Se han conocido en las últimas horas las cifras sobre la evolución del PIB en Europa. En los últimos doce meses, a octubre de 2009, la caída del PIB es del 4,1 por ciento para la zona euro, y del 4,3 para la Europa de los 27. Alemania, de lejos la principal potencia de la región muestra cifras muy negativas (-4,8%); y El Reino Unido y España, profundamente inmersos en la crisis por sus propias causas, los abusos extremos y la irresponsabilidad de los dirigentes y usuarios que los llevaron a la debacle en la banca y en la industria de la construcción, respectivamente, siguen acusando problemas severos que se reflejan en las respectivas caídas de su PIB en los últimos doce meses, -5,2% y -4%.
La evolución de las estadísticas en los dos últimos trimestres muestran una endeble mejoría en Alemania y Francia, cuyos PIB han crecido modestamente 0,7% y 0,3%, respectivamente a finales de octubre de 2009, siguiendo la tendencia positiva pero muy pobre del trimestre inmediatamente anterior.
En El Reino Unido y España, las cifras hasta octubre siguen siendo negativas con relación al trimestre anterior, -0,4% y -0,3%, respectivamente, mostrando la realidad distinta y peculiar en estos países.
Muchos políticos y comentaristas han aprovechado la publicación de las anteriores cifras para comentar, sin perder un sólo minuto, que la recuperación ya ha llegado en el ámbito de las grandes potencias europeas, o que está por llegar en los países más pequeños como es el caso de Italia y de España.
Me temo que voy a tener que apaciguar la euforia desmedida. La economía mundial está aún en entredicho. Las enormes ayudas y cuantiosos rescates a bancos y a otros actores económicos, se han agotado -a un costo fiscal enorme y muy peligroso para la estabilidad futura de las economías y su propia recuperación-; en la zona Euro, por ejemplo, el déficit fiscal es aún manejable -2% del PIB-, pero en España, se está saliendo de control -se acerca peligrosamente al 10% del PIB-. Estos nuevos excesos tendrán, sin ninguna duda, graves consecuencias futuras en cuanto a la estabilidad monetaria y cambiaria se refiere, y en relación, especialmente, con la limitación obligada de la futura inversión social pública.
Y como lo sugería el profesor Jeffrey Sachs en su reciente artículo en el Financial Times del 10 de noviembre de 2009, los gobiernos -refiriéndose de manera específica al de Obama- han metido a los países en enormes déficits fiscales en medio de la presente crisis, sin haber tenido en cuenta que la tarea más prioritaria ha debido ser la de rescatar el crecimiento de la actividad productiva en las economías mediante programas de estímulo fiscal orientados a sectores estructurales prioritarios para la sociedad y el futuro de la misma, tales como la educación, la salud, la investigación y la construcción de infraestructura productiva en transportes, comunicaciones y energías renovables y de baja contaminación, etc.; dicho estímulo fiscal, estima el profesor Sachs, hubiera contribuído tanto a proteger como a generar empleos estables y duraderos, al paso que hubiera también extendido de manera enorme la rentabilidad social de dichas inversiones.
Pero, veamos a continuación, algunas otras de las razones que me llevan a ser un poco más prudente que muchos con el pronóstico de la actividad económica futura.
El índice ZEW de confianza económica en Alemania -por ejemplo-, país que sabemos es el gran motor de la economía europea, ha vuelto a caer en noviembre de 2009 a 51,1 de 56,0 que registraba en el mes de octubre. No por casualidad, el índice del sentimiento del consumidor -Reuters y Universidad de Michigan- en los EE.UU volvió también a caer en noviembre de 2009, al mínimo de tres meses, registrando la cifra de 66 frente a la de 70,6 alcanzada en octubre anterior. Desafortunadamente, estos índices nos podrían estar presagiando una pésima temporada de ventas en las festividades navideñas -crucial para la mayoría de distribuidores al consumidor final-, confirmando así la reestructuración que se viene dando en la utilización del ingreso disponible por parte de los hogares, al estar prefiriendo el ahorro al consumo: es decir, prefiriendo la prudencia frente a la tradicional irresponsable frivolidad a costa de niveles mayores de gravoso endeudamiento. Ésta es probablemente una de las grandes enseñanzas de la actual crisis: el consumidor podría estar cambiando sus patrones de consumo de forma radical y permanente. Mala señal ésta para las empresas acostumbradas al consumo fácil y desmedido de sus productos, sin ofrecer realmente valor y utilidad objetiva a sus consumidores.
De otra parte, en Italia y España, especialmente, siguen cayendo la inversión y el consumo. La producción Industrial, por ejemplo, disminuyó en ambos países en septiembre de 2009, último mes para el que se tienen cifras, en -5,3% y -1,4%, respectivamente, cuando el promedio de crecimiento en la zona Euro fué del 0,3% en el mismo período. Las ventas al por menor, por su parte, volvieron a caer en septiembre en España en el 1%, al mismo tiempo que en la Europa de los 27 sólamente disminujyeron en un 0,4%.
Es inexplicable, entonces, sino se tiene en cuenta la especulación que todo lo distorsiona, la euforia reinante en el mercado bursátil y la excesiva alegría, quien lo podría imaginar, en el índice bursátil más modesto de Europa -el Ibex 35, que está representado en un más del 60% por sólo cuatro ó cinco empresas españolas- y que, en medio de la actual crisis pronunciada del país y sus lúgubres perspectivas a corto y mediano plazos, ha subido este año en más del 60 por ciento desde los bajos de marzo de 2009.
En las próximas semanas conoceremos los resultados reales de las ventas navideñas en los principales países -las cuales me temo van a ser más modestas de lo esperado por muchos-. Lamentablemente, tendremos que volver a poner los "piés en el suelo", especialmente en el ámbito de los mercados bursátiles y de los despachos ministeriales de muchos países, especialmente en España. Como consecuencia de lo anterior, conoceremos nuevas cifras de desempleo creciente, tanto en Europa como en los EE.UU. y otros países.
