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Tuesday, March 9, 2010

Tragedia griega en España

Se ha escrito sin pausa en la prensa española e internacional sobre la grave situación económica actual, sus increíbles orígenes, sus dañinas consecuencias inmediatas y con relación a algunas de sus más sorprendentes secuelas. Hoy ya nadie discute que la crisis representa la más penosa situación, en especial en materia de desempleo y penuria social para millones de familias, desde lo acontecido en la Gran Depresión del siglo pasado.

La mayoría de los economistas, centros de investigación, bancos centrales y organismos internacionales se equivocaron todos en materia muy grave: no vieron venir la crisis, y una vez iniciada, tampoco comprendieron su verdadera dimensión. Todos, casi al unísono, se empeñaron en hablar durante muchos meses de que se trataba sólo de una desaceleración cíclica del ritmo de actividad. Los pocos que opinaban lo contrario, fueron tildados –por lo menos- de catastrofistas.

Los políticos de turno intentaron en una u otra ocasión negar, disminuir o desdibujar la compleja realidad, probablemente a sabiendas de que la gran mayoría de la población estaba ya sufriendo, y sufriría aún más, las consecuencias de actos de irresponsabilidad sin precedentes por parte ellos mismos y de otros contados actores económicos y sociales, encabezados por unos cuantos banqueros, constructores y diversos agentes especuladores.

Pero la cruda realidad, más de 24 meses después de haberse iniciado formalmente la Gran Recesión y de millones de millones de dólares gastados en rescate de bancos y paquetes de estímulo fiscal, sigue mostrando los daños –en muchos casos irreparables-causados. En efecto, en febrero de 2010 en EE.UU se destruyeron 36.000 puestos de trabajo y en España más de 80.000. Reconocidos académicos advierten que millones de los trabajos destruidos nunca se podrán recuperar. El presidente de la firma OHL, una de las más prestigiosas empresas constructoras en España, afirmó que 1.000.000 de empleos locales perdidos en la construcción no volverán a crearse. Muy grave para una economía que adolece de competitividad y productividad a nivel internacional.

Pero, con alta probabilidad, cosas aún más graves podrían ocurrir. En el caso griego, por ejemplo, el nuevo gobierno elegido en octubre anterior ha tenido que enfrentar en los últimos meses la más cruda afrenta financiera en los mercados internacionales al haber constatado que las cifras económicas oficiales habían venido siendo manipuladas y falseadas; en particular, el déficit fiscal del país –se comprobó- es de cerca del 13% del PIB y no inferior al 4% como se hacía creer sólo hace algunos meses. La UE sólo permite que sus miembros registren –como máximo- 3% de déficit.

Como consecuencia de lo anterior, Grecia ha tenido serias dificultades para refinanciar vencimientos próximos de su cuantiosa deuda externa –superior en un 130% al PIB- y, no obstante haber recibido el apoyo político claro de Alemania y Francia, parece estar condenada a pagar un interés con una enorme prima por encima de los niveles de la deuda de otros países de la zona Euro. Esta situación le está acarreando a Grecia aún mayores problemas de financiación, los cuales podrían llevarla a una situación insostenible; muy probablemente el país se verá en la necesidad de ser rescatado de manera formal de su propia crisis, tal y como hemos visto ha ocurrido con muchos bancos en el pasado reciente. La UE y el FMI tendrían que salir a su rescate.

Aún así, para muchos analistas independientes la situación es aún más grave. El profesor Martin Feldstein, de la universidad de Harvard, declaró el pasado 12 de febrero que el Euro no estaba funcionando. Días más tarde, el financista George Soros aseveró que la moneda común se podría desintegrar a no ser que la UE se transformara en una verdadera “Unión Política”.

Otros observadores independientes y de indiscutible prestigio académico van aún más lejos. El profesor de Princeton Paul Krugman, por ejemplo, dijo en su reciente columna del New York Times “Anatomy of a Euromess” ( 9 de febrero de 2010) que “…si bien es cierto que Grecia está contra la pared…el tamaño de su economía es muy pequeño…” para causar una grave e irremediable crisis en el Euro. Desde el punto de vista económico, continuó escribiendo el Dr. Krugman “…el corazón de la crisis está en España, cuya economía es mucho más grande…”.

