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Tuesday, March 9, 2010

Tragedia griega en España

Se ha escrito sin pausa en la prensa española e internacional sobre la grave situación económica actual, sus increíbles orígenes, sus dañinas consecuencias inmediatas y con relación a algunas de sus más sorprendentes secuelas. Hoy ya nadie discute que la crisis representa la más penosa situación, en especial en materia de desempleo y penuria social para millones de familias, desde lo acontecido en la Gran Depresión del siglo pasado.

La mayoría de los economistas, centros de investigación, bancos centrales y organismos internacionales se equivocaron todos en materia muy grave: no vieron venir la crisis, y una vez iniciada, tampoco comprendieron su verdadera dimensión. Todos, casi al unísono, se empeñaron en hablar durante muchos meses de que se trataba sólo de una desaceleración cíclica del ritmo de actividad. Los pocos que opinaban lo contrario, fueron tildados –por lo menos- de catastrofistas.

Los políticos de turno intentaron en una u otra ocasión negar, disminuir o desdibujar la compleja realidad, probablemente a sabiendas de que la gran mayoría de la población estaba ya sufriendo, y sufriría aún más, las consecuencias de actos de irresponsabilidad sin precedentes por parte ellos mismos y de otros contados actores económicos y sociales, encabezados por unos cuantos banqueros, constructores y diversos agentes especuladores.

Pero la cruda realidad, más de 24 meses después de haberse iniciado formalmente la Gran Recesión y de millones de millones de dólares gastados en rescate de bancos y paquetes de estímulo fiscal, sigue mostrando los daños –en muchos casos irreparables-causados. En efecto, en febrero de 2010 en EE.UU se destruyeron 36.000 puestos de trabajo y en España más de 80.000. Reconocidos académicos advierten que millones de los trabajos destruidos nunca se podrán recuperar. El presidente de la firma OHL, una de las más prestigiosas empresas constructoras en España, afirmó que 1.000.000 de empleos locales perdidos en la construcción no volverán a crearse. Muy grave para una economía que adolece de competitividad y productividad a nivel internacional.

Pero, con alta probabilidad, cosas aún más graves podrían ocurrir. En el caso griego, por ejemplo, el nuevo gobierno elegido en octubre anterior ha tenido que enfrentar en los últimos meses la más cruda afrenta financiera en los mercados internacionales al haber constatado que las cifras económicas oficiales habían venido siendo manipuladas y falseadas; en particular, el déficit fiscal del país –se comprobó- es de cerca del 13% del PIB y no inferior al 4% como se hacía creer sólo hace algunos meses. La UE sólo permite que sus miembros registren –como máximo- 3% de déficit.

Como consecuencia de lo anterior, Grecia ha tenido serias dificultades para refinanciar vencimientos próximos de su cuantiosa deuda externa –superior en un 130% al PIB- y, no obstante haber recibido el apoyo político claro de Alemania y Francia, parece estar condenada a pagar un interés con una enorme prima por encima de los niveles de la deuda de otros países de la zona Euro. Esta situación le está acarreando a Grecia aún mayores problemas de financiación, los cuales podrían llevarla a una situación insostenible; muy probablemente el país se verá en la necesidad de ser rescatado de manera formal de su propia crisis, tal y como hemos visto ha ocurrido con muchos bancos en el pasado reciente. La UE y el FMI tendrían que salir a su rescate.

Aún así, para muchos analistas independientes la situación es aún más grave. El profesor Martin Feldstein, de la universidad de Harvard, declaró el pasado 12 de febrero que el Euro no estaba funcionando. Días más tarde, el financista George Soros aseveró que la moneda común se podría desintegrar a no ser que la UE se transformara en una verdadera “Unión Política”.

Otros observadores independientes y de indiscutible prestigio académico van aún más lejos. El profesor de Princeton Paul Krugman, por ejemplo, dijo en su reciente columna del New York Times “Anatomy of a Euromess” ( 9 de febrero de 2010) que “…si bien es cierto que Grecia está contra la pared…el tamaño de su economía es muy pequeño…” para causar una grave e irremediable crisis en el Euro. Desde el punto de vista económico, continuó escribiendo el Dr. Krugman “…el corazón de la crisis está en España, cuya economía es mucho más grande…”.

Y, evidentemente, si -como lo creemos- los supuestos utilizados por el Gobierno del Sr. Zapatero y su ministra de Economía la Sra. Salgado no están correctos, cuando justifican el mejoramiento de la actividad económica en España en el curso de los próximos trimestres, la realidad terminará siendo que el mayor reto para Europa y para el Euro podría ser la grave encrucijada fiscal y financiera en la cual se podría encontrar España en los próximos semestres. Sin duda, ella podría ser la verdadera tragedia griega. Para evitarla, debería pedírsele a la sociedad entera, especialmente a los más ricos –y en particular a las grandes empresas que usufrutuaron los años de las “vacas gordas”- una contribución tributaria única y especial. A manera de reinversión modesta -para ellos- de enormes utilidades acumuladas en los años anteriores. Sería un noble gesto -además de indispensable, creemos- para el futuro despejado y la estabilidad vital del país hoy en entredicho. Con soluciones como los “paños de aguas tibias” que se discuten al más alto nivel por estos días en el seno de los partidos políticos no se iría a puerto seguro.

Monday, November 30, 2009

Más palabras?