Ante este panorama, los gobiernos no deberían desestimar la gravedad de esta Gran Recesión y sus imborrables consecuencias. Sin duda, si desconectamos el respirador artificial de la economía mundial en los próximos meses -como ya lo están insinuando varios políticos prominentes, que debería hacerse pronto-, veremos materializar una nueva caída en la actividad económica mundial, tal y como lo prevée que ocurriría en estas circunstancias, la teoría de la reactivación económica frente a problemas severos de demanda agregada.
Quizas esta penosa situación sea la única razón por la cual la sociedad, al final de todo este doloroso episodio económico y social que ha materializado esta Gran Recesión, se dedicará de manera más seria, febril y sostenida al mejoramiento de los fundamentos claves para un futuro verdaderamente saludable y estable para la sociedad. Y ello sólo se logrará mediante una gran inversión en educación y salud -principalmente-, enfrentando así de una vez por todas las verdaderas causas del penoso cáncer de la pobreza estructural en tantos países hoy en día, incluyendo -claro está- a las principales potencias del mundo.
Showing posts with label economy. Show all posts
Showing posts with label economy. Show all posts
Saturday, November 14, 2009
Sunday, November 1, 2009
El consumo y la inversión productiva no reaccionan

El problema es severo. Como lo podemos observar en el gráfico anterior, que ha sido tomado del Instituto Nacional de Estadística español, el gasto en consumo y la inversión continuan deteriorándose de manera significativa luego de varios años de crecimiento sostenido. Debemos recordar que las dos variables mencionadas -consumo e inversión- constituyen el grueso del Producto Interno Bruto -PIB- de toda economía. Lo anterior explica que, como es de esperarse, el PIB español haya decrecido en el 4,1 por ciento al finalizar el tercer trimestre de 2009 con relación al mismo período de 2008.
Naturalmente, lo contrario viene ocurriendo con la tasa de ahorro de las familias. Como sabemos, el ingreso disponible familiar que no se utiliza para el consumo se convierte de manera automática en ahorro. A finales del tercer trimestre de 2009 la tasa de ahorro de las familias españolas era equivalente al 17,5 por ciento de su ingreso disponible, y era marcadamente superior a la tasa de ahorro que era del 10,5 por ciento a comienzos de la actual crisis -primer trimestre de 2008-.
Por lo anterior, no obstante que el aumento del ahorro es un hecho positivo en el más largo plazo para toda economía -pues el ahorro es la base de la inversión productiva a mediano y largo plazos-, en el corto plazo y en medio de la actual contracción de la economía española, el veloz aumento de la tasa de ahorro se reflejará en un mayor deterioro futuro del consumo y, por ende, de la demanda agregada y del PIB.
Al mismo tiempo que lo anterior viene ocurriendo, el índice de confianza -tanto de consumidores como de inversores- se viene deteriorando también en la economía española. Es natural que ante dicho panorama tanto los unos como los otros se sientan pesimistas y, como consecuencia, tengan la tendencia a limitar aún más en el futuro sus gastos de consumo y de inversión. Este es el efecto "bola de nieve" que hay que detener e invertir si es que se desea volver al camino del crecimiento económico sostenible. El problema es que lograr este objetivo es sumamente díficil en el caso que nos ocupa, especialmente cuando se ha destruído la confianza de los principales actores económicos. Para tener una idea de la magnitud del problema que se afronta en España, sólo basta constatar que la economía del Japón ha perdido las dos últimas décadas como consecuencia de no haber podido manejar con solvencia y efectividad problemas -muy similares a los existentes en España- en sus sectores de la construcción y de la banca. Se permitieron enormes abusos y no se reguló con efectividad la actividad económica, especialmente aquella dominada por sectores monopólicos ó claramente ineficientes.
Por lo anterior, es imperativo que el gobierno español trabaje sin ahorrar esfuerzo alguno para recuperar la confianza en su economía. No se trata solamente de otorgar subsidios pasajeros para la compra de vehículos como se viene haciendo en la actualidad -a un enorme costo fiscal y social-, esperando con ello que las cifras del consumo parezcan mejores en el corto plazo. No es conveniente que se trate de engañar de esta manera a la sociedad. Lo que se requiere, es un esfuerzo doloroso, profundo y continuado para restructurar una economía que no es ni competitiva internacionalmente -limitando así su fuente de crecimiento externo-, ni eficiente ni productiva internamente -perpetuando de esta manera sus altísimos niveles de desempleo- los cuales, entre otras cosas, se encontraban a niveles socialmente inaceptables a finales de octubre de 2009. Recuérdese, por ejemplo, que la tasa de desempleo para los menores de 25 años en España es ya superior al 40 por ciento, al paso que aquella para hombres y mujeres -en promedio- se encuentra alrededor del 19 por ciento, representando no sólo la peor tasa de paro en Europa sino una de las más altas en todo el mundo.
En síntesis, la economía española no se puede dar el lujo de permitir un continuado deterioro en sus signos vitales: el empleo, el consumo y la inversión productiva. Se equivocan quienes piensan que la actividad económica se recuperará en el país al paso de la recuperación en Europa o en otros continentes. Ello no será así pues los problemas que se afrontan son en gran medida de "cosecha interna". La solución a esta crisis está, entre otras acciones, en una inversión masiva y de largo plazo en formación de recursos humanos productivos; en investigación y desarrollo; y en mejoramiento notable de la competitividad internacional. Lo demás constituye sólo malgasto de escasos recursos valiosos, en ayuda de políticos con visión de muy corto plazo.
