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