La economía mundial enfrenta un serio reto en los próximos meses. Habrán sido suficientes los trillones de dólares en préstamos sin coste o a muy bajo precio -el famoso "Quantitative Easing -QE-" y los cientos de miles de millones en estímulos fiscales en las diversas economías?; ya lo veremos. Personalmente creo que, en general, los primeros sólo han ayudado a los bancos a continuar manipulando los valores de sus activos con los excesos de liquidez otorgados por las diversas bancas centrales y, consecuentemente, los de sus "beneficios" contables, más no reales. En cuanto a los estímilos fiscales, se ha hecho poco y, probablemente, muy tarde. No ha ayudado en nada, además, que los bancos no están prestando dinero en la cuantía en que lo deberían estar haciendo. Están tapando los "huecos" que saben tienen en sus estados financieros y de los cuales no han querido hablar, no obstante que el FMI habla de pérdidas superiores a los 1.3 trillones de dólares aún sin declarar.

Es muy probable que la incipiente y lánguida recuperación en el crecimiento del PIB en Estados Unidos, Alemania y Francia en el tercer trimestre de 2009, sólo sea el obvio y esperado resultado del "respirador artificial" suministrado a las economías por los gobiernos a través de sus paquetes de estímulo fiscal y no, como creen muchos, el comienzo de la salida de la profunda crisis actual. El fin del programa de "cash for clunkers" a finales de agosto de 2009, con subsidios otorgados por el gobierno hasta por valor de 4.500 dólares por individuo para comprar vehículos nuevos y así rescatar a las firmas producgtoras de su peor situación en la historia, claramente demostró -al caer las ventas en septiembre de manera muy precipitada- que la economía, y especialmente el consumidor, no se pueden mantener sin el mencionado "respirador artificial". El panorama no es positivo en los EE.UU en lo que tiene que ver con el consumidor y sus verdaderas intenciuones se gasto presente o futuro y, como consecuencia, la inversión empresarial productiva tampoco reacciona.

Por el otro lado, Japón ha entrado en una senda deflacionista en las últimas semanas -la cual conoce muy bien y le recuerda el fantasma de sus dos décadas perdidas-, y por ello está pensando en volver a iniciar sus programas de "QE" para la economía. En efecto, no es tampoco nada bueno el panorama en la segunda economía del mundo.

En medio de toda esta grave situación, el gobierno de Zapatero en España acaba de anunciar que ya tiene la formula para arreglar todo; una nueva ley y un nuevo programa económico para sacar al país del caos en el que se encuentra y desarrollar su economía de manera sostenible y estable. Dice, en efecto, que tiene la Panacea.

Increíble que tengamos aún gobiernos en el mundo que crean que a través de la promulgación de nuevas leyes improvisadas a las carreras se pueda encontrar la panacea a graves y profundos males estructurales que, además, llevan décadas gestándose. No Sr. Zapatero!; lo que el país y su economía requieren con urgencia es dedicar los próximos 30 años -al menos- a solucionar el atraso en educación, investigación, competitividad internacional y productividad con relación a Europa y el resto del mundo industrializado y en vigoroso proceso de desarrollo como es, éste último, el caso de China e India. En suma, hay que hacer avanzar al país sobre bases serias y sólidas y no simplemente sobre negocios pasajeros y volátiles como los de la construcción y otros similares, en los cuales unos pocos participantes contados con los dedos de una mano terminan llevándoselo todo y la gran mayoría salen profundamente perjudicados -recuérdese el 20 por ciento de desempleo actual en España, uno de los niveles más altos del mundo-.

Leeremos a conciencia el nuevo proyecto de panacea -perdón de ley-, y hablaremos en detalle sobre él en su momento oportuno. Pero, a primera vista, me suena a sólo a más y más palabras para encontrar un final feliz al cuento de "pan y circo" de los políticos irresponsables sin causas serias.

Saturday, November 21, 2009

La Comisión de la Verdad

Dejaré descansar hoy a mis lectores de cifras y estadísticas sobre la evolución de la economía, el desempleo, el consumo ó la producción. Quien desee revisar en detalle datos y magnitudes sobre nuestros problemas económicos actuales está muy cordialmente invitado a leer mis artículos anteriores en este mismo blog.

Intentaré más bien, tratar de entender las razones por las cuales la sociedad, en general, no se ha manifestado sobre la inaplazable necesidad de establecer una instancia mediante la cual se pueda aclarar la verdad con relación a la grave realidad económica y social actual, aún desdibujada y opaca, de tal manera que los ciudadanos de la calle podamos conocer y comprender qué es lo que realmente ha venido ocurriendo en los últimos años con nuestra economía. Y me temo que la situación es bastante similar en diversas latitudes.

En los últimos días, por ejemplo, el señor Geithner -Secretario del Tesoro de los EE.UU- no pudo admitir, ni con mínima honestidad ni pudor -elementales características éstas de una persona ponderada en su cargo- la responsabilidad que le atañe a la autoridad económica en ese país por la magnitud actual del descalabro económico y financiero, que debemos recordar es el peor de la historia de los Estados Unidos desde la Gran Depresión de los años 30s el siglo pasado. Al ser interrogado una y otra vez en el seno del Congreso de su país, sobre si iba a renunciar por su falta de acciones efectivas ante la frustrante y compleja realidad que se vive actualmente en esa economía, no dudó en continuar con su conocida tónica de repetir -hasta el cansancio- que la economía se venía mejorando día a día, tal y como lo venían reflejando, según él, los principales indicadores. Es evidente que el Secretario de Hacienda norteamericano parece no percatarse aún de las pésimas cifras del creciente y gravísimo nivel de desempleo que se vive en su país. Muy probablemente, el Sr. Geithner sólo observa -entre otros datos- el nivel de utilidades que continua generando de manera masiva la firma de inversiones Goldman Sachs -su antiguo empleador-, quien fuera receptor de manera directa e indirecta de billones de dólares en préstamos y rescates bancarios otorgados tanto por el Sr. Geithner como por su antecesor al frente de dicho ministerio, el Sr. Paulson, éste último también ex-empleado de la misma firma de inversión (ver más sobre este tema en los diversos artículos escritos de manera reciente por el señor Matt Taibbi en la revista Rolling Stone).