Y, evidentemente, si -como lo creemos- los supuestos utilizados por el Gobierno del Sr. Zapatero y su ministra de Economía la Sra. Salgado no están correctos, cuando justifican el mejoramiento de la actividad económica en España en el curso de los próximos trimestres, la realidad terminará siendo que el mayor reto para Europa y para el Euro podría ser la grave encrucijada fiscal y financiera en la cual se podría encontrar España en los próximos semestres. Sin duda, ella podría ser la verdadera tragedia griega. Para evitarla, debería pedírsele a la sociedad entera, especialmente a los más ricos –y en particular a las grandes empresas que usufrutuaron los años de las “vacas gordas”- una contribución tributaria única y especial. A manera de reinversión modesta -para ellos- de enormes utilidades acumuladas en los años anteriores. Sería un noble gesto -además de indispensable, creemos- para el futuro despejado y la estabilidad vital del país hoy en entredicho. Con soluciones como los “paños de aguas tibias” que se discuten al más alto nivel por estos días en el seno de los partidos políticos no se iría a puerto seguro.

Monday, November 30, 2009

Más palabras?

La economía mundial enfrenta un serio reto en los próximos meses. Habrán sido suficientes los trillones de dólares en préstamos sin coste o a muy bajo precio -el famoso "Quantitative Easing -QE-" y los cientos de miles de millones en estímulos fiscales en las diversas economías?; ya lo veremos. Personalmente creo que, en general, los primeros sólo han ayudado a los bancos a continuar manipulando los valores de sus activos con los excesos de liquidez otorgados por las diversas bancas centrales y, consecuentemente, los de sus "beneficios" contables, más no reales. En cuanto a los estímilos fiscales, se ha hecho poco y, probablemente, muy tarde. No ha ayudado en nada, además, que los bancos no están prestando dinero en la cuantía en que lo deberían estar haciendo. Están tapando los "huecos" que saben tienen en sus estados financieros y de los cuales no han querido hablar, no obstante que el FMI habla de pérdidas superiores a los 1.3 trillones de dólares aún sin declarar.

Es muy probable que la incipiente y lánguida recuperación en el crecimiento del PIB en Estados Unidos, Alemania y Francia en el tercer trimestre de 2009, sólo sea el obvio y esperado resultado del "respirador artificial" suministrado a las economías por los gobiernos a través de sus paquetes de estímulo fiscal y no, como creen muchos, el comienzo de la salida de la profunda crisis actual. El fin del programa de "cash for clunkers" a finales de agosto de 2009, con subsidios otorgados por el gobierno hasta por valor de 4.500 dólares por individuo para comprar vehículos nuevos y así rescatar a las firmas producgtoras de su peor situación en la historia, claramente demostró -al caer las ventas en septiembre de manera muy precipitada- que la economía, y especialmente el consumidor, no se pueden mantener sin el mencionado "respirador artificial". El panorama no es positivo en los EE.UU en lo que tiene que ver con el consumidor y sus verdaderas intenciuones se gasto presente o futuro y, como consecuencia, la inversión empresarial productiva tampoco reacciona.

Por el otro lado, Japón ha entrado en una senda deflacionista en las últimas semanas -la cual conoce muy bien y le recuerda el fantasma de sus dos décadas perdidas-, y por ello está pensando en volver a iniciar sus programas de "QE" para la economía. En efecto, no es tampoco nada bueno el panorama en la segunda economía del mundo.

En medio de toda esta grave situación, el gobierno de Zapatero en España acaba de anunciar que ya tiene la formula para arreglar todo; una nueva ley y un nuevo programa económico para sacar al país del caos en el que se encuentra y desarrollar su economía de manera sostenible y estable. Dice, en efecto, que tiene la Panacea.