Saturday, October 24, 2009
Crecimiento económico después de la Gran Recesión
Desde tiempos de Adam Smith sabemos que el crecimiento económico puede resultar, de una parte, de la expansión del mercado interno que se origina en la interacción de varios factores tales como el crecimiento de la inversión, la investigación, la innovación, el desarrollo tecnológico, el aumento de la productividad o el crecimiento del empleo y, consecuentemente, de los mejores niveles de vida de los consumidores; ó, de otra parte, puede originarse también en la expansión de los mercados externos ya sea mediante el mecanismo tradicional del aumento sostenido de las exportaciones, ó bien a través de las crecientes actividades productivas de las empresas transnacionales.
En síntesis, hay sólo tres alternativas posibles para lograr un crecimiento económico sostenible: ó los países desarrollan amplios mercados internos para poder explotar economías de escala, abaratar costos de producción y aumentar, consecuentemente, la inversión productiva; ó los países desarrollan una gran competitividad externa que se constituye en complemento importante al tamaño limitado de sus mercados internos; ó los países combinan de manera estratégica el potencial resultante de ambos mercados, el interno y el externo.
El anterior marco teórico cobra inusitada relevancia en esta Gran Recesión y su aplicación en el análisis de la situación económica actual en algunos países permite entrever ciertas consecuencias y llegar a algunas conclusiones de gran importancia. Veamos.
En Asia, China -en primera instancia- saldrá como el gran vencedor de la debacle actual. De una parte, sus exportaciones continúan expandiéndose, no obstante la dramática caída de la demanda mundial, como consecuencia de la constante devaluación de su moneda la cual, entre otras cosas, ha seguido devaluándose -pegada al dólar de los EE.UU- en proporción histórica en los últimos siete meses; De otra parte, el monstruoso tamaño potencial del mercado interno de la economía china ha servido, también, de extraordinario apoyo para que el estímulo fiscal de su gobierno -cercano a los 600.000 millones de dolares- haya repercutido tanto de manera inmediata como esperada en la recuperación de su economía y su vigorosa expansión registrada -de alrededor del 9 por ciento en 2009-.
En América, como consecuencia directa e inevitable de esta Gran Recesión, los Estados Unidos están viendo que el consumidor está modificando sus tradicionales patrones de consumo -no olvidemos, consumo que equivale al 73 por ciento de su PIB- en favor del incremento del ahorro, anticipando así su continuado deslizamiento hacia la pérdida definitiva de su hegemonía mundial como la única gran potencia mundial. En este caso, la reducción gradual de su mercado interno es definitiva y el mercado externo -ante la enorme creciente competitividad de sus rivales tales como China e India- apenas le sirve para no hundirse más profundamente. En efecto, tanto analistas como historiadores coinciden en señalar que la China será ya, sin duda, la primera potencia económica mundial en el curso se los próximos quince años.
En Europa, Alemania -la gran potencia tecnológica y exportadora del mundo- parece ser una de las economías que podrá salir de la crisis sin heridas profundas y definitivas, consolidando de esta manera su preponderancia continental. No obstante que la reciente y brutal revaluación del Euro trabaja totalmente en su contra -hasta el momento- y consecuentemente sus exportaciones se encuentran muy debilitadas -han caído 23 por ciento entre enero y julio de 2009 con relación a los mismos meses de 2008-, su posibilidad en seguir manejando de manera equilibrada sus ventajas competitivas tanto en los mercados internos europeos -el suyo propio, el de Francia y el del Reino Unido, por ejemplo-, como en los externos -China, India y Canadá, para citar sólo algunos- le dará probablemente suficientes fuerzas para recuperarse de manera lenta y gradual. Lo anterior ofrece a Alemania, claramente, la posibilidad de seguir apoyándose -como tradicionalmente lo ha hecho en los últimos 50 años- tanto en los mercados internos europeos como en los externos en el resto del mundo.
El caso de España merece atención especial. En efecto, no obstante que este país se vislumbraba -hasta hace un par o tres de años- como el gran ejemplo de crecimiento y desarrollo para los demás países emergentes, tanto de Europa del Este como de América Latina, la situación se ha tornado negativa además de muy peligrosa desde el punto de vista económico y social. Veamos.
De una parte, su creciente e inaceptable nivel de endeudamiento tanto de las familias como de las empresas -en el caso de las personas, por ejemplo, superior al 130 por ciento de su ingreso disponible-; y de otra, el alarmante nivel de desempleo -superior al 20 por ciento en 2010, más del doble del promedio de la tasa de desempleo europea y equivalente a más de 5 millones de personas sin trabajo- impedirán su recuperación sostenible en varios años por venir; ello será así por la consecuente reducción real del tamaño de su mercado interno, en magnitud similar a la de la pérdida de la demanda agregada que en el pasado se originaba en esos millones de consumidores hoy sin trabajo, endeudados y sin ingresos.
Como si lo anterior fuera poco, el precario nivel de competitividad internacional de la economía española tampoco le servirá de apalancamiento, como por el contrario ocurre -por ejemplo- con la economía alemana, para sortear con mejor suerte las graves consecuencias de esta Gran Recesión. Téngase en cuenta que la economía española ha padecido siempre de un déficit estructural grave en su balanza comercial entre exportaciones e importaciones, precisamente como consecuencia de su precario nivel de competitividad internacional. Recuérdese, además, que entre enero y julio de este año sus exportaciones han caído en un 19 por ciento con relación al mismo período de 2008, viéndose acelerado este efecto negativo por la revaluación del Euro frente a la divisa norteamericana.
Parece estar claro que en España no ayudarán en su recuperación económica sostenible ni el potencial del tamaño de su mercado interno -que como hemos visto se está reduciendo notablemente-, como tampoco el potencial originado en los mercados externos -en los cuales, es evidente, España representa poco-.