Es evidente que en los Estados Unidos, no obstante que el debate público está ahora casi totalmente centrado en la reforma de su injusto sector de la salud, al menos se han podido escuchar algunas tenues voces de descontento sobre la irresponsabilidad de banqueros, constructores y reguladores en las acciones u omisiones que llevaron a la economía norteamericana a su grave crisis actual. De manera lamentable, éste no es el caso -como debería serlo- en otros países que ni siquiera han iniciado un modesto debate sobre las verdaderas causas y los verdaderos responsables de la crisis.

Al escuchar en directo el debate aludido en el congreso norteamericano, transmitido por alguna cadena de televisión internacional, no pude evitar recordar el espectáculo que se viene viviendo en otras naciones, especialmente en España, en donde de manera similar al caso del Sr. Geithner, tanto el Sr. Zapatero -Presidente del Gobierno español- como la señora Salgado -su ministra de economía-, cada dos ó tres semanas vuelven a insistir en que estamos al otro lado de la crisis. En efecto, el Sr. Zapatero ha vuelto a mencionar hace pocos días que "...saldremos de esta crisis un trimestre antes o un trimestre después...". Muy inteligente comentario, además de respetuosa frase con los ciudadanos, Sr. presidente. Claro, siempre habrá un trimestre en que aquello deba ocurrir, aunque sea más tarde que temprano!

Cómo se nota también, al igual que en el caso con el Sr. Geithner en los EE.UU, que en España ninguno de los dos portavoces mencionados forma parte de los ejercitos de desempleados, hoy victimas de esta cruel realidad causada por unos pocos.

Y no debemos olvidar que la Gran Recesión actual, y sus brutales consecuencias de paro y hambre para millones en España como en otros países, fue causada directamente por el abuso y la irresponsabilidad -y según los procesos penales en curso, por la deshonestidad y corrupción- de un puñado de políticos quienes, en su momento, se embolsillaron gruesas utilidades ilícitas a lo largo del período de gestación de la absurda "burbuja inmobiliaria" generada y promovida también por algunos constructores, especuladores y banqueros bien conocidos. La ciudad de Madrid -en su zona norte-, por ejemplo, con sus cuatro edificios nuevos construídos -como símbolo imborrable de esta época de burbujas inmobiliarias sin precedentes-, nunca podrá olvidar esta penosa tragedia económica y social que se refleja en haber alcanzado ya en España una altísima y humillante tasa del 20 por ciento de desempleo, ciertamente la peor de toda Europa y una de las más altas del mundo.

Y, aunque parezca increible, hasta el momento no existe ningún debate público y democrático serio -abierto y transparente- que permita abrigar la esperanza de que -algún día- los responsables de este descalabro histórico vayan a tener que pagar por sus graves daños causados a la economía y a la sociedad entera.

Habida cuenta de lo anterior, y con base en las cifras recién publicadas de confianza del consumidor -en vísperas de la importante época navideña de ventas que se acerca para miles y miles de empresas-, y aquellas para el consumo y la inversión productiva que han empezado a deteriorarse nuevamente -luego de algunos meses de leve mejoría, gracias a los diversos pero precarios programas de estímulo fiscal ejecutados-, será inevitable registrar un deterioro futuro aún mayor en las cifras de paro de los próximos meses. No es improbable, por ejemplo, que en el 2010 estemos hablando de un desempleo en España cercano al 25 por ciento -equivalente a más de 5 millones de personas sin trabajo-.

Así las circunstancias, no es ni razonable ni prudente -para un futuro saludable y justo para la sociedad- que se siga ignorando la necesidad de adelantar un gran debate público -tal y como se ha venido haciendo hasta ahora-, como sino hubiera ocurrido nada. Una democracia madura -y probablemente España no lo es aún- debería ventilar sus problemas con vigor y tranparencia constructivos, como única alternativa para preparar remedios y políticas efectivos. Los costes de toda esta lamentable crisis -no sólo en términos estrictamente económicos en recursos financieros perdidos y no generados, sino especialmente en materia social, representados en secuelas perdurables e inimaginables de frustración para millones de jovenes y pobreza para amplias capas de la población- son de enorme magnitud, además de muy profundos y duraderos.

Por todo ello, se impone la necesidad de hacer un cuidadoso examen público sobre el papel que jugaron los responsables directos, los actores -pasivos y activos- y los beneficiarios de todo este penoso desplome. Lo anterior es necesario a fin de que la sociedad pueda conocer la verdad de los hechos y, por supuesto, para que dichas circunstancias -penosas e inadmisibles- no se vuelvan a repetir. No debemos olvidar, repito, que nos encontramos frente a la peor tragedia económica y social del país en la historia reciente.