Increíble que tengamos aún gobiernos en el mundo que crean que a través de la promulgación de nuevas leyes improvisadas a las carreras se pueda encontrar la panacea a graves y profundos males estructurales que, además, llevan décadas gestándose. No Sr. Zapatero!; lo que el país y su economía requieren con urgencia es dedicar los próximos 30 años -al menos- a solucionar el atraso en educación, investigación, competitividad internacional y productividad con relación a Europa y el resto del mundo industrializado y en vigoroso proceso de desarrollo como es, éste último, el caso de China e India. En suma, hay que hacer avanzar al país sobre bases serias y sólidas y no simplemente sobre negocios pasajeros y volátiles como los de la construcción y otros similares, en los cuales unos pocos participantes contados con los dedos de una mano terminan llevándoselo todo y la gran mayoría salen profundamente perjudicados -recuérdese el 20 por ciento de desempleo actual en España, uno de los niveles más altos del mundo-.

Leeremos a conciencia el nuevo proyecto de panacea -perdón de ley-, y hablaremos en detalle sobre él en su momento oportuno. Pero, a primera vista, me suena a sólo a más y más palabras para encontrar un final feliz al cuento de "pan y circo" de los políticos irresponsables sin causas serias.

Saturday, November 14, 2009

No desconecten el Respirador Artificial, por favor!

Se han conocido en las últimas horas las cifras sobre la evolución del PIB en Europa. En los últimos doce meses, a octubre de 2009, la caída del PIB es del 4,1 por ciento para la zona euro, y del 4,3 para la Europa de los 27. Alemania, de lejos la principal potencia de la región muestra cifras muy negativas (-4,8%); y El Reino Unido y España, profundamente inmersos en la crisis por sus propias causas, los abusos extremos y la irresponsabilidad de los dirigentes y usuarios que los llevaron a la debacle en la banca y en la industria de la construcción, respectivamente, siguen acusando problemas severos que se reflejan en las respectivas caídas de su PIB en los últimos doce meses, -5,2% y -4%.

La evolución de las estadísticas en los dos últimos trimestres muestran una endeble mejoría en Alemania y Francia, cuyos PIB han crecido modestamente 0,7% y 0,3%, respectivamente a finales de octubre de 2009, siguiendo la tendencia positiva pero muy pobre del trimestre inmediatamente anterior.

En El Reino Unido y España, las cifras hasta octubre siguen siendo negativas con relación al trimestre anterior, -0,4% y -0,3%, respectivamente, mostrando la realidad distinta y peculiar en estos países.

Muchos políticos y comentaristas han aprovechado la publicación de las anteriores cifras para comentar, sin perder un sólo minuto, que la recuperación ya ha llegado en el ámbito de las grandes potencias europeas, o que está por llegar en los países más pequeños como es el caso de Italia y de España.

Me temo que voy a tener que apaciguar la euforia desmedida. La economía mundial está aún en entredicho. Las enormes ayudas y cuantiosos rescates a bancos y a otros actores económicos, se han agotado -a un costo fiscal enorme y muy peligroso para la estabilidad futura de las economías y su propia recuperación-; en la zona Euro, por ejemplo, el déficit fiscal es aún manejable -2% del PIB-, pero en España, se está saliendo de control -se acerca peligrosamente al 10% del PIB-. Estos nuevos excesos tendrán, sin ninguna duda, graves consecuencias futuras en cuanto a la estabilidad monetaria y cambiaria se refiere, y en relación, especialmente, con la limitación obligada de la futura inversión social pública.

Y como lo sugería el profesor Jeffrey Sachs en su reciente artículo en el Financial Times del 10 de noviembre de 2009, los gobiernos -refiriéndose de manera específica al de Obama- han metido a los países en enormes déficits fiscales en medio de la presente crisis, sin haber tenido en cuenta que la tarea más prioritaria ha debido ser la de rescatar el crecimiento de la actividad productiva en las economías mediante programas de estímulo fiscal orientados a sectores estructurales prioritarios para la sociedad y el futuro de la misma, tales como la educación, la salud, la investigación y la construcción de infraestructura productiva en transportes, comunicaciones y energías renovables y de baja contaminación, etc.; dicho estímulo fiscal, estima el profesor Sachs, hubiera contribuído tanto a proteger como a generar empleos estables y duraderos, al paso que hubiera también extendido de manera enorme la rentabilidad social de dichas inversiones.