En síntesis, como en todas las crisis, habrá ganadores y perdedores en esta ocasión. Nos acongoja pensar que España será uno de los grandes perdedores y, posiblemente, el país más afectado dentro del concierto de países industrializados. Lo importante ahora es evitar consecuencias aún más graves, especialmente en el terreno social, como resultado del desbordado nivel de desempleo que se ha alcanzado en este país. Por ello, el gobierno español no debería ahorrar esfuerzo alguno para reactivar la economía, lo más pronto posible, a través de gasto fiscal deficitario, aún a costo de tener que terminar - ó al menos suspender temporalmente- su participación en los acuerdos europeos en materias cambiarias, monetarias y fiscales con el fin de que la economía pueda volver a contar con el manejo independiente -hoy imposibles de ser utilizados- de la tasa de cambio para impulsar sus exportaciones; del tipo de interés para incentivar la inversión productiva; y del gasto del gobierno para regenerar la demanda agregada interna. No parece haber otra salida realista.
En síntesis, hay sólo tres alternativas posibles para lograr un crecimiento económico sostenible: ó los países desarrollan amplios mercados internos para poder explotar economías de escala, abaratar costos de producción y aumentar, consecuentemente, la inversión productiva; ó los países desarrollan una gran competitividad externa que se constituye en complemento importante al tamaño limitado de sus mercados internos; ó los países combinan de manera estratégica el potencial resultante de ambos mercados, el interno y el externo.
El anterior marco teórico cobra inusitada relevancia en esta Gran Recesión y su aplicación en el análisis de la situación económica actual en algunos países permite entrever ciertas consecuencias y llegar a algunas conclusiones de gran importancia. Veamos.
En Asia, China -en primera instancia- saldrá como el gran vencedor de la debacle actual. De una parte, sus exportaciones continúan expandiéndose, no obstante la dramática caída de la demanda mundial, como consecuencia de la constante devaluación de su moneda la cual, entre otras cosas, ha seguido devaluándose -pegada al dólar de los EE.UU- en proporción histórica en los últimos siete meses; De otra parte, el monstruoso tamaño potencial del mercado interno de la economía china ha servido, también, de extraordinario apoyo para que el estímulo fiscal de su gobierno -cercano a los 600.000 millones de dolares- haya repercutido tanto de manera inmediata como esperada en la recuperación de su economía y su vigorosa expansión registrada -de alrededor del 9 por ciento en 2009-.
En América, como consecuencia directa e inevitable de esta Gran Recesión, los Estados Unidos están viendo que el consumidor está modificando sus tradicionales patrones de consumo -no olvidemos, consumo que equivale al 73 por ciento de su PIB- en favor del incremento del ahorro, anticipando así su continuado deslizamiento hacia la pérdida definitiva de su hegemonía mundial como la única gran potencia mundial. En este caso, la reducción gradual de su mercado interno es definitiva y el mercado externo -ante la enorme creciente competitividad de sus rivales tales como China e India- apenas le sirve para no hundirse más profundamente. En efecto, tanto analistas como historiadores coinciden en señalar que la China será ya, sin duda, la primera potencia económica mundial en el curso se los próximos quince años.
En Europa, Alemania -la gran potencia tecnológica y exportadora del mundo- parece ser una de las economías que podrá salir de la crisis sin heridas profundas y definitivas, consolidando de esta manera su preponderancia continental. No obstante que la reciente y brutal revaluación del Euro trabaja totalmente en su contra -hasta el momento- y consecuentemente sus exportaciones se encuentran muy debilitadas -han caído 23 por ciento entre enero y julio de 2009 con relación a los mismos meses de 2008-, su posibilidad en seguir manejando de manera equilibrada sus ventajas competitivas tanto en los mercados internos europeos -el suyo propio, el de Francia y el del Reino Unido, por ejemplo-, como en los externos -China, India y Canadá, para citar sólo algunos- le dará probablemente suficientes fuerzas para recuperarse de manera lenta y gradual. Lo anterior ofrece a Alemania, claramente, la posibilidad de seguir apoyándose -como tradicionalmente lo ha hecho en los últimos 50 años- tanto en los mercados internos europeos como en los externos en el resto del mundo.
El caso de España merece atención especial. En efecto, no obstante que este país se vislumbraba -hasta hace un par o tres de años- como el gran ejemplo de crecimiento y desarrollo para los demás países emergentes, tanto de Europa del Este como de América Latina, la situación se ha tornado negativa además de muy peligrosa desde el punto de vista económico y social. Veamos.
De una parte, su creciente e inaceptable nivel de endeudamiento tanto de las familias como de las empresas -en el caso de las personas, por ejemplo, superior al 130 por ciento de su ingreso disponible-; y de otra, el alarmante nivel de desempleo -superior al 20 por ciento en 2010, más del doble del promedio de la tasa de desempleo europea y equivalente a más de 5 millones de personas sin trabajo- impedirán su recuperación sostenible en varios años por venir; ello será así por la consecuente reducción real del tamaño de su mercado interno, en magnitud similar a la de la pérdida de la demanda agregada que en el pasado se originaba en esos millones de consumidores hoy sin trabajo, endeudados y sin ingresos.
Como si lo anterior fuera poco, el precario nivel de competitividad internacional de la economía española tampoco le servirá de apalancamiento, como por el contrario ocurre -por ejemplo- con la economía alemana, para sortear con mejor suerte las graves consecuencias de esta Gran Recesión. Téngase en cuenta que la economía española ha padecido siempre de un déficit estructural grave en su balanza comercial entre exportaciones e importaciones, precisamente como consecuencia de su precario nivel de competitividad internacional. Recuérdese, además, que entre enero y julio de este año sus exportaciones han caído en un 19 por ciento con relación al mismo período de 2008, viéndose acelerado este efecto negativo por la revaluación del Euro frente a la divisa norteamericana.
Parece estar claro que en España no ayudarán en su recuperación económica sostenible ni el potencial del tamaño de su mercado interno -que como hemos visto se está reduciendo notablemente-, como tampoco el potencial originado en los mercados externos -en los cuales, es evidente, España representa poco-.