Habida cuenta de lo anterior, creo que es inevitable y necesario convocar -como en otros casos históricos relevantes ocurridos en otras sociedades más maduras y democráticas- el establecimiento de una COMISIÓN DE LA VERDAD, mediante la realización de un llamado público generalizado, independiente y transparente -pues estoy convencido de que los políticos y otros actores similares, debido a sus grandes intereses en ocultar todo este tema, no estarían nunca interesados en llevar a cabo esta convocatoria en el ámbito del Parlamento-. Todas las organizaciones independientes y privadas, sinceramente interesadas en el futuro y en la transparencia democrática para España, deberían unir esfuerzos para trabajar de manera conjunta en esta causa primordial. Así lo deberían también hacer otros países no menos implicados en casos similares de corrupción e irresponsabilidad extremas. Se lo debemos a nuestros hijos.

Sunday, November 1, 2009

El consumo y la inversión productiva no reaccionan



El problema es severo. Como lo podemos observar en el gráfico anterior, que ha sido tomado del Instituto Nacional de Estadística español, el gasto en consumo y la inversión continuan deteriorándose de manera significativa luego de varios años de crecimiento sostenido. Debemos recordar que las dos variables mencionadas -consumo e inversión- constituyen el grueso del Producto Interno Bruto -PIB- de toda economía. Lo anterior explica que, como es de esperarse, el PIB español haya decrecido en el 4,1 por ciento al finalizar el tercer trimestre de 2009 con relación al mismo período de 2008.

Naturalmente, lo contrario viene ocurriendo con la tasa de ahorro de las familias. Como sabemos, el ingreso disponible familiar que no se utiliza para el consumo se convierte de manera automática en ahorro. A finales del tercer trimestre de 2009 la tasa de ahorro de las familias españolas era equivalente al 17,5 por ciento de su ingreso disponible, y era marcadamente superior a la tasa de ahorro que era del 10,5 por ciento a comienzos de la actual crisis -primer trimestre de 2008-.

Por lo anterior, no obstante que el aumento del ahorro es un hecho positivo en el más largo plazo para toda economía -pues el ahorro es la base de la inversión productiva a mediano y largo plazos-, en el corto plazo y en medio de la actual contracción de la economía española, el veloz aumento de la tasa de ahorro se reflejará en un mayor deterioro futuro del consumo y, por ende, de la demanda agregada y del PIB.

Al mismo tiempo que lo anterior viene ocurriendo, el índice de confianza -tanto de consumidores como de inversores- se viene deteriorando también en la economía española. Es natural que ante dicho panorama tanto los unos como los otros se sientan pesimistas y, como consecuencia, tengan la tendencia a limitar aún más en el futuro sus gastos de consumo y de inversión. Este es el efecto "bola de nieve" que hay que detener e invertir si es que se desea volver al camino del crecimiento económico sostenible. El problema es que lograr este objetivo es sumamente díficil en el caso que nos ocupa, especialmente cuando se ha destruído la confianza de los principales actores económicos. Para tener una idea de la magnitud del problema que se afronta en España, sólo basta constatar que la economía del Japón ha perdido las dos últimas décadas como consecuencia de no haber podido manejar con solvencia y efectividad problemas -muy similares a los existentes en España- en sus sectores de la construcción y de la banca. Se permitieron enormes abusos y no se reguló con efectividad la actividad económica, especialmente aquella dominada por sectores monopólicos ó claramente ineficientes.

Por lo anterior, es imperativo que el gobierno español trabaje sin ahorrar esfuerzo alguno para recuperar la confianza en su economía. No se trata solamente de otorgar subsidios pasajeros para la compra de vehículos como se viene haciendo en la actualidad -a un enorme costo fiscal y social-, esperando con ello que las cifras del consumo parezcan mejores en el corto plazo. No es conveniente que se trate de engañar de esta manera a la sociedad. Lo que se requiere, es un esfuerzo doloroso, profundo y continuado para restructurar una economía que no es ni competitiva internacionalmente -limitando así su fuente de crecimiento externo-, ni eficiente ni productiva internamente -perpetuando de esta manera sus altísimos niveles de desempleo- los cuales, entre otras cosas, se encontraban a niveles socialmente inaceptables a finales de octubre de 2009. Recuérdese, por ejemplo, que la tasa de desempleo para los menores de 25 años en España es ya superior al 40 por ciento, al paso que aquella para hombres y mujeres -en promedio- se encuentra alrededor del 19 por ciento, representando no sólo la peor tasa de paro en Europa sino una de las más altas en todo el mundo.

En síntesis, la economía española no se puede dar el lujo de permitir un continuado deterioro en sus signos vitales: el empleo, el consumo y la inversión productiva. Se equivocan quienes piensan que la actividad económica se recuperará en el país al paso de la recuperación en Europa o en otros continentes. Ello no será así pues los problemas que se afrontan son en gran medida de "cosecha interna". La solución a esta crisis está, entre otras acciones, en una inversión masiva y de largo plazo en formación de recursos humanos productivos; en investigación y desarrollo; y en mejoramiento notable de la competitividad internacional. Lo demás constituye sólo malgasto de escasos recursos valiosos, en ayuda de políticos con visión de muy corto plazo.

Saturday, October 24, 2009

Crecimiento económico después de la Gran Recesión

Desde tiempos de Adam Smith sabemos que el crecimiento económico puede resultar, de una parte, de la expansión del mercado interno que se origina en la interacción de varios factores tales como el crecimiento de la inversión, la investigación, la innovación, el desarrollo tecnológico, el aumento de la productividad o el crecimiento del empleo y, consecuentemente, de los mejores niveles de vida de los consumidores; ó, de otra parte, puede originarse también en la expansión de los mercados externos ya sea mediante el mecanismo tradicional del aumento sostenido de las exportaciones, ó bien a través de las crecientes actividades productivas de las empresas transnacionales.