Pero, veamos a continuación, algunas otras de las razones que me llevan a ser un poco más prudente que muchos con el pronóstico de la actividad económica futura.

El índice ZEW de confianza económica en Alemania -por ejemplo-, país que sabemos es el gran motor de la economía europea, ha vuelto a caer en noviembre de 2009 a 51,1 de 56,0 que registraba en el mes de octubre. No por casualidad, el índice del sentimiento del consumidor -Reuters y Universidad de Michigan- en los EE.UU volvió también a caer en noviembre de 2009, al mínimo de tres meses, registrando la cifra de 66 frente a la de 70,6 alcanzada en octubre anterior. Desafortunadamente, estos índices nos podrían estar presagiando una pésima temporada de ventas en las festividades navideñas -crucial para la mayoría de distribuidores al consumidor final-, confirmando así la reestructuración que se viene dando en la utilización del ingreso disponible por parte de los hogares, al estar prefiriendo el ahorro al consumo: es decir, prefiriendo la prudencia frente a la tradicional irresponsable frivolidad a costa de niveles mayores de gravoso endeudamiento. Ésta es probablemente una de las grandes enseñanzas de la actual crisis: el consumidor podría estar cambiando sus patrones de consumo de forma radical y permanente. Mala señal ésta para las empresas acostumbradas al consumo fácil y desmedido de sus productos, sin ofrecer realmente valor y utilidad objetiva a sus consumidores.

De otra parte, en Italia y España, especialmente, siguen cayendo la inversión y el consumo. La producción Industrial, por ejemplo, disminuyó en ambos países en septiembre de 2009, último mes para el que se tienen cifras, en -5,3% y -1,4%, respectivamente, cuando el promedio de crecimiento en la zona Euro fué del 0,3% en el mismo período. Las ventas al por menor, por su parte, volvieron a caer en septiembre en España en el 1%, al mismo tiempo que en la Europa de los 27 sólamente disminujyeron en un 0,4%.

Es inexplicable, entonces, sino se tiene en cuenta la especulación que todo lo distorsiona, la euforia reinante en el mercado bursátil y la excesiva alegría, quien lo podría imaginar, en el índice bursátil más modesto de Europa -el Ibex 35, que está representado en un más del 60% por sólo cuatro ó cinco empresas españolas- y que, en medio de la actual crisis pronunciada del país y sus lúgubres perspectivas a corto y mediano plazos, ha subido este año en más del 60 por ciento desde los bajos de marzo de 2009.

En las próximas semanas conoceremos los resultados reales de las ventas navideñas en los principales países -las cuales me temo van a ser más modestas de lo esperado por muchos-. Lamentablemente, tendremos que volver a poner los "piés en el suelo", especialmente en el ámbito de los mercados bursátiles y de los despachos ministeriales de muchos países, especialmente en España. Como consecuencia de lo anterior, conoceremos nuevas cifras de desempleo creciente, tanto en Europa como en los EE.UU. y otros países.

Ante este panorama, los gobiernos no deberían desestimar la gravedad de esta Gran Recesión y sus imborrables consecuencias. Sin duda, si desconectamos el respirador artificial de la economía mundial en los próximos meses -como ya lo están insinuando varios políticos prominentes, que debería hacerse pronto-, veremos materializar una nueva caída en la actividad económica mundial, tal y como lo prevée que ocurriría en estas circunstancias, la teoría de la reactivación económica frente a problemas severos de demanda agregada.

Quizas esta penosa situación sea la única razón por la cual la sociedad, al final de todo este doloroso episodio económico y social que ha materializado esta Gran Recesión, se dedicará de manera más seria, febril y sostenida al mejoramiento de los fundamentos claves para un futuro verdaderamente saludable y estable para la sociedad. Y ello sólo se logrará mediante una gran inversión en educación y salud -principalmente-, enfrentando así de una vez por todas las verdaderas causas del penoso cáncer de la pobreza estructural en tantos países hoy en día, incluyendo -claro está- a las principales potencias del mundo.