En síntesis, como en todas las crisis, habrá ganadores y perdedores en esta ocasión. Nos acongoja pensar que España será uno de los grandes perdedores y, posiblemente, el país más afectado dentro del concierto de países industrializados. Lo importante ahora es evitar consecuencias aún más graves, especialmente en el terreno social, como resultado del desbordado nivel de desempleo que se ha alcanzado en este país. Por ello, el gobierno español no debería ahorrar esfuerzo alguno para reactivar la economía, lo más pronto posible, a través de gasto fiscal deficitario, aún a costo de tener que terminar - ó al menos suspender temporalmente- su participación en los acuerdos europeos en materias cambiarias, monetarias y fiscales con el fin de que la economía pueda volver a contar con el manejo independiente -hoy imposibles de ser utilizados- de la tasa de cambio para impulsar sus exportaciones; del tipo de interés para incentivar la inversión productiva; y del gasto del gobierno para regenerar la demanda agregada interna. No parece haber otra salida realista.
Sunday, September 20, 2009
Subir los impuestos en medio de la Gran Recesión?
Definitivamente, el gobierno español va a obligar a la economía de España a postrarse de rodillas y, finalmente, a entrar en Depresión. Y ello probablemente será así, como consecuencia de la subida de impuestos que ya ha anunciado el gobierno de Zapatero -castigando así absurda e imprudentemente el consumo y la inversión, tan necesarios para la recuperación- en momentos en que aún no se han solucionado ni atendido serios problemas de solvencia -muy graves, por cierto- con el sector bancario español, la falta de productividad de la fuerza laboral, la precaria competitividad la economía y -como proporción del PIB- la relativamente baja inversión en Educación, Investigación, Desarrollo e Innovación -motores de un crecimiento futuro sostenido para cualquier economía-.
Constatar que la tasa de desempleo en España -18.5%- es la más alta de todo los países de la OECD y, penosamente, el doble de la media de la de los países de la UE -8.5%-, preocupa ya muchísimo. Pero anticipar que en el 2010 esta tasa de paro será aún mayor -superior al 20%-, tal como lo pronostican todas las entidades internacionales y analistas independientes, sin excepción, debería ser materia de amplio debate público y causa de un cambio drástico en la dirección del manejo que se le ha dado a la economía española en los últimos 25 años. Un manejo que, a todas luces de lo que viene aconteciendo, fue equivocado y sólo benefició a unos pocos constructores y a los bancos quienes, entre otras cosas, se pueden contar con los dedos de una mano.
Además de las pésimas perspectivas de empleo que hoy ensombrecen el panorama económico y social en España, hace unos días el informe de competitividad mundial 2009 del Foro Económico Mundial - WEF en su sigla inglesa- reveló que el país ocupa el puesto 33 en competitividad económica dentro de una lista de más de 130 países analizados y que, además, ha perdido valioso terreno frente al lugar que ocupaba el año anterior - número 29-. Veamos algunos detalles de dicho informe.
La calificación otorgada por el WEF en materia de estabilidad macroeconómica en España es muy mala: el país ocupa el puesto número 62 en el mundo, al mismo nivel que el de varios países del tercer mundo. Según el mismo informe, la transparencia en los procesos de planificación y ejecución de políticas de Estado es muy precaria; en efecto, el país ocupa el lugar número 80 en el mundo.
Vemos con pesadumbre también que la economía española, que a muchos en ese país hacían creer que era la octava potencia del mundo ocupa, según el mismo informe citado, el puesto número 46 en cuanto a eficiencia de mercados se refiere y el 50, en cuanto a la sofisticación de sus mercados financieros. De igual manera, la innovación en el país -herramienta crítica para garantizar un futuro sostenible y sólido de toda economía- es muy pobre: el país ocupa el lugar 40 en el mundo.
En materia de educación las cosas no están tampoco mejor en España. El país ocupa el lugar número 78 en cuanto al nivel de la calidad de su educación secundaria.
En materia laboral, España ocupa el lugar 116 por la rigidez de su sistema, y el puesto número 86 en materia de cooperación entre la clase trabajadora y los empleadores.
Ante las precarias cifras citadas, surge una inquietud legítima en la mente del contribuyente español: a dónde ha ido a parar el enorme esfuerzo tributario de los contribuyentes españoles en las últimas décadas en las cuales la economía ha gozado de su mejor época en la historia moderna?; en dónde están los beneficios concretos para la sociedad -en la magnitud que era de esperarse-, de los miles de millones de Euros en subsidios recibidos de la Unión Europea, a lo largo de todo este tiempo en que España se integró de manera efectiva a la UE?; las cifras comentadas con anterioridad indican que las prioridades sociales y económicas sostenibles no han sido atendidas de manera prioritaria ni efectiva. Lo anterior lo hemos confirmado también de manera más precisa en el informe que sobre Europa publicamos recientemente en este mismo blog. Ver el artículo escrito sobre España y Europa.
Por todo lo que se comenta, será muy difícil que los contribuyentes en España vayan a aceptar a la ligera una nueva subida de impuestos en medio de la tremenda crisis que envuelve a la economía.
Y que no nos quepa la menor duda; como en las corridas de toros -las que tanto gustan en España-, la imposición de nuevos impuestos en medio precisamente de la peor recesión económica sufrida en la últimas cuatro décadas, hará que el país reciba el "puntillazo final" que lo llevará a entrar, definitivamente, en el sendero de un deterioro económico y social continuado. Sendero que nos recuerda de alguna manera al camino seguido por Japón en sus dos décadas perdidas, después de haber gozado de una expansión económica sin precedentes -como la vivida en España en los últimos 15 años-. Debe tenerse presente que todo el desastre económico en Japón en su época -como ahora en España- empezó también con los abusos y excesos en los sectores de la construcción y de la banca, complementados con una enorme pusilanimidad del gobierno.