En síntesis, hay sólo tres alternativas posibles para lograr un crecimiento económico sostenible: ó los países desarrollan amplios mercados internos para poder explotar economías de escala, abaratar costos de producción y aumentar, consecuentemente, la inversión productiva; ó los países desarrollan una gran competitividad externa que se constituye en complemento importante al tamaño limitado de sus mercados internos; ó los países combinan de manera estratégica el potencial resultante de ambos mercados, el interno y el externo.

El anterior marco teórico cobra inusitada relevancia en esta Gran Recesión y su aplicación en el análisis de la situación económica actual en algunos países permite entrever ciertas consecuencias y llegar a algunas conclusiones de gran importancia. Veamos.

En Asia, China -en primera instancia- saldrá como el gran vencedor de la debacle actual. De una parte, sus exportaciones continúan expandiéndose, no obstante la dramática caída de la demanda mundial, como consecuencia de la constante devaluación de su moneda la cual, entre otras cosas, ha seguido devaluándose -pegada al dólar de los EE.UU- en proporción histórica en los últimos siete meses; De otra parte, el monstruoso tamaño potencial del mercado interno de la economía china ha servido, también, de extraordinario apoyo para que el estímulo fiscal de su gobierno -cercano a los 600.000 millones de dolares- haya repercutido tanto de manera inmediata como esperada en la recuperación de su economía y su vigorosa expansión registrada -de alrededor del 9 por ciento en 2009-.

En América, como consecuencia directa e inevitable de esta Gran Recesión, los Estados Unidos están viendo que el consumidor está modificando sus tradicionales patrones de consumo -no olvidemos, consumo que equivale al 73 por ciento de su PIB- en favor del incremento del ahorro, anticipando así su continuado deslizamiento hacia la pérdida definitiva de su hegemonía mundial como la única gran potencia mundial. En este caso, la reducción gradual de su mercado interno es definitiva y el mercado externo -ante la enorme creciente competitividad de sus rivales tales como China e India- apenas le sirve para no hundirse más profundamente. En efecto, tanto analistas como historiadores coinciden en señalar que la China será ya, sin duda, la primera potencia económica mundial en el curso se los próximos quince años.

En Europa, Alemania -la gran potencia tecnológica y exportadora del mundo- parece ser una de las economías que podrá salir de la crisis sin heridas profundas y definitivas, consolidando de esta manera su preponderancia continental. No obstante que la reciente y brutal revaluación del Euro trabaja totalmente en su contra -hasta el momento- y consecuentemente sus exportaciones se encuentran muy debilitadas -han caído 23 por ciento entre enero y julio de 2009 con relación a los mismos meses de 2008-, su posibilidad en seguir manejando de manera equilibrada sus ventajas competitivas tanto en los mercados internos europeos -el suyo propio, el de Francia y el del Reino Unido, por ejemplo-, como en los externos -China, India y Canadá, para citar sólo algunos- le dará probablemente suficientes fuerzas para recuperarse de manera lenta y gradual. Lo anterior ofrece a Alemania, claramente, la posibilidad de seguir apoyándose -como tradicionalmente lo ha hecho en los últimos 50 años- tanto en los mercados internos europeos como en los externos en el resto del mundo.

El caso de España merece atención especial. En efecto, no obstante que este país se vislumbraba -hasta hace un par o tres de años- como el gran ejemplo de crecimiento y desarrollo para los demás países emergentes, tanto de Europa del Este como de América Latina, la situación se ha tornado negativa además de muy peligrosa desde el punto de vista económico y social. Veamos.

De una parte, su creciente e inaceptable nivel de endeudamiento tanto de las familias como de las empresas -en el caso de las personas, por ejemplo, superior al 130 por ciento de su ingreso disponible-; y de otra, el alarmante nivel de desempleo -superior al 20 por ciento en 2010, más del doble del promedio de la tasa de desempleo europea y equivalente a más de 5 millones de personas sin trabajo- impedirán su recuperación sostenible en varios años por venir; ello será así por la consecuente reducción real del tamaño de su mercado interno, en magnitud similar a la de la pérdida de la demanda agregada que en el pasado se originaba en esos millones de consumidores hoy sin trabajo, endeudados y sin ingresos.

Como si lo anterior fuera poco, el precario nivel de competitividad internacional de la economía española tampoco le servirá de apalancamiento, como por el contrario ocurre -por ejemplo- con la economía alemana, para sortear con mejor suerte las graves consecuencias de esta Gran Recesión. Téngase en cuenta que la economía española ha padecido siempre de un déficit estructural grave en su balanza comercial entre exportaciones e importaciones, precisamente como consecuencia de su precario nivel de competitividad internacional. Recuérdese, además, que entre enero y julio de este año sus exportaciones han caído en un 19 por ciento con relación al mismo período de 2008, viéndose acelerado este efecto negativo por la revaluación del Euro frente a la divisa norteamericana.

Parece estar claro que en España no ayudarán en su recuperación económica sostenible ni el potencial del tamaño de su mercado interno -que como hemos visto se está reduciendo notablemente-, como tampoco el potencial originado en los mercados externos -en los cuales, es evidente, España representa poco-.