Sunday, September 20, 2009

Subir los impuestos en medio de la Gran Recesión?

Definitivamente, el gobierno español va a obligar a la economía de España a postrarse de rodillas y, finalmente, a entrar en Depresión. Y ello probablemente será así, como consecuencia de la subida de impuestos que ya ha anunciado el gobierno de Zapatero -castigando así absurda e imprudentemente el consumo y la inversión, tan necesarios para la recuperación- en momentos en que aún no se han solucionado ni atendido serios problemas de solvencia -muy graves, por cierto- con el sector bancario español, la falta de productividad de la fuerza laboral, la precaria competitividad la economía y -como proporción del PIB- la relativamente baja inversión en Educación, Investigación, Desarrollo e Innovación -motores de un crecimiento futuro sostenido para cualquier economía-.

Constatar que la tasa de desempleo en España -18.5%- es la más alta de todo los países de la OECD y, penosamente, el doble de la media de la de los países de la UE -8.5%-, preocupa ya muchísimo. Pero anticipar que en el 2010 esta tasa de paro será aún mayor -superior al 20%-, tal como lo pronostican todas las entidades internacionales y analistas independientes, sin excepción, debería ser materia de amplio debate público y causa de un cambio drástico en la dirección del manejo que se le ha dado a la economía española en los últimos 25 años. Un manejo que, a todas luces de lo que viene aconteciendo, fue equivocado y sólo benefició a unos pocos constructores y a los bancos quienes, entre otras cosas, se pueden contar con los dedos de una mano.

Además de las pésimas perspectivas de empleo que hoy ensombrecen el panorama económico y social en España, hace unos días el informe de competitividad mundial 2009 del Foro Económico Mundial - WEF en su sigla inglesa- reveló que el país ocupa el puesto 33 en competitividad económica dentro de una lista de más de 130 países analizados y que, además, ha perdido valioso terreno frente al lugar que ocupaba el año anterior - número 29-. Veamos algunos detalles de dicho informe.

La calificación otorgada por el WEF en materia de estabilidad macroeconómica en España es muy mala: el país ocupa el puesto número 62 en el mundo, al mismo nivel que el de varios países del tercer mundo. Según el mismo informe, la transparencia en los procesos de planificación y ejecución de políticas de Estado es muy precaria; en efecto, el país ocupa el lugar número 80 en el mundo.

Vemos con pesadumbre también que la economía española, que a muchos en ese país hacían creer que era la octava potencia del mundo ocupa, según el mismo informe citado, el puesto número 46 en cuanto a eficiencia de mercados se refiere y el 50, en cuanto a la sofisticación de sus mercados financieros. De igual manera, la innovación en el país -herramienta crítica para garantizar un futuro sostenible y sólido de toda economía- es muy pobre: el país ocupa el lugar 40 en el mundo.

En materia de educación las cosas no están tampoco mejor en España. El país ocupa el lugar número 78 en cuanto al nivel de la calidad de su educación secundaria.

En materia laboral, España ocupa el lugar 116 por la rigidez de su sistema, y el puesto número 86 en materia de cooperación entre la clase trabajadora y los empleadores.

Ante las precarias cifras citadas, surge una inquietud legítima en la mente del contribuyente español: a dónde ha ido a parar el enorme esfuerzo tributario de los contribuyentes españoles en las últimas décadas en las cuales la economía ha gozado de su mejor época en la historia moderna?; en dónde están los beneficios concretos para la sociedad -en la magnitud que era de esperarse-, de los miles de millones de Euros en subsidios recibidos de la Unión Europea, a lo largo de todo este tiempo en que España se integró de manera efectiva a la UE?; las cifras comentadas con anterioridad indican que las prioridades sociales y económicas sostenibles no han sido atendidas de manera prioritaria ni efectiva. Lo anterior lo hemos confirmado también de manera más precisa en el informe que sobre Europa publicamos recientemente en este mismo blog. Ver el artículo escrito sobre España y Europa.