Constatar que la tasa de desempleo en España -18.5%- es la más alta de todo los países de la OECD y, penosamente, el doble de la media de la de los países de la UE -8.5%-, preocupa ya muchísimo. Pero anticipar que en el 2010 esta tasa de paro será aún mayor -superior al 20%-, tal como lo pronostican todas las entidades internacionales y analistas independientes, sin excepción, debería ser materia de amplio debate público y causa de un cambio drástico en la dirección del manejo que se le ha dado a la economía española en los últimos 25 años. Un manejo que, a todas luces de lo que viene aconteciendo, fue equivocado y sólo benefició a unos pocos constructores y a los bancos quienes, entre otras cosas, se pueden contar con los dedos de una mano.
Además de las pésimas perspectivas de empleo que hoy ensombrecen el panorama económico y social en España, hace unos días el informe de competitividad mundial 2009 del Foro Económico Mundial - WEF en su sigla inglesa- reveló que el país ocupa el puesto 33 en competitividad económica dentro de una lista de más de 130 países analizados y que, además, ha perdido valioso terreno frente al lugar que ocupaba el año anterior - número 29-. Veamos algunos detalles de dicho informe.
La calificación otorgada por el WEF en materia de estabilidad macroeconómica en España es muy mala: el país ocupa el puesto número 62 en el mundo, al mismo nivel que el de varios países del tercer mundo. Según el mismo informe, la transparencia en los procesos de planificación y ejecución de políticas de Estado es muy precaria; en efecto, el país ocupa el lugar número 80 en el mundo.
Vemos con pesadumbre también que la economía española, que a muchos en ese país hacían creer que era la octava potencia del mundo ocupa, según el mismo informe citado, el puesto número 46 en cuanto a eficiencia de mercados se refiere y el 50, en cuanto a la sofisticación de sus mercados financieros. De igual manera, la innovación en el país -herramienta crítica para garantizar un futuro sostenible y sólido de toda economía- es muy pobre: el país ocupa el lugar 40 en el mundo.
En materia de educación las cosas no están tampoco mejor en España. El país ocupa el lugar número 78 en cuanto al nivel de la calidad de su educación secundaria.
En materia laboral, España ocupa el lugar 116 por la rigidez de su sistema, y el puesto número 86 en materia de cooperación entre la clase trabajadora y los empleadores.
Ante las precarias cifras citadas, surge una inquietud legítima en la mente del contribuyente español: a dónde ha ido a parar el enorme esfuerzo tributario de los contribuyentes españoles en las últimas décadas en las cuales la economía ha gozado de su mejor época en la historia moderna?; en dónde están los beneficios concretos para la sociedad -en la magnitud que era de esperarse-, de los miles de millones de Euros en subsidios recibidos de la Unión Europea, a lo largo de todo este tiempo en que España se integró de manera efectiva a la UE?; las cifras comentadas con anterioridad indican que las prioridades sociales y económicas sostenibles no han sido atendidas de manera prioritaria ni efectiva. Lo anterior lo hemos confirmado también de manera más precisa en el informe que sobre Europa publicamos recientemente en este mismo blog. Ver el artículo escrito sobre España y Europa.
Por todo lo que se comenta, será muy difícil que los contribuyentes en España vayan a aceptar a la ligera una nueva subida de impuestos en medio de la tremenda crisis que envuelve a la economía.
Y que no nos quepa la menor duda; como en las corridas de toros -las que tanto gustan en España-, la imposición de nuevos impuestos en medio precisamente de la peor recesión económica sufrida en la últimas cuatro décadas, hará que el país reciba el "puntillazo final" que lo llevará a entrar, definitivamente, en el sendero de un deterioro económico y social continuado. Sendero que nos recuerda de alguna manera al camino seguido por Japón en sus dos décadas perdidas, después de haber gozado de una expansión económica sin precedentes -como la vivida en España en los últimos 15 años-. Debe tenerse presente que todo el desastre económico en Japón en su época -como ahora en España- empezó también con los abusos y excesos en los sectores de la construcción y de la banca, complementados con una enorme pusilanimidad del gobierno.
Monday, July 27, 2009
La crisis alejará a España de Europa
Según el tamaño de su PIB, la economía española ocupa el decimo segundo lugar en el contexto mundial (ver CIA World Fact Book, 2008), después de las economías de los EE.UU, China, Japón, India, Alemania, Reino Unido, Rusia, Francia, Brasil, Italia y México. No queda la menor duda: después de esta Gran Recesión la economía española perderá mucho terreno dentro del concierto mundial, muy a pesar de sus dirigentes políticos y económicos quienes, entre otras cosas, habían venido insistiendo de manera errónea y bastante curiosa que la economía española era la octava potencia del mundo.
Pero lo más importante para los observadores serios no es el lugar en el que se encuentra posicionada en realidad la economía española dentro del concierto mundial sino, más bien, las condiciones que caracterizaban a dicha economía en la antesala de la grave crisis actual, y aquellas que señalarán las distancias y el enorme terreno perdido una vez podamos volver a ver luz al final de este penoso e incierto túnel por el que nos encontramos atravesando.
Veamos a continuación de manera somera pero muy diciente, el conjunto de indicadores económicos y sociales que definían a España antes de entrar en la presente crisis. Para ello, haré uso de cifras oficiales publicadas por la oficina europea de estadística “EUROSTATS” y, con base en comparaciones relevantes, mantendré siempre una perspectiva clara del posicionamiento de la economía española frente a aquel de la zona Euro en su conjunto; veamos.
En el último año comprendido entre el final del primer trimestre de 2008 y el final del primer trimestre de 2009, el PIB de la economía española decreció en un -3,3 por ciento, luego de haber aumentado en el año inmediatamente anterior en un 2,9 por ciento. Este fue, sin duda, el punto de inflexión en la economía española que marcará la tendencia de los próximos años.
Mientras que la producción industrial se deterioró en la Europa de los 15, en los últimos 12 meses para los cuales se tienen cifras, en un -16,41 por ciento, en España dicho deterioro fue aún más marcado y registró un -20,52 por ciento. Al mismo tiempo, el consumo privado final cayó en -1,9 por ciento en la Europa de los 15 y, en España, el deterioró, mucho mayor, llegó a -4,5 por ciento.