En síntesis, como en todas las crisis, habrá ganadores y perdedores en esta ocasión. Nos acongoja pensar que España será uno de los grandes perdedores y, posiblemente, el país más afectado dentro del concierto de países industrializados. Lo importante ahora es evitar consecuencias aún más graves, especialmente en el terreno social, como resultado del desbordado nivel de desempleo que se ha alcanzado en este país. Por ello, el gobierno español no debería ahorrar esfuerzo alguno para reactivar la economía, lo más pronto posible, a través de gasto fiscal deficitario, aún a costo de tener que terminar - ó al menos suspender temporalmente- su participación en los acuerdos europeos en materias cambiarias, monetarias y fiscales con el fin de que la economía pueda volver a contar con el manejo independiente -hoy imposibles de ser utilizados- de la tasa de cambio para impulsar sus exportaciones; del tipo de interés para incentivar la inversión productiva; y del gasto del gobierno para regenerar la demanda agregada interna. No parece haber otra salida realista.

Wednesday, October 14, 2009

La banca española nos sigue engañando

No había acabado de publicarse ayer el informe de Moody´s sobre los bancos en España, el cual señala la necesidad de reservar cerca de 60.000 millones de euros en adición a los ya reservados hasta la fecha para amortiguar las pérdidas que habrán de llegar en los próximos meses, cuando la banca ya había saltado diciendo que el análisis efectuado por la agencia de calificación de riesgos era erróneo y extremista y, hasta el Banco de España, en declaración más política que técnica -es decir sin ningún contraargumento serio- decía que "...el Banco de España no permitiría nunca que la banca ocultase pérdidas o el deterioro real de sus activos y consideran que Moody's debería detallar mejor cómo realiza sus cálculos...".

Evidentemente, por si acaso no se han leído en la banca y el Banco de España el detallado informe de Moody´s -pues eso es lo que dejan ver sus poco serias reacciones- la agencia ha dicho claramente que "... las pérdidas de las carteras del sector rondarán los 108.000 millones como consecuencia de la crisis actual, y sin embargo, las provisiones a cierre de junio ascendían a 51.000 millones. Destaca que en los primeros seis meses del año, las entidades han generado un saldo neto de dotaciones para insolvencias de 6.300 millones, lo que significa que a este ritmo necesitarían unos cinco años para cubrir la totalidad de las pérdidas previstas...".

Hasta cuándo seguirán pensando los bancos y políticos españoles que los ciudadanos somos ignorantes y materia disponible para una continuada manipulación?

Es evidente que el valor real de los activos bancarios está seriamente sobrevaluado por los administradores de la banca en España. Sino fuera así, cómo se entendería entonces que el país, con el más alto nivel de desempleo en Europa - cerca de 19%, el doble de la media de la zona Euro-; con una fuerte caída registrada y hecha pública en el cumplimiento de las obligaciones financieras que ello acarrea para los consumidores e inversionistas locales; y ante la peor crisis económica de su historia desde el Mercantilismo, tenga una banca intacta, con niveles de activos sólidos pero cuyas bases -los precios de las viviendas y propiedades comerciales otorgadas en garantía- se encuentran seriamente deterioradas?; no es sino ver el caso del Reino Unido o el de los EE.UU, países que no abusaron hasta el extremo con el cual España logró inflar su peor burbuja histórica, para comprender la caótica situación que habrá de ocurrir. La analista de Moody´s lo pone muy bien en sus propias palabras: “numerosas entidades parecen evitar el reconocimiento de la magnitud real del deterioro de la calidad de los activos en sus cuentas”. Cabanyes especifica que mediante las refinanciaciones y los canjes de deuda por activos “se está retrasando el reconocimiento de la morosidad...”.

Hasta cuándo el Banco de España permitirá semejante manejo irresponsable?; o es que se piensa, acaso, que la economía española se va a recuperar en unos pocos meses -en contra de la opinión y las proyecciones de todos los analistas y entidades internacionales expertos en la materia quienes pronostican que la recuperación sólo podría venir en el 2011 -sobre supuestos muy optimistas-, y éso si las cosas no se deterioran aún más en el futuro inmediato. A lo mejor creen que los contribuyentes habremos para entonces olvidado el asunto y pagaremos todas esas pérdidas con miles de millones en subsidios para la banca, o quizás, mediante renovaciones disimuladas y secretas -como fue la característica de los préstamos iniciales- de los créditos que en cuantía equivalente a miles de millones fueron otorgados en abril de 2009 a un término de un año, y al 1 por ciento anual, a los bancos españoles por el Banco Central Europeo -BCE-.

Debería convocarse un referendo en España con el fin de preguntar al ciudadano si tales desafueros son aceptables: ni el gobierno -o desgobierno actual-, ni la oposición -o ausencia real de ella- saldrían bien librados. Que falta de seriedad!

Sunday, September 20, 2009

Subir los impuestos en medio de la Gran Recesión?

Definitivamente, el gobierno español va a obligar a la economía de España a postrarse de rodillas y, finalmente, a entrar en Depresión. Y ello probablemente será así, como consecuencia de la subida de impuestos que ya ha anunciado el gobierno de Zapatero -castigando así absurda e imprudentemente el consumo y la inversión, tan necesarios para la recuperación- en momentos en que aún no se han solucionado ni atendido serios problemas de solvencia -muy graves, por cierto- con el sector bancario español, la falta de productividad de la fuerza laboral, la precaria competitividad la economía y -como proporción del PIB- la relativamente baja inversión en Educación, Investigación, Desarrollo e Innovación -motores de un crecimiento futuro sostenido para cualquier economía-.