Por todo lo que se comenta, será muy difícil que los contribuyentes en España vayan a aceptar a la ligera una nueva subida de impuestos en medio de la tremenda crisis que envuelve a la economía.

Y que no nos quepa la menor duda; como en las corridas de toros -las que tanto gustan en España-, la imposición de nuevos impuestos en medio precisamente de la peor recesión económica sufrida en la últimas cuatro décadas, hará que el país reciba el "puntillazo final" que lo llevará a entrar, definitivamente, en el sendero de un deterioro económico y social continuado. Sendero que nos recuerda de alguna manera al camino seguido por Japón en sus dos décadas perdidas, después de haber gozado de una expansión económica sin precedentes -como la vivida en España en los últimos 15 años-. Debe tenerse presente que todo el desastre económico en Japón en su época -como ahora en España- empezó también con los abusos y excesos en los sectores de la construcción y de la banca, complementados con una enorme pusilanimidad del gobierno.

Saturday, July 4, 2009

Gran Depresión II?

En noviembre de 2008 escribí un artículo para Dossier Empresarial en Madrid, España (ver www.dossierempresarial.com, en las columnas de Opinión) sobre la imperante necesidad de tratar de evitar la posible ocurrencia de otra Gran Depresión como la de los años 1930s.

Ahora que acaban de publicarse las pésimas cifras de desempleo en los EE.UU y en la UE, registrando un persistente empeoramiento de la situación, no obstante los trillones de dólares que se han invertido en el rescate de los más grandes bancos del mundo y en el enorme estímulo fiscal implementado por los gobiernos de los países más relevantes, me parece útil volver sobre lo que se dijo entonces. En esos días escribía lo siguiente:

"La crisis financiera actual es, probablemente, la más grave desde la Gran Depresión de los años treinta. Alan Greenspan, quien fuera presidente de la Reserva Federal, no ha dudado en calificarla como un evento que sólo se presenta cada 100 años. El profesor Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York que hace más de dos años pronosticó la actual situación, vaticina que esta crisis se convertirá en una profunda y larga recesión combinada con deflación. El FMI, la OCDE, el Banco Mundial y la Comisión Europea -que venían corrigiendo a la baja en los últimos trimestres sus previsiones de crecimiento económico- han confirmado en los últimos días que el mundo industrializado estará en recesión al terminar el 2008 y en 2009. Todos coinciden en que España e Irlanda serán los países afectados de manera más severa como consecuencia de sus graves desajustes internos originados en la industria de la construcción. JPMorgan estima una contracción del PIB en el cuarto trimestre de 2008 del 4% en los EE.UU., del 3% en el Reino Unido y del 2% en la zona Euro. Para 2009, sus economistas proyectan una pérdida adicional del 0,5% en el PIB de los países avanzados. Las cifras que están dándose a conocer y la velocidad en su deterioro, auguran un problema aún mayor en los meses venideros. Por ejemplo, el Banco de Inglaterra estima en su último Reporte de Estabilidad Financiera que las pérdidas originadas en los instrumentos de deuda vulnerables a la actual crisis llegarían a 2.800 billones de dólares, equivalentes al doble de la suma prevista por el FMI tan sólo hace un par de meses. No quisiéramos imaginar la iliquidez y la insolvencia que una cifra de tal magnitud podría generar en el sistema financiero y el aparato productivo mundial. Las pérdidas ya conocidas han ocasionado una aguda aceleración en el deterioro de la economía real en el mundo.

Así mismo, preocupa sobremanera que las cifras de desempleo se estén deteriorando de forma acelerada y tan temprano en esta crisis. En los EE.UU. se acaba de anunciar que la economía perdió 240.000 empleos en el mes de octubre de 2008. En España viene ocurriendo un fenómeno similar pero aún más acentuado, si se tiene en cuenta el tamaño mucho más pequeño de su economía frente a la de los EE.UU. (más de diez veces menor). Cabe recordar que, como es tradicional en estos ciclos, los empresarios evitan cortar empleos a comienzos de una recesión, al tener excesiva confianza en una pronta recuperación.