De otra parte, y de acuerdo con las últimas cifras disponibles, la productividad laboral por empleado registró un índice en la zona Euro equivalente al 109,8 (EUR27=100), al paso que en España ese índice fue del 104,8 (5 puntos por debajo del registrado en la zona Euro). En Francia, por ejemplo, dicho índice fue de 121. Así mismo, la productividad laboral, por hora trabajada, alcanzó el índice de 100 en el área de la Europa de los 15, mientras que en España tan sólo llegó a 94,3; En el caso de Francia –por ejemplo- dicho índice fue de 117.
Las situación de las finanzas públicas, por su parte, muestra también un panorama claramente negativo para España. Para finales del 2007, el déficit fiscal en la Europa de los 15 alcanzó una magnitud equivalente al 0,8 por ciento del PIB; esta cifra fue del 3,8 por ciento en España.
El desempleo, como lo sabemos, es quizás una de las variables más sombrías sobre el estado de la economía española; en efecto, mientras que en la zona Euro el paro llegó a finales de mayo de 2009 al 9 por ciento, en España la cifra registró un 18,7 por ciento, más del doble del promedio para Europa.
Del análisis anterior, podríamos concluir que en medio de la actual crisis España ya está perdiendo aceleradamente terreno frente a los demás países que conforman la zona Euro. Sin embargo, las cifras sobre nivel de vida, salud y educación, nos auguran aún mayores sinsabores sociales en los años venideros.
Según las últimas estadísticas disponibles, el índice de desigualdad en los ingresos –el “ratio” entre los ingresos disponibles del 20 por ciento de personas con mayores ingresos de la población, y el de los ingresos disponibles del 20% de personas con menores ingresos- alcanzaba el 4,9 en la Europa de los 15; este mismo indicador llegaba al 5.3 en España. En Francia, dicha cifra era del 3,8.
Por su parte, el porcentaje del total de la población en riesgo de pobreza, después de las transferencias sociales gubernamentales tales como seguro de desempleo, salud y otros pagos similares, era a finales de 2007 del 16 por ciento en la Europa de los 15. En España, una vez más, esta cifra era mucho más negativa y registraba un 20 por ciento. En la Europa de los 15, el gasto total para protección social llegó a finales de 2006 a representar el 27,5 por ciento del PIB. Esta misma estadística fue del 20,9 por ciento para España.
De otro lado, el 75,8 por ciento del total de la población de los jóvenes de 20-24 años en la Europa de los 15 había cursado estudios secundarios a finales de 2008. En España, dicha cifra sólo alcanzaba el 60 por ciento. Así mismo, el 16,9 por ciento de todos los jóvenes de la Europa de los 15, entre los 18-24 años, registraban los niveles más bajos de escolaridad secundaria a finales de 2007. En España, dicha cifra alcanzaba el 31 por ciento.
Finalmente, al terminar el 2007 España tenía 330,2 camas hospitalarias por cada 100.000 habitantes. Téngase en cuenta que en 1997 existían 382,9 camas. Por su parte, a finales de 2005 la Europa de los 15 contaba con 570,7 camas por cada 100.000 habitantes. Francia, por ejemplo, contaba con 829,1 camas a finales de 2006.
La conclusión es clara. España está mal y, probablemente, estará peor después de la crisis.
Pero lo más importante para los observadores serios no es el lugar en el que se encuentra posicionada en realidad la economía española dentro del concierto mundial sino, más bien, las condiciones que caracterizaban a dicha economía en la antesala de la grave crisis actual, y aquellas que señalarán las distancias y el enorme terreno perdido una vez podamos volver a ver luz al final de este penoso e incierto túnel por el que nos encontramos atravesando.
Veamos a continuación de manera somera pero muy diciente, el conjunto de indicadores económicos y sociales que definían a España antes de entrar en la presente crisis. Para ello, haré uso de cifras oficiales publicadas por la oficina europea de estadística “EUROSTATS” y, con base en comparaciones relevantes, mantendré siempre una perspectiva clara del posicionamiento de la economía española frente a aquel de la zona Euro en su conjunto; veamos.
En el último año comprendido entre el final del primer trimestre de 2008 y el final del primer trimestre de 2009, el PIB de la economía española decreció en un -3,3 por ciento, luego de haber aumentado en el año inmediatamente anterior en un 2,9 por ciento. Este fue, sin duda, el punto de inflexión en la economía española que marcará la tendencia de los próximos años.
Mientras que la producción industrial se deterioró en la Europa de los 15, en los últimos 12 meses para los cuales se tienen cifras, en un -16,41 por ciento, en España dicho deterioro fue aún más marcado y registró un -20,52 por ciento. Al mismo tiempo, el consumo privado final cayó en -1,9 por ciento en la Europa de los 15 y, en España, el deterioró, mucho mayor, llegó a -4,5 por ciento.
De otra parte, y de acuerdo con las últimas cifras disponibles, la productividad laboral por empleado registró un índice en la zona Euro equivalente al 109,8 (EUR27=100), al paso que en España ese índice fue del 104,8 (5 puntos por debajo del registrado en la zona Euro). En Francia, por ejemplo, dicho índice fue de 121. Así mismo, la productividad laboral, por hora trabajada, alcanzó el índice de 100 en el área de la Europa de los 15, mientras que en España tan sólo llegó a 94,3; En el caso de Francia –por ejemplo- dicho índice fue de 117.
Las situación de las finanzas públicas, por su parte, muestra también un panorama claramente negativo para España. Para finales del 2007, el déficit fiscal en la Europa de los 15 alcanzó una magnitud equivalente al 0,8 por ciento del PIB; esta cifra fue del 3,8 por ciento en España.
El desempleo, como lo sabemos, es quizás una de las variables más sombrías sobre el estado de la economía española; en efecto, mientras que en la zona Euro el paro llegó a finales de mayo de 2009 al 9 por ciento, en España la cifra registró un 18,7 por ciento, más del doble del promedio para Europa.
Del análisis anterior, podríamos concluir que en medio de la actual crisis España ya está perdiendo aceleradamente terreno frente a los demás países que conforman la zona Euro. Sin embargo, las cifras sobre nivel de vida, salud y educación, nos auguran aún mayores sinsabores sociales en los años venideros.
Según las últimas estadísticas disponibles, el índice de desigualdad en los ingresos –el “ratio” entre los ingresos disponibles del 20 por ciento de personas con mayores ingresos de la población, y el de los ingresos disponibles del 20% de personas con menores ingresos- alcanzaba el 4,9 en la Europa de los 15; este mismo indicador llegaba al 5.3 en España. En Francia, dicha cifra era del 3,8.
Por su parte, el porcentaje del total de la población en riesgo de pobreza, después de las transferencias sociales gubernamentales tales como seguro de desempleo, salud y otros pagos similares, era a finales de 2007 del 16 por ciento en la Europa de los 15. En España, una vez más, esta cifra era mucho más negativa y registraba un 20 por ciento. En la Europa de los 15, el gasto total para protección social llegó a finales de 2006 a representar el 27,5 por ciento del PIB. Esta misma estadística fue del 20,9 por ciento para España.
De otro lado, el 75,8 por ciento del total de la población de los jóvenes de 20-24 años en la Europa de los 15 había cursado estudios secundarios a finales de 2008. En España, dicha cifra sólo alcanzaba el 60 por ciento. Así mismo, el 16,9 por ciento de todos los jóvenes de la Europa de los 15, entre los 18-24 años, registraban los niveles más bajos de escolaridad secundaria a finales de 2007. En España, dicha cifra alcanzaba el 31 por ciento.
Finalmente, al terminar el 2007 España tenía 330,2 camas hospitalarias por cada 100.000 habitantes. Téngase en cuenta que en 1997 existían 382,9 camas. Por su parte, a finales de 2005 la Europa de los 15 contaba con 570,7 camas por cada 100.000 habitantes. Francia, por ejemplo, contaba con 829,1 camas a finales de 2006.
La conclusión es clara. España está mal y, probablemente, estará peor después de la crisis.
Labels:
crisis,
desempleo productividad,
economia española,
economy,
España,
Spain
Sunday, June 28, 2009
Are European Banks fine?: they just took over 600 billion dollars in loans from ECB
Banks and financial institutions in Europe keep on saying that they are strong and confident. Santander in Spain is even advertising that it is offering the highest dividends in the banking industry to its stockholders. They believe that we clients do not really understand what is going on. But, of course, there is no money to lend in the market and big and small firms are suffering the economic crisis pain as never before. Banks keep on hoarding money, wherever it comes from, just to fill the enormous hole that they know they have. Shame on them.
And many governments continue to mislead their citizens by not acknowledging their local banks´ deep troubles. And they insist, specially in Spain, that their banking industry is solvent and reliable as ever. Governments are treating their citizens as if we were all stupid. And they just do not get the message. A few weeks ago, for instance, many of these governments lost their elections in Europe -Spain, U.K., for instance- and will probably keep on loosing coming polls all around the world. Shame on them.
But reality is tough to hide. Just last week, the European Central Bank lent banks in its jusrisdiction the largest amount of money in its history -over 600 billion dollars-, at a very low interest rate of 1% on a 1-year term. Without this huge amount of liquidity, European banks would not be able to handle the deepening economic crisis. Yes, I know, Spain´s Zapatero is saying that the worst of the crisis -specially in regard to unemployment- is over. But he has been wrong for more than a couple of years now, as he is badly wrong this time. The worst of the Spanish crisis is around the corner -I mean after this summer´s hangover-, and will remain there for several years. The OECD and the World Bank just downgraded last week their forecast on Spain which, by the way, is going to be the worst performing economy in Europe. Let´s not forget, between 5-6 million people will be out of work in Spain next year -over 20% unemployment-. It is difficult to see how this social and economic crisis could be dealt with in a country with one of the highest fiscal deficits in the world already, close to 10% of its GDP. And it could get higher.
When are we going to be told as taxpayers and real owners of all this bailout money what is really going on?; several studies suggest that European banks are in deep trouble and technically insolvent. See my related articles on this issue on http://www.dossierempresarial.com/. Please follow the Opinion Link.
And many governments continue to mislead their citizens by not acknowledging their local banks´ deep troubles. And they insist, specially in Spain, that their banking industry is solvent and reliable as ever. Governments are treating their citizens as if we were all stupid. And they just do not get the message. A few weeks ago, for instance, many of these governments lost their elections in Europe -Spain, U.K., for instance- and will probably keep on loosing coming polls all around the world. Shame on them.
But reality is tough to hide. Just last week, the European Central Bank lent banks in its jusrisdiction the largest amount of money in its history -over 600 billion dollars-, at a very low interest rate of 1% on a 1-year term. Without this huge amount of liquidity, European banks would not be able to handle the deepening economic crisis. Yes, I know, Spain´s Zapatero is saying that the worst of the crisis -specially in regard to unemployment- is over. But he has been wrong for more than a couple of years now, as he is badly wrong this time. The worst of the Spanish crisis is around the corner -I mean after this summer´s hangover-, and will remain there for several years. The OECD and the World Bank just downgraded last week their forecast on Spain which, by the way, is going to be the worst performing economy in Europe. Let´s not forget, between 5-6 million people will be out of work in Spain next year -over 20% unemployment-. It is difficult to see how this social and economic crisis could be dealt with in a country with one of the highest fiscal deficits in the world already, close to 10% of its GDP. And it could get higher.
When are we going to be told as taxpayers and real owners of all this bailout money what is really going on?; several studies suggest that European banks are in deep trouble and technically insolvent. See my related articles on this issue on http://www.dossierempresarial.com/. Please follow the Opinion Link.
Subscribe to:
Posts (Atom)