Constatar que la tasa de desempleo en España -18.5%- es la más alta de todo los países de la OECD y, penosamente, el doble de la media de la de los países de la UE -8.5%-, preocupa ya muchísimo. Pero anticipar que en el 2010 esta tasa de paro será aún mayor -superior al 20%-, tal como lo pronostican todas las entidades internacionales y analistas independientes, sin excepción, debería ser materia de amplio debate público y causa de un cambio drástico en la dirección del manejo que se le ha dado a la economía española en los últimos 25 años. Un manejo que, a todas luces de lo que viene aconteciendo, fue equivocado y sólo benefició a unos pocos constructores y a los bancos quienes, entre otras cosas, se pueden contar con los dedos de una mano.

Además de las pésimas perspectivas de empleo que hoy ensombrecen el panorama económico y social en España, hace unos días el informe de competitividad mundial 2009 del Foro Económico Mundial - WEF en su sigla inglesa- reveló que el país ocupa el puesto 33 en competitividad económica dentro de una lista de más de 130 países analizados y que, además, ha perdido valioso terreno frente al lugar que ocupaba el año anterior - número 29-. Veamos algunos detalles de dicho informe.

La calificación otorgada por el WEF en materia de estabilidad macroeconómica en España es muy mala: el país ocupa el puesto número 62 en el mundo, al mismo nivel que el de varios países del tercer mundo. Según el mismo informe, la transparencia en los procesos de planificación y ejecución de políticas de Estado es muy precaria; en efecto, el país ocupa el lugar número 80 en el mundo.

Vemos con pesadumbre también que la economía española, que a muchos en ese país hacían creer que era la octava potencia del mundo ocupa, según el mismo informe citado, el puesto número 46 en cuanto a eficiencia de mercados se refiere y el 50, en cuanto a la sofisticación de sus mercados financieros. De igual manera, la innovación en el país -herramienta crítica para garantizar un futuro sostenible y sólido de toda economía- es muy pobre: el país ocupa el lugar 40 en el mundo.

En materia de educación las cosas no están tampoco mejor en España. El país ocupa el lugar número 78 en cuanto al nivel de la calidad de su educación secundaria.

En materia laboral, España ocupa el lugar 116 por la rigidez de su sistema, y el puesto número 86 en materia de cooperación entre la clase trabajadora y los empleadores.

Ante las precarias cifras citadas, surge una inquietud legítima en la mente del contribuyente español: a dónde ha ido a parar el enorme esfuerzo tributario de los contribuyentes españoles en las últimas décadas en las cuales la economía ha gozado de su mejor época en la historia moderna?; en dónde están los beneficios concretos para la sociedad -en la magnitud que era de esperarse-, de los miles de millones de Euros en subsidios recibidos de la Unión Europea, a lo largo de todo este tiempo en que España se integró de manera efectiva a la UE?; las cifras comentadas con anterioridad indican que las prioridades sociales y económicas sostenibles no han sido atendidas de manera prioritaria ni efectiva. Lo anterior lo hemos confirmado también de manera más precisa en el informe que sobre Europa publicamos recientemente en este mismo blog. Ver el artículo escrito sobre España y Europa.

Por todo lo que se comenta, será muy difícil que los contribuyentes en España vayan a aceptar a la ligera una nueva subida de impuestos en medio de la tremenda crisis que envuelve a la economía.

Y que no nos quepa la menor duda; como en las corridas de toros -las que tanto gustan en España-, la imposición de nuevos impuestos en medio precisamente de la peor recesión económica sufrida en la últimas cuatro décadas, hará que el país reciba el "puntillazo final" que lo llevará a entrar, definitivamente, en el sendero de un deterioro económico y social continuado. Sendero que nos recuerda de alguna manera al camino seguido por Japón en sus dos décadas perdidas, después de haber gozado de una expansión económica sin precedentes -como la vivida en España en los últimos 15 años-. Debe tenerse presente que todo el desastre económico en Japón en su época -como ahora en España- empezó también con los abusos y excesos en los sectores de la construcción y de la banca, complementados con una enorme pusilanimidad del gobierno.

Saturday, July 4, 2009

Gran Depresión II?

En noviembre de 2008 escribí un artículo para Dossier Empresarial en Madrid, España (ver www.dossierempresarial.com, en las columnas de Opinión) sobre la imperante necesidad de tratar de evitar la posible ocurrencia de otra Gran Depresión como la de los años 1930s.

Ahora que acaban de publicarse las pésimas cifras de desempleo en los EE.UU y en la UE, registrando un persistente empeoramiento de la situación, no obstante los trillones de dólares que se han invertido en el rescate de los más grandes bancos del mundo y en el enorme estímulo fiscal implementado por los gobiernos de los países más relevantes, me parece útil volver sobre lo que se dijo entonces. En esos días escribía lo siguiente:

"La crisis financiera actual es, probablemente, la más grave desde la Gran Depresión de los años treinta. Alan Greenspan, quien fuera presidente de la Reserva Federal, no ha dudado en calificarla como un evento que sólo se presenta cada 100 años. El profesor Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York que hace más de dos años pronosticó la actual situación, vaticina que esta crisis se convertirá en una profunda y larga recesión combinada con deflación. El FMI, la OCDE, el Banco Mundial y la Comisión Europea -que venían corrigiendo a la baja en los últimos trimestres sus previsiones de crecimiento económico- han confirmado en los últimos días que el mundo industrializado estará en recesión al terminar el 2008 y en 2009. Todos coinciden en que España e Irlanda serán los países afectados de manera más severa como consecuencia de sus graves desajustes internos originados en la industria de la construcción. JPMorgan estima una contracción del PIB en el cuarto trimestre de 2008 del 4% en los EE.UU., del 3% en el Reino Unido y del 2% en la zona Euro. Para 2009, sus economistas proyectan una pérdida adicional del 0,5% en el PIB de los países avanzados. Las cifras que están dándose a conocer y la velocidad en su deterioro, auguran un problema aún mayor en los meses venideros. Por ejemplo, el Banco de Inglaterra estima en su último Reporte de Estabilidad Financiera que las pérdidas originadas en los instrumentos de deuda vulnerables a la actual crisis llegarían a 2.800 billones de dólares, equivalentes al doble de la suma prevista por el FMI tan sólo hace un par de meses. No quisiéramos imaginar la iliquidez y la insolvencia que una cifra de tal magnitud podría generar en el sistema financiero y el aparato productivo mundial. Las pérdidas ya conocidas han ocasionado una aguda aceleración en el deterioro de la economía real en el mundo.