De otra parte, el serio deterioro registrado en las corrientes de comercio internacional y en el gasto del consumidor en los principales países del mundo –industrializados y emergentes- y su mayor recorte previsto en esta época navideña, vaticinan nuevos y pronunciados ajustes negativos en las previsiones de crecimiento económico. Ante todo ello, vuelve a aflorar el debate académico de tantos años: ¿debe intervenir la autoridad económica ante la inminencia de una depresión o de una recesión severa?

De una parte, la escuela clásica económica –Hayek y seguidores- partidaria del libre mercado y de la no intervención del gobierno en la corrección del ciclo económico, considera que la depresión es necesaria y que, a través de ella, se 'liquidan' de manera natural las ineficiencias y desajustes provocados por excesos en la expansión de la oferta monetaria -el crédito bancario, por ejemplo, para adquirir activos tales como viviendas, acciones, etc.-. Los economistas clásicos consideran que la intervención del Gobierno ante la ocurrencia de una recesión sólo lleva a agravar y a extender la crisis aún más de lo necesario y recuerdan que la duración de la etapa de 'liquidación' tardará tanto más cuanto más haya tardado la etapa de excesos en el ciclo previo de expansión.

De otra parte, la escuela económica keynesiana –Keynes y seguidores- ofrece una visión totalmente contraria y, en consecuencia, considera esencial e inaplazable la intervención del Gobierno –a través del gasto fiscal deficitario- ante la aparición de la recesión, especialmente si se busca contrarrestar los devastadores efectos ocasionados por el creciente paro y el colapso del consumo y la inversión privada. Ante este dilema, los diversos países del mundo empiezan a posicionarse. Por un lado, el nuevo presidente de los EE.U.U. y el Primer Ministro británico son partidarios de la reactivación económica keynesiana. Por el otro, Alemania –en especial- y Francia manifiestan sus temores ante una posible ruptura de la disciplina fiscal. Charles Kindleberger, en su libro sobre la Gran Depresión, recordaba de qué manera el mundo tenía siempre dificultades insuperables para diseñar, coordinar e implementar políticas frente a problemas comunes, especialmente cuando de reuniones internacionales se trataba. Veremos que ocurrirá este fin de semana en la reunión del G20 en Washington. Es muy probable que surja claridad sobre cómo se habrá de manejar la actual crisis y, sobre todo, si podrá manejarse de manera coordinada y con efectividad para evitar una nueva Gran Depresión."

Pues bien, han transcurrido siete meses desde que se escribió este artículo y, de manera lamentable, todo parece indicar que los gobiernos de las grandes potencias han sido incapaces de coordinar de manera contundente y efectiva la reactivación de la economía mundial. Las cifras de desempleo comentadas arriba, así lo avalan.

Y lo que es más preocupante aún, radica en las conclusiones recientes a las que han llegado algunos destacados estudiosos del panorama económico mundial, tales como el profesor Krugman de la universidad de Princeton y el director económico del Financial Times, el Sr. Martin Wolf -entre muchos otros-; de una parte, el Sr. Wolf, en su artículo publicado en el FT el 16 de junio pasado demuestra que los primeros 18meses de la actual crisis han seguido la evolución de las principales variables macroeconómicas -producción industrial, comercio exterior, oferta monetaria y balances fiscales- de manera muy cercana, pero con mayor severidad, a aquella registrada en igual período a partir del comienzo de la Gran Depresión en 1929. Por su parte, el profesor Krugman en su último artículo del New York Times, publicado ayer -"That´30 Show"-, anticipa la inminente necesidad de implementar un nuevo plan de estímulo fiscal, si es que se desea evitar el agravamiento de la actual debacle, y recomienda al presidente Obama y a su equipo económico no tardar en hacerlo, no obstante las dificultades políticas inherentes.

Habida cuenta de lo anterior, creo que hoy es más probable que hace un año, que nos encontremos entrando en el "callejón sin salida" de la Gran Depresión II.Sin duda, los economistas aprenderemos extraordinarias lecciones de política económica buena y mala en los meses que vienen. Lamentablemente, la sociedad con su enorme y creciente desempleo sufrirá sin medida.