Así mismo, preocupa sobremanera que las cifras de desempleo se estén deteriorando de forma acelerada y tan temprano en esta crisis. En los EE.UU. se acaba de anunciar que la economía perdió 240.000 empleos en el mes de octubre de 2008. En España viene ocurriendo un fenómeno similar pero aún más acentuado, si se tiene en cuenta el tamaño mucho más pequeño de su economía frente a la de los EE.UU. (más de diez veces menor). Cabe recordar que, como es tradicional en estos ciclos, los empresarios evitan cortar empleos a comienzos de una recesión, al tener excesiva confianza en una pronta recuperación.

De otra parte, el serio deterioro registrado en las corrientes de comercio internacional y en el gasto del consumidor en los principales países del mundo –industrializados y emergentes- y su mayor recorte previsto en esta época navideña, vaticinan nuevos y pronunciados ajustes negativos en las previsiones de crecimiento económico. Ante todo ello, vuelve a aflorar el debate académico de tantos años: ¿debe intervenir la autoridad económica ante la inminencia de una depresión o de una recesión severa?

De una parte, la escuela clásica económica –Hayek y seguidores- partidaria del libre mercado y de la no intervención del gobierno en la corrección del ciclo económico, considera que la depresión es necesaria y que, a través de ella, se 'liquidan' de manera natural las ineficiencias y desajustes provocados por excesos en la expansión de la oferta monetaria -el crédito bancario, por ejemplo, para adquirir activos tales como viviendas, acciones, etc.-. Los economistas clásicos consideran que la intervención del Gobierno ante la ocurrencia de una recesión sólo lleva a agravar y a extender la crisis aún más de lo necesario y recuerdan que la duración de la etapa de 'liquidación' tardará tanto más cuanto más haya tardado la etapa de excesos en el ciclo previo de expansión.

De otra parte, la escuela económica keynesiana –Keynes y seguidores- ofrece una visión totalmente contraria y, en consecuencia, considera esencial e inaplazable la intervención del Gobierno –a través del gasto fiscal deficitario- ante la aparición de la recesión, especialmente si se busca contrarrestar los devastadores efectos ocasionados por el creciente paro y el colapso del consumo y la inversión privada. Ante este dilema, los diversos países del mundo empiezan a posicionarse. Por un lado, el nuevo presidente de los EE.U.U. y el Primer Ministro británico son partidarios de la reactivación económica keynesiana. Por el otro, Alemania –en especial- y Francia manifiestan sus temores ante una posible ruptura de la disciplina fiscal. Charles Kindleberger, en su libro sobre la Gran Depresión, recordaba de qué manera el mundo tenía siempre dificultades insuperables para diseñar, coordinar e implementar políticas frente a problemas comunes, especialmente cuando de reuniones internacionales se trataba. Veremos que ocurrirá este fin de semana en la reunión del G20 en Washington. Es muy probable que surja claridad sobre cómo se habrá de manejar la actual crisis y, sobre todo, si podrá manejarse de manera coordinada y con efectividad para evitar una nueva Gran Depresión."

Pues bien, han transcurrido siete meses desde que se escribió este artículo y, de manera lamentable, todo parece indicar que los gobiernos de las grandes potencias han sido incapaces de coordinar de manera contundente y efectiva la reactivación de la economía mundial. Las cifras de desempleo comentadas arriba, así lo avalan.

Y lo que es más preocupante aún, radica en las conclusiones recientes a las que han llegado algunos destacados estudiosos del panorama económico mundial, tales como el profesor Krugman de la universidad de Princeton y el director económico del Financial Times, el Sr. Martin Wolf -entre muchos otros-; de una parte, el Sr. Wolf, en su artículo publicado en el FT el 16 de junio pasado demuestra que los primeros 18meses de la actual crisis han seguido la evolución de las principales variables macroeconómicas -producción industrial, comercio exterior, oferta monetaria y balances fiscales- de manera muy cercana, pero con mayor severidad, a aquella registrada en igual período a partir del comienzo de la Gran Depresión en 1929. Por su parte, el profesor Krugman en su último artículo del New York Times, publicado ayer -"That´30 Show"-, anticipa la inminente necesidad de implementar un nuevo plan de estímulo fiscal, si es que se desea evitar el agravamiento de la actual debacle, y recomienda al presidente Obama y a su equipo económico no tardar en hacerlo, no obstante las dificultades políticas inherentes.

Habida cuenta de lo anterior, creo que hoy es más probable que hace un año, que nos encontremos entrando en el "callejón sin salida" de la Gran Depresión II.Sin duda, los economistas aprenderemos extraordinarias lecciones de política económica buena y mala en los meses que vienen. Lamentablemente, la sociedad con su enorme y creciente desempleo sufrirá sin